Las películas de superhéroes (junto a las de acción, en las que el héroe también es «súper», aunque de carne y hueso) volvieron a dominar las taquillas internacionales en 2022, lo que permite asegurar que «la guerra continúa».
Por un lado, las opiniones de importantes figuras (Scorsese, Coppola, Ken Loach, Tarantino, Denis Villeneuve, Ridley Scott…) que afirman que la aplanadora comercial de Marvel, dc, Disney y productoras semejantes conspiran contra el cine verdadero y, por el otro, los que aseguran, cifras en mano, que el cine pospandemia fue salvado gracias a paladines como El hombre araña, Capitán América y Batman.
Razones hay por cada bando, solo que en uno prima el negocio puro del espectáculo viciado, y en el otro la defensa del intelecto como creación cinematográfica.
Aunque en algunos pocos filmes de superhéroes comenzaron a aparecer matices relacionados con ciertas «complejidades humanas», y aportes estructurales en la realización –en contraste con la simpleza de los argumentos tradicionales–, lo que sigue predominando es un férreo código estético madurado en connivencia con un tipo de espectador, «trabajado» en sus gustos, para no aceptar cambios fundamentales.
Un filme como el último Spider-Man se arriesga con los laberintos del multiverso y sale bien parado pero, ¡a no engañarse!, lo puesto en tarima internacional, año tras año, es un producto reciclado concebido sin ninguna personalidad autoral, la clásica fábrica de enlatados que se está tragando al otro cine artístico, de géneros, ya sea amparado este por importantes presupuestos, modestos recursos, o independiente.
Disparado en cifras de producción a partir del año 2010, hoy nadie discute que una legión de superhéroes ha transformado la industria del cine en más de un acápite, incluso en lo relacionado con el papel de los actores protagónicos, que han dejado de ser ellos –según afirma Tarantino– para convertirse en sus propios personajes: «Tienes a todos estos actores que se han vuelto famosos interpretando superhéroes –declaró el director a Reuters–, pero no son estrellas de cine; Capitán América es la estrella. O Thor es la estrella».
Para el director de Pulp Fiction y Érase una vez en Hollywood, las películas de Marvel y similares «son la representación completa de la industria de Hollywood en este momento. Realmente no hay mucho espacio para nada más. Ese es mi problema». Y puntualizó en otra entrevista reciente: «Nunca dirigiré una película para Marvel, tienes que ser un jornalero para hacer esas cosas. No soy un jornalero. No estoy buscando trabajo».
Contra la Marvelización en el cine han cargado actores y actrices como Jennifer Aniston. Según ella, las películas de superhéroes están reduciendo la falta de proyectos interesantes, lo que la hizo volver a la televisión. No faltan figuras del medio que las critican, en cierto modo, atendiendo a lo poco que ellas representan en el ámbito de la creación, pero en definitiva las defienden atrincherados en una idea básica que recubren de diversos argumentos: ¡hay que trabajar! Y ellos lo están haciendo.
Habría que recordar que la polémica en cuanto al género de los superhéroes la inició Scorsese, en 2019, con unas declaraciones a la revista Empire que pudieran resumirse en esta frase: «Lo intenté ¿sabes? Pero eso no es cine». Para Ken Loach son como «hamburguesas», un ejercicio de mercado dirigido por las corporaciones. Coppola no tardó en aclarar que su buen amigo Scorsese había sido demasiado cortés; «en verdad son despreciables, porque no sé de nadie que saque algo de ver la misma película una y otra vez». Y el laureado director mexicano Alejandro González Iñárritu le puso la tapa al pomo desde una perspectiva más abarcadora: «No me gustan filosóficamente, porque son bastante de derecha». Las calificó de genocidio cultural, como el veneno, «porque los espectadores padecen una sobreexposición de este tipo de tramas y explosiones y mierda que no habla para nada de lo que significa ser humano».
El combate está planteado entre personalidades de la cultura que defienden lo que para ellos es el cine verdadero, y una industria que por nada del mundo renunciará a seguir enriqueciéndose con sus inmortales figurones, y máxime cuando la taquilla ha vuelto a demostrar este año que «la razón conveniente» está de parte de ellos. En pocas palabras: 2023 volverá a traer menos cine y más superhéroes.
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Gonzalo dijo:
1
4 de enero de 2023
21:17:40
Úrsula Domínguez dijo:
2
4 de enero de 2023
21:21:11
Moisés López dijo:
3
4 de enero de 2023
21:28:36
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