ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: france24.com

Entre los platos fuertes  cinematográficos que anuncia la televisión cubana para este mes de enero se encuentra el drama musical Annette, del polémico Leos Carax, cinta que ha sido seleccionada por la prestigiosa revista francesa Cahiers du Cinéma entre lo mejor de 2021, mientras no faltan los que alegan que «es buena, pero  no para tanto».

 Adam  Driver, uno de los actores de mayor demanda en la arena internacional, junto a Marion Cotillard, da lustre a esta tragedia sentimental narrada en ópera rock y que se refiere a Henry, un humorista teatral adorado por su público, gracias a su talante incisivo y no poco disparatado, y a Ann, una cantante de ópera de fama internacional. La pareja derrocha amor y ternura, lo mismo ante las cámaras de la televisión que en la intimidad, hasta que el nacimiento de su hija Annette les trastornará la vida.

Conocido como el enfante terrible del cine de su país de los años 80 y 90, adorador de la Nueva Ola francesa y, en especial, de Jean-Luc Godard, Leos Carax se caracteriza por el sentido atormentado que adquiere en sus dramas el tema del amor, en particular la relación entre parejas. Mirada tan escéptica como poética la suya, interesada ahora en analizar el lado oscuro del mundo del espectáculo, a partir de una fama narcisista que hace borrar valores de humanidad tras el nacimiento de Annette, una criatura llena de sorpresas.

A nadie escapará que esta última entrega de Leos Carax remite, en algunos aspectos,  a las muy conocidas versiones de Nace una estrella, solo que el factor autodestructivo enarbolado por el francés crece en espiral y termina por impregnarle al filme un matiz  tenebroso.

El guión de Annette corre por parte de los Sparks, maestros del pentagrama capaces  de envejecer sin dejar de ser novedosos. Tanto los Sparks, como el director, reelaboran la idea clásica del musical bondadoso, para convertirlo en un cuento de terror. Sin embargo, tienen la delicadeza de recordarnos, con su admirable obertura, que estamos ante una representación teatral en la que cualquier cosa puede suceder. Un musical en el que «buenos» y «malos» otorgan realce a un tono narrativo de sentimientos excesivos. Más de dos horas de metraje de innegable riqueza en sus diversos componentes artísticos: la fotografía, los decorados, en constante mutación, la música, y el imprescindible trabajo de edición, que nos colocan, como espectadores, ante una ópera experimental matizada por un desbordante realismo mágico que, en su segunda parte, no dará a conocer, a todo tambor, quién es realmente esa niñita llamada Annette.

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