La última lección

Informó la Unicef, recientemente, que el cambio climático podría obligar a más de 200 millones de personas a abandonar sus hogares en los próximos 30 años y crear zonas de migración. Sería una consecuencia más de las muchas que se vienen anunciando desde hace tiempo, y que llevaron al realizador francés Sebastian Manier a adaptar, en 2019, la novela de Christophe Dufosse La última lección, un thriller que clasifica en el subgénero de «películas de escuelas» y que próximamente podrá verse por el canal Cubavisión.

La última lección recurre a elementos fantásticos sin extraviar su impronta realista vinculada al futuro del planeta Tierra que habitamos, entre zozobras motivadas por las contiendas bélicas, la ofuscación de algunos políticos (pensar en Trump y Bolsonaro resulta inevitable) y esas variaciones climáticas, acumulativas, que cada día tocan a las puertas del desconcierto con un nuevo desastre.

La trama gira en torno a un maestro suplente que llega a una prestigiosa escuela a impartir clases a un grupo de alumnos, escogidos con pinzas, por ser considerados mentalmente superiores.  No tardará el maestro en darse cuenta de que entre los sesudos resaltan seis, tan intelectualmente provocativos como especiales, y hasta misteriosos. ¿Qué se traen entre manos? El maestro se propone espiarlo y con él los espectadores, obligados a mantenerse a la viva gracias a las incertidumbres que va tejiendo la trama.

Planteado como un thriller sicológico, y ganador del premio especial del jurado en el Festival de cine fantástico de Sitges, una de las proposiciones de La última lección es la posibilidad de que la humanidad termine por enfrentarse a un futuro apocalíptico. En tal sentido, resalta en la cinta una paranoia contenida vinculada a un peligro con factores sociales y políticos relacionados con el medioambiente.

Queda claro que el director Manier pretende perturbar al espectador con su advertencia, y hasta se atreve a sugerirle un final global estremecedor marcado por la hecatombe misma. Duro. Pero siempre es preferible saber de esas posibilidades, y estremecerse ante ellas, solo mediante una película.