
El término coqueluche procede del francés “coqueluchon”, que se refiere a la caperuza con que solía guarecerse la cabeza de los enfermos para evitar el contagio y propagación de la enfermedad, dice la doctora Reyna Portuondo Leyva, especialista de segundo grado en Pediatría, Máster en Atención Integral al Niño, quien labora en el servicio de Neumología del Hospital Pediátrico de Centro Habana.
Y explica: el denominado síndrome coqueluchoide, descrito por primera vez en 1964, es una de las enfermedades respiratorias bajas más comunes en la práctica pediátrica, sobre todo en los últimos años. Su cuadro clínico, el conjunto de signos y síntomas, es parecido a la tosferina, pero con diferencias en la intensidad de los episodios de tos paroxística y, además, las causas que lo producen.
—¿Cuáles son esas causas?
—Este síndrome puede tener causas infecciosas y no infecciosas. En nuestro país, entre las causas más frecuentes, están las producidas por virus. Se destaca el virus sincitial respiratorio, adenovirus, rinovirus, influenza. Dentro de las causas bacterianas están el Micoplasma pneumoniae, Chlamydia trachomatis, Haemophilus influenzae, Moraxella catarrhalis. En menor frecuencia puede ser causada por hongos. Entre las causas no infecciosas citaría el reflujo gastroesofágico, aspiración de cuerpos extraños, hiperreactividad bronquial y la fibrosis quística.
—¿Y en cuanto a los factores de riesgo?
—Son varios: los niños con bajo peso al nacer, la prematuridad, no dar lactancia materna, la exposición al humo del cigarro, desnutrición, malas condiciones socioeconómicas y culturales, hacinamiento y la contaminación ambiental.
—¿Es una enfermedad benigna o cursa con severidad?
—Es benigna, pero pueden existir complicaciones como neumonías, atelectasias (colapso parcial de los pulmones), petequias (manchas) en la cara, cuello y parte superior del tórax, hemorragia conjuntival. En menor medida se presentan complicaciones neurológicas (convulsiones) y nutricionales por los vómitos repetidos y la poca ingestión de alimentos.
—¿Puede afectar a personas de cualquier edad?
—Sí, aunque su frecuencia es mayor en la edad pediátrica, principalmente en menores de seis meses.
—¿A través de qué vías se origina el contagio?
—El contagio es directo, por las secreciones respiratorias, con mayor frecuencia durante la fase o periodo catarral.
—¿Qué síntomas y signos fundamentales pueden dar una voz de alerta a la familia para acudir de inmediato al médico?
—La primera etapa de la enfermedad se caracteriza por secreción nasal, estornudos, obstrucción nasal y tos, sobre todo nocturna, que va aumentando en intensidad y frecuencia, y se presenta en forma de accesos, con estridor inspiratorio al final, es decir: un sonido agudo y chirriante conocido en lenguaje médico como “gallo inspiratorio”. Se produce rubicundez en los episodios de crisis moderada y cianosis (coloración azul de la piel). Pueden presentarse vómitos precedidos de la tos y decaimiento, lo que afecta también el apetito del paciente en las crisis severas. La presencia de fiebre alta y dificultad respiratoria nos debe hacer pensar en una complicación broncopulmonar.
—¿El diagnóstico es clínico o se requieren exámenes de laboratorio para su confirmación?
—El diagnóstico se establece basándose en el cuadro clínico relatado o presenciado y su causa infecciosa o no por una historia clínica completa, incluyendo datos epidemiológicos, así como los accesos de tos con la expulsión de secreción blanquecina por la boca, secreción nasal y disminución del apetito.
—¿Son efectivos los fármacos existentes para su tratamiento?
—Sí. Habitualmente el tratamiento es sintomático. Resulta necesario indicar medidas generales para evitar los factores desencadenantes de las crisis, pues no demandan la indicación de medicamentos. Es importante brindar orientación a los padres y explicarles que no deben colocar a los niños bocarriba durante las crisis, en especial a los lactantes, cuando se desencadenen los accesos de tos, pues puede aspirarse el contenido gástrico a las vías respiratorias.
—¿Y en cuanto a la existencia de vacunas preventivas?
—Hasta hoy no existen vacunas para el síndrome coqueluchoide. Lo esencial es identificar las causas que lo originan.
—¿Quedaría algún criterio por señalar?
—Resulta importante educar a la familia en el manejo del niño con crisis de tos, que pueden presentarse en cualquier momento del día y ser desencadenadas sin causa aparente o por el llanto, aire frío, ingestión de líquidos, comida o contacto con irritantes como el humo del cigarro. Lograr una comunicación adecuada, explicar bien las características de la tos, el tiempo de duración del síndrome, que abarca aproximadamente tres meses. La alimentación debe ser en pequeñas comidas, pero más frecuentes, para evitar los vómitos. No deben administrarse jarabes para la tos, ni salbutamol, esteroides, ni vaporizaciones, debido a que no han demostrado ser eficaces y en algunos pacientes pueden desencadenar la crisis.









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Oscar Rosales dijo:
1
22 de diciembre de 2014
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Juan Antonio Gómez Rivero Respondió:
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DMV dijo:
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adrian ontiveros dijo:
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Dr.glen-Guatemala dijo:
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teran maybelis dijo:
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maryory dijo:
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