Ají pica al que ají come

Cuando una nación obtiene la organización de un evento deportivo internacional, se compromete --según las reglas del Comité Olímpico Internacional (COI)-- a recibir a todos los que tengan el derecho de asistir, tras habérselo ganado en una justa clasificatoria, por su lugar en el ranking mundial del deporte en cuestión, o simplemente por invitación.

El Clásico Mundial de Beisbol no está regido por las normas del COI, pero debe seguir un comportamiento similar para crear una atmósfera de fraternidad y juego limpio entre sus 20 naciones representadas, que actúan bajo las reglas --bastante limitadas-- de  qué tiempo pueden salir al terreno los firmados por la Mayor League Beisbol (MLB) estadounidense.

Poniendo al descubierto su arrogancia, dirigentes del Gobierno  en ese país se abrogan –una y otra vez-- el derecho de admitir o no la entrada en tierra norteña. Por ejemplo, años atrás el equipo masculino cubano de voleibol debió ir a un evento clasificatorio y, después  de obligarlo a solicitar las visas en un tercer país, República Dominicana, el resultado fue que, tras esperar varios días en territorio quisqueyano, no obtuvieron el permiso y se perdieron el certamen.

Ahora, el congresista republicano Mario Díaz Balart, en una misiva, solicitó información por estar "horrorizado con la decisión de la administración Biden de permitir que el régimen de Cuba exporte su vergonzosa explotación de jugadores de béisbol a Estados Unidos".

Seguro que apoyará la manifestación en contra del Team Asere, anunciada para cuando salga este domingo a la grama de Miami, optando por la agresividad al verse ignorado en su perreta.

Balart, fiel compinche del expresidente Donald Trump --quien anunció que el próximo martes es posible que vaya preso para declarar sobre 300 000 dólares dejados de reportar, que recibió junto a su familia, de parte de gobiernos extranjeros-- no recuerda la reacción sufrida por el mandatario cuando invitó al equipo de la NBA, ganador de una temporada, y se negaron varios baloncestistas, entre ellos la estrella Stephen Curry, a asistir al homenaje en la Casa Blanca, en protesta por el racismo y la brutalidad policial del gobierno de Trump. Esa es la democracia que defiende Díaz Balart.

Así, tras las declaraciones del congresista se han colgado otros repetidores del mismo discurso, que, aunque dicen no ser renegados, insisten en protestar acerca del dinero que no solo ganará Cuba en el Clásico --como lo harán el resto de los participantes--  porque fue algo acordado por la MLB antes de empezar el torneo.

El elenco cubano tiene a muchos defensores dentro y fuera del estadio, no olvidar eso.