ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Su ADN de genio lo llevó a concebir y conquistar los más sorprendentes objetivos. Fue ganador de batallas y de guerras, lo mismo con fusiles que con ideas, y siempre tuvo en el periodismo y en la comunicación, acompañantes de gran valía.

Generalmente, sus estrategias de lucha contemplaron la comunicación como un punto importante para obtener la victoria.

En la Sierra Maestra, cuando a la comunidad internacional se le informó que «Fidel y su núcleo guerrillero, estaban muertos», el 17 de febrero de 1957, el periodista estadounidense, Herbert L. Matthews, del diario The New York Times, entrevistó al líder, para confirmar al mundo que el jefe guerrillero estaba vivo y combatiendo.

Fue aquella entrevista un ejemplo de que Fidel ya concebía al periodismo como necesario recurso para que, con ética y también osadía, se pudieran desmontar las mentiras convertidas en matriz de desinformación por la gran prensa al servicio de los intereses hegemónicos.

Esa estrategia militar y comunicativa fue atacada por personeros de la dictadura de Fulgencio Batista, que calificaron la entrevista como una farsa, y hasta retaron a su autor a publicar alguna foto.

La respuesta fue demoledora: la entrevista apareció en la primera plana del The New York Times, el 24 de febrero de 1957; los días 25 y 26 aparecieron otros dos artículos y, el 28, se publicó la foto en el Times.

«Llevamos 79 días peleando y estamos más fuertes que nunca», dijo Fidel al reportero estadounidense. Aquella estrategia evidenció ante el mundo que, con la verdad y la transparencia, se pueden asestar los más contundentes golpes a quienes, desde entonces, asumieron la bandera de la mentira en su plan de destruir a la Revolución Cubana.

En la propia Sierra Maestra, quizá en los momentos más difíciles y al calor de intensos combates, Fidel ideó, junto al Che Guevara, contar con un medio de comunicación –Radio Rebelde– para informar al pueblo la verdad sobre aquella gran hazaña, y contrarrestar las campañas fabricadas por la dictadura o las importadas desde ee. uu.

Tras el triunfo de la Revolución, cuando aún no habían transcurrido dos semanas, el Gobierno estadounidense, con el uso del monopolio de los grandes medios, desarrolló una maniobra en la que acusaba a Fidel de «convertir a Cuba en un baño de sangre».

La campaña se vino abajo cuando el líder respondió con la conocida Operación Verdad, momento en que su genio brilló en toda su estatura. Así, en fecha tan temprana como el 21 de enero del propio 1959, convocó al pueblo, frente al Palacio Presidencial, y habló a más de un millón de cubanos convertidos en tribunal popular, para decidir si eran justos o no los juicios de los tribunales revolucionarios y las sanciones contra los más connotados criminales de la tiranía de Batista.

Fidel, dirigiéndose a los periodistas allí presentes, dijo: «Imaginad un jurado de un millón de hombres y mujeres de todas las clases sociales, de todas las creencias religiosas, de todas las ideas políticas (…) Y voy a hacer una pregunta a ese jurado: “Los que estén de acuerdo con la justicia que se está aplicando, los que estén de acuerdo con que los esbirros sean fusilados, que levanten la mano”».

Unánimemente la gigantesca multitud levantó sus manos, y Fidel expresó: «¡El jurado de un millón de cubanos de todas las ideas y de todas las clases sociales, ha votado!».

La conocida Operación Verdad, ideada por el líder cubano y con el auspicio de las principales instituciones de periodistas, fue la expresión más rotunda de cómo el Comandante en Jefe, incorporando los medios de prensa a la tarea de llevar adelante el proyecto de país que se construía, aglutinaba fuerzas del pueblo en lo que ya el 8 de enero de 1959, al llegar en la Caravana de la Libertad a La Habana, había calificado como la etapa más difícil del proceso revolucionario.  

Fidel anunció la invitación a la prensa internacional, principalmente de Estados Unidos, América Latina y Europa para que viesen, con sus propios ojos, el diluvio de mentiras y calumnias que los grandes medios de comunicación, agrupados en la Sociedad Interamericana de Prensa, publicaban a diario.

Colegas de 20 importantes ciudades de EE. UU. asistieron a la convocatoria, entre ellos Jules Dubois, del Chicago Tribune, de quien, algún tiempo después, se supo que era coronel de la CIA.

En el proceso de construcción revolucionaria, Fidel continuó y amplió su relación con los medios.

Ante grandes desafíos, creó formas y vías de comunicación, a sabiendas de que un pueblo bien informado, es un pueblo capaz de luchar y vencer en las más complicadas circunstancias. 

Ese es Fidel, no lo dudemos. Y lo seguirá siendo en esta batalla que se libra con su liderazgo, y la estrategia que concibió y nos dejó como guía para el triunfo.  

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