
Mucho se dice que leer es abrirse a la oportunidad de otras vidas: ser quien nunca serás, estar en sitios donde nunca posarás tus pies, viajar a otras épocas, pasadas y futuras. Pero quizá lo más conmovedor de la lectura sea justamente lo contrario, hallarse en letras ajenas, sentir que es de ti de quien se habla, que te han regalado la palabra exacta para lo que estás sintiendo.
Tal virtud tiene La fragmentada memoria (Editorial Letras Cubanas, 2016), un libro de la poeta Yanira Marimón, en el cual cada texto nos ofrece, con la sencillez de quien no lo pretende, pistas esenciales sobre este atroz y divino proyecto que es nacer, / transcurrir en el tiempo.
En el prólogo del volumen, Derbys Domínguez exalta «el embrujo y el poder magnético, casi arrobador» de esta poesía: «Yanira quiere ser, y lo consigue a través de su poética, una fotógrafa de la esencia interior que conforma el país y lo hace diferente al resto de los archipiélagos del mundo. Su propósito es captar la dulce aspereza de la que está confeccionada esa sustancia, retratándola desde adentro con una cámara de palabras sin flash, automática».
Los poemas de Yanira están marcados irremediablemente por la melancolía de Matanzas, por el cercano rumor del agua; por las partidas, el exilio y la muerte; por las difíciles preguntas que impone el ejercicio de la maternidad; por todo aquello que nos inquieta a partir de que pensamos por primera vez en ese ahora en que mi cuerpo comenzará a decrecer, / a buscar calladamente la tierra.
La fragmentada memoria no está escrito desde ni para la derrota, a pesar de (y por) un verso como «yo solo puedo cantar a los vencidos»; es, más bien, un sutil y hermoso monumento a la resistencia de todos los días: «Mi madre y yo –se lee en uno de los poemas– detenemos la muerte a golpe de ser muros».
Bajo la sobrevivencia, para la que a veces se precisa una considerable cuota de valor, hay una vocación de siglos, una fe, la de quienes pertenecen a esa «raza extraña que aún cree en el amor», los que se aprehenden a la vida / con la persistencia de la ola / que va desgastando la roca hasta volverla arena; aquellos que tienen «la manía de sobrevivir a todo porque quizás mañana…».
Hay en textos como Puertas, una invitación a entender lo que tiene de poético la vida, que no quiere decir ignorar sus golpes y tristezas: «Percibir los umbrales que te conducen inexorablemente a la densidad de la luz, al vuelo continuado hacia otro tiempo. Creer en las puertas que se abren con cada final: el de las edades, el del amor, el de las sangrantes heridas».
Yanira Marimón es, sin aspavientos ni imposturas, una voz imprescindible de la poesía cubana contemporánea, se advierte en sus libros, que siempre son contundentes; y en cada poema suyo que deviene, aun separado del conjunto, Antídoto: Contra mi tristeza / el canto de los pájaros / y la mañana.









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