
Si sabidas, y caladas hasta lo más profundo de las almas sensibles, son las bellezas pintadas por José Martí en el libro que dedicara a su hijo José Francisco, desde el Prólogo hasta el punto final con que cierra Ismaelillo, no lo son menos las que escribiera para aludir al poemario que le sirviera de refugio cuando la desventura lo espantó de todo.
Resuelto el autor a no vender uno solo de sus ejemplares, tirados en la imprenta de Thompson y Moreau, en Nueva York (1882), Ismaelillo fue ofrecido a muchos amigos, no sin antes expresarles la personal trascendencia del obsequio.
«Acabo de publicar un pequeño libro, no para beneficiarme con ello, sino para regalarlo a aquellos a quienes amo, en nombre de mi hijo, que es mi señor: es la novela de mis amores con mi hijo; uno se cansa de leer tantas novelas de amor con mujeres», escribió a Charles A. Dana. Y a Vidal Morales: «(…) también le mando mi Ismaelillo. No es colección de mis versos, como le han dicho, amigo mío. Antes quiero yo hacer colección de mis obras que de mis versos. (…) Ni la pongo a la venta, porque son cosa íntima, y me repugna vender obras de afecto. Ni se parece a lo demás que he hecho. Fue como la visita de una musa nueva. Y ya estoy avergonzado de ver esa sencillez en letras de imprenta».
A Gabriel de Zéndegui, en julio de 1882, le expresaba, refiriéndose a los versos: «Ya los tendrás, aunque no son buenos los tiempos para ello, y verás cómo la vida es fruta áspera, que rompe los labios –y los hijos son urnas de bálsamo–. No sé si he acertado a dar forma artística al tropel de visiones aladas que cuando pienso en él me danzan en torno a la frente. –Ni si esa vez, que dormí en almohada de rosas, pudo olvidar mi cabeza la almohada de piedra en que usualmente duerme–». Y al propio destinatario le escribiría meses después, al saber que lo creyó capaz de molestarse por no haberle parecido el poemario «cosa maravillosa». «Dime que no soy bueno, o que no vivo enamorado del bien de los hombres, y me enojaré porque sería injusticia; pero de cuanto yo escribo dime cuanto te parezca cierto, útil a mí (…)».
Es Caracas la tierra que ve nacer estos 15 poemas compuestos por versos de arte menor, cuyas palabras introductorias depositan en el infante la tan añorada fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud. Junto a la joya lírica que es el cuaderno, Ismaelillo resulta también un tratado de la integridad paterna que coloca en el hijo lo más limpio de la condición humana a modo de recomendación ejemplar.
Más allá del amor fraguado en los tantos giros poéticos para nombrar al «hijo del alma» –recordemos rosilla nueva, musa traviesa, mi labriego, mi despensero– está la probidad de la conducta que, en ademán salvador, transmite el padre al pequeño para bien de su existencia.
Tras el prólogo, el poemario abre con una fiesta engalanada de imágenes y ritmos exquisitos, sin que falte la postura a la vez dócil (frente al niño) e intransigente (frente al deber): Él para mí es corona, / Almohada, espuela. /Mi mano, que así embrida / Potros y hienas, /Va, mansa y obediente, / Donde él la lleva.
Allí hallará el lector la preferencia paterna por los brazos del hijo, el recuerdo sagrado de su breve compañía, la persistencia del pequeño en los sueños, la presencia absoluta más allá de la ausencia: No es, no, la luz del día / La que me llama, / Sino tus manecitas / En mi almohada. / Me hablan de que estás lejos: / ¡Locuras me hablan! /Ellos tienen tu sombra; / ¡Yo tengo tu alma!
Por donde quiera que se abra, Ismaelillo destila junto al primor, entereza. Para comprobarlo basta hacer la prueba y veremos de la mano del amor paterno al hombre íntegro, en su condición formativa y redentora.
Con el deseo de que estas líneas nos lleven una vez más a las páginas martianas, sellémoslas con estos versos memorables, que recoge Ismaelillo, los que dejan, a juzgar por su talla, la certeza de que nuestro Martí se reedita cada vez que el decoro, hecho persona, vuelve a contemplarlas.
Mas si amar piensas / El amarillo / Rey de los hombres, / ¡Muere conmigo! / ¿Vivir impuro? / ¡No vivas, hijo!









COMENTAR
Celia dijo:
1
8 de enero de 2020
10:16:21
Marcelo Pérez dijo:
2
8 de enero de 2020
20:13:04
Responder comentario