ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Madeleine Sautié Rodríguez

El día en que hice mío un ejemplar del libro Bolaño por sí mismo (Entrevistas escogidas, con selección y edición de Andrés Braithwaite y prólogo de Juan Villoro, Editorial Casa de las Américas) escribí en mi cuenta de Facebook más o menos esto: Llevo a casa algo así como un dulce largamente apetecido que degustaré en las noches como premio después del trabajo.

Para asegurar tal idea solo tenía algunos adelantos ofrecidos por Jorge Fornet, en la presentación que tuviera el libro en Casa de las Américas, hace a lo sumo dos años, alguna que otra lectura de sus alocuciones y por supuesto, la garantía de que el entrevistado, nacido en Chile en 1953 y fallecido en el 2003 era el autor de las novelas Los detectives salvajes (merecedora de los premios Herralde y Rómulo Gallegos) y 2666, publicada póstumamente.

Recuérdese que ambas obras junto a Estrella distante, también de su autoría, se ubican entre los 15 primeros puestos de la lista que recoge los cien mejores títulos en lengua española de los últimos 25 años, que en el 2007 elaboraran 81 escritores de España y Latinoamérica.

El texto que tendrá en sus manos el lector con solo llegarse a la librería de la Casa, y con seguridad a otras del país, por el precio de ocho pesos (CUP), le pondrá de frente a este hombre enigmático e impredecible, radicado en Cataluña desde 1977 y considerado uno de los más prestigiosos escritores de la lengua.

Incluso teniendo el lector referencias de las reacciones insospechadas de Bolaño, el recorrido por estas páginas lo llevará de sorpresa en sorpresa, sin necesidad de localizar el fragmento donde el asombro es más elocuente. Tras el espasmo vendrá la necesidad de buscar o volver a la obra del creador infra, en correspondencia con el infrarrealismo, movimiento poético que buscaba la poesía libre y personal y que fundara en México, en 1975, junto a otros jóvenes, entre ellos, Mario Santiago Papasquiaro y José Vicente Anaya.

No con demasiado esfuerzo quien sepa de su voz enronquecida y su pasión por el cigarro, más que leerlo, lo escuchará hablar entre bocanadas de humo y acentos graves. «No sé quién soy, pero sé lo que hago y, sobre todo, sé lo que no hago ni haré jamás».

A la pregunta de ¿Eres ex algo?, responde: «Bueno, soy ex lector de algunos escritores, de algunos poetas». Y después, tras asegurar que saber hacerse de enemigos es más que un arte, una maldición, dice: «hay dos o tres que tienen cierto peso, de esos enemigos que hay que cuidar, porque es un orgullo tenerlos como enemigos. (…) el resto no son más que enemigos gratuitos, gente que se engancha (en este caso de forma beligerante) a un destino que ni les pertenece ni entienden».

Le hubiera gustado parecerse a Sherlock Holmes, al capitán Nemo, y a Julien Sorel,  y aseguró que casi nunca pensaba en sus lectores ni le preocupaban las listas de ventas de sus libros. «Me conmueven los lectores a secas. Los que aún se atreven a leer el Diccionario filosófico de Voltaire, que es una de las obras más amenas y modernas que conozco. Me conmueven los jóvenes de hierro que leen a Cortázar y Parra, tal como los leí yo y como intento seguir leyéndolos. Me conmueven los jóvenes que se duermen con un libro debajo de la cabeza. Un libro es la mejor almohada que existe».

¿Escribir a mano?, indaga una interlocutora: «La poesía, sí. Lo demás en una vieja computadora de 1993». Y sobre el provecho que ha recibido de las bellas letras subraya: «A mí la literatura me ha servido básicamente para leer. En el momento en que decido que voy a ser escritor, me pongo a leer (…).

Y en mi vida que ha sido más bien nómada y de una pobreza extrema en ocasiones, leer (…) ha sido mi soberanía y mi elegancia».

El tema en él es inagotable. «Los momentos de felicidad absoluta casi no son literaturizables, excepto si eres un escritor como Tolstoi, pero incluso sus mejores páginas son sobre la infelicidad».

Mucho de lo que se busca y hasta de lo que se ignora se llevará consigo quien se lance a esta aventura bolañesca, cargada de belleza, sarcasmo, excelencia e ironías. Cerremos el convite con este apunte que nos deja en la sección Balas pasadas del libro, este creador de Nuestra América que dijo tener «un tipo de sangre que solo tienen los que han escrito Los detectives salvajes».

«Sin sueños no hay literatura. (…) No solo diría que sin sueños no hay literatura, sino que sin sueños no hay vida. Lo más probable es que la carencia de sueños en una vida conduzca a la locura. El sueño es como el psiquiatra que cada noche te está curando».

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.