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Los santos inocentes, la obra mayor del realizador. Foto: Fotograma de la Película

Si bien es un escritor cuya obra podría alimentar mucho cine, pese a que sus textos no resulten fáciles de trasladar a imágenes, el Premio Nobel de Literatura de 1989, Camilo José Cela, no ha tenido en la pantalla, hasta el momento, la huella cuantitativamente auspiciosa que cabría esperarse.

Sin embargo, hay un filme de Mario Camus basado en su novela homónima, que vale por todo cuanto no se ha hecho: La colmena. Cela lo desaprobó, pero eso no importa. Es una gran película.

Esta gema de 1982 –Oso de Oro en Berlín, y cuyo extenso travelling de cierre por las mesas del Café La Delicia suelo ilustrar como buen ejemplo de esa técnica cinematográfica–, es uno de los títulos más brillantes del director español, agudo cronista social e invariable adaptador literario, quien naciera el 20 de abril de 1935 –hizo ayer 90 años–, y muriese el 18 de septiembre de 2021.

El fallecido Ángel Fernández Santos, notable crítico de cine de la lengua castellana, recordó en 2002, en el diario El País: «En La colmena, Camus nos ofreció uno de sus recitales de inteligencia cinematográfica (…). El costumbrismo madrileñista saltó hecho trizas y dejó paso a una captura libre de tipos y paisajes que prefijaron estilísticamente a Los santos inocentes, obra vital del cine español, inimaginable sin La colmena».

Los santos inocentes (1984) constituye la pieza cumbre de la filmografía del realizador. Inspirada en la novela homónima de Miguel Delibes, resulta una película feroz, brutal, cruda, rabiosa, hermosa, triste, delicada, humanísima sobre la injusticia, las desigualdades sociales, la humillación, el dolor y el sufrimiento.

Las composiciones de Alfredo Landa y Francisco Rabal, ganadoras del Premio a la Mejor Interpretación en Cannes, son inolvidables.

No sé si la vio, mas, si lo hizo, el Bong Joon–ho de Snowpiercer y Parásitos debió amar esta película del también guionista, dramaturgo, poeta y narrador ibérico, Goya de Honor en 2011.

La colmena y Los santos inocentes constituyen el pináculo artístico de la filmografía del realizador cántabro. Premio Nacional de Cinematografía de 1985, en su carrera hay otro puñado de títulos de cierto interés, como Young Sánchez (1963), Con el viento solano (1965), Volver a vivir (1968) o Los días del pasado (1978).

En una trayectoria artística basculante entre lo autoral y lo comercial, la pantalla de Camus dio lugar, asimismo, a películas intrascendentes a la manera de La vuelta del coyote o La ciudad de los prodigios, como también a westerns, melodramas y acartonados dramas musicales de encargo para Raphael y Sara Montiel.

Partícipe del llamado Nuevo Cine Español junto a Carlos Saura, José Luis Borau, Manuel Picazo, Basilio Martín Patino, Manuel Summers, Pedro Olea o Julio Diamante, el cineasta estrenó 30 largometrajes durante el plazo corrido entre 1963 y 2007. A ello añadió ingente labor en el guion y/o dirección de series.

Su quehacer en tal sentido, para la televisión española contempla Cuentos y leyendas, Curro Jiménez, Los camioneros, Los desastres de la guerra, Si las piedras hablaran, La forja de un rebelde, Conozca usted España o la formidable Fortunata y Jacinta (1980).

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