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Fotograma de El misterio de Salem´s Lot. Foto: filmaffinity.com

La obra literaria de Stephen King y el cine (como también las series) han estado estrechamente vinculados, desde que el escritor estadounidense publicase Carrie, en 1974, cuya adaptación a la pantalla corrió a cargo de Brian de Palma, par de años después.

El misterio de Salem's Lot, su segunda novela, fue convertida en miniserie por la cbs. Este trabajo televisivo– de dos episodios–, estrenado por esa cadena generalista en 1979, representa, hasta hoy, la adaptación más feliz del referido libro del «Rey del Terror».

Tobe Hooper, realizador de la miniserie, se había hecho de un nombre en la industria gracias a La matanza de Texas (1974), una cinta de muy bajo presupuesto y alta recaudación, la cual revolucionó el slasher. Este es el subgénero de películas de asesinos que practican sus carnicerías con motosierras, navajas, machetes…

Ese director comprendió el espíritu del texto de King y regaló una pieza de solvente traducción narrativa y visual, con cierto destaque cuando se habla del vampirismo en el audiovisual anglosajón.

Más novedosa que la primera en el plano técnico, y también fiel al original en términos de adaptación, resultó la posterior versión de 2004, igualmente en formato de miniserie en dos capítulos. El trabajo de Mikael Salomon para la cadena tnt, aún se visiona con algún placer dos décadas después, tiempo que en el género son siglos.

El misterio de Salem's Lot (dirigida por Gary Dauberman en 2024 y estrenada recientemente en la Televisión Cubana) representa la segunda traslación cinematográfica del referido libro de King, pues hubo antes un inclasificable largometraje de Larry Cohen en 1987.

Los amantes del terror –y del subgénero vampírico de forma especial– reconocerán de inmediato la icónica historia del escritor Ben Mears y su regreso al pueblo de Salem's Lot, sitio donde será testigo de un grupo de desapariciones relacionadas con una extraña presencia.

Esta película tiene dos formas de apreciarla y pensarla: la primera sería atrincherados en la experiencia receptiva de haber visto miles de horas de cine de vampiros, donadas a la memoria universal por Murnau, Browning, Dreyer, Herzog, Coppola, Jordan, Alfredson, Ferrrara, Jarmusch, Park Chan-wook y tantos otros.

Si se repara en las maravillas generadas por algunos de ellos, varias de las cuales son grandes obras, por efecto de comparación El misterio de Salem's Lot quedaría reducida automáticamente a un peldaño valorativo ínfimo. Pareciera que, en parte, es lo que ha sucedido, al constatarse la agresiva forma con que la crítica la recibió.

La segunda forma de recibirla sería pensando en la inocencia visual de jóvenes generaciones de espectadores que, en no pocos casos, ni han leído a Drácula (el vampiro del filme bastante le debe al original de Bram Stoker) ni el libro de Stephen King ni mucho menos han visto las obras de los realizadores antes mencionados u otros.

Aunque no lo han expresado abiertamente, creo que los creadores del filme pensaron en semejante público, al cual se dirigen con cariño, mediante el candor –hoy día ya no muy observable– de la Serie b. El misterio de Salem's Lot cumple una función de mediación propositiva, para que los actuales receptores del subgénero se dirijan a las fuentes primarias, a las bases del género, a los maestros. Y eso también vale.

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