ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Fotograma de La novicia jardinera Foto: Fotograma de la Película

«En los largos días estivales, una mariposa nace a las siete de la mañana y muere a las seis de la tarde ¿Cómo podrá comprender el significado de la palabra noche?», se pregunta el personaje de Camila (Susú Pecoraro), enamorada de un sacerdote, en la película homónima de María Luisa Bemberg, estrenada en 1984.

Aunque debido a las normas clericales, las convenciones de inicios del siglo XX y la enfermedad, acaso no podrá entender todas las prolongaciones de ese sentimiento, el significado de la palabra amor sí será comprendido por Adelina (Andrea Doimeadiós) en el cortometraje exhibido en la televisión La novicia jardinera, dirigido y escrito por Arturo Sotto para 2022, a partir de un cuento propio.

Ella, internada en un claustro de monjas, desea amar, con vehemencia; –e intentar expresar su pensamiento en la letra– es su «punible» pecado. Pero el platónico amor de la joven resultará tan fugaz como la vida de la mariposa del filme de la Bemberg.

Adelina ama y desea con frenesí al clérigo Gabriel (Daniel Romero). Él no tendrá la posibilidad de otro cura, el del filme El crimen del padre Amaro (Carlos Carrera, 2002), de atraer a la amada a sus brazos. Lo más cercano a algo pasional aquí es la secuencia –gozosamente filmada, editada e interpretada– del confesorio, cuando ella le revela su atracción al monje y él enardece. También el párroco delirará de dicha/locura cuando junte los mensajes que Adelina le dejase entre las rosas: esta última una de las soluciones argumentales más bellas, líricas, concebidas en el cortometraje.

Ambos no podrán permanecer juntos en el tiempo, porque la gripe española acabará con la vida del joven. Pero el amor que los unió en tan corto lapso sobrepasará el arco de sus vidas, del convento y su época, a través del libro que recopila los mensajes del rosal.

Casi todo en La novicia jardinera podría estar al borde de cruzar la delgada línea de lo cursi, o del melodrama ramplón, pero la redime la ternura de su historia, la verdad de unos personajes que se conocen en medio de una época cuando se creía que iba a perecer la humanidad (lo mismo que cuando fue filmado el corto, en plena COVID-19) y la ductilidad interpretativa de Andrea Doimeadiós.

Brilla durante la secuencia en que observa al sacerdote, mientras él documenta a las monjas sobre la gripe española. En ese rostro de la actriz, transmutado en un mapamundi de emociones, alborozo y asombro, hay algo de la Olivia Hussey que contempla a Leonard Whiting en el Romeo y Julieta de Zeffirelli (1968) y, también, del arrobo travieso de las niñas de Le pupille (Alice Rohrwacher, 2022), recluidas en un orfanato católico durante la ii Guerra Mundial.

Con este último mediometraje italiano, de formas expresivas intencionalmente supeditadas a una tesitura que colinda con lo nostálgico, lo retro y lo admirativo hacia la tradición cinematográfica, el cortometraje del director de Amor vertical comparte tanto la vocación estilística como la fe de ir a contrapelo de tendencias o modas. E igual, la intención de reparar mucho menos en el limitado presupuesto que en el goce de germinar un relato del que cuanto permanecerá en la retina serán los pedazos de vida, tan límpidos, tan entrañables, recortados sobre el candor de sus fotogramas.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.

Bárbara Martinez Molina dijo:

1

20 de mayo de 2024

22:24:51


Un comentario muy acertado y profundo. Felicitaciones

William dijo:

2

21 de mayo de 2024

09:36:46


En un mismo día dos artículos sobre cine en Granma me parece excesivo cuando esperamos siempre comentarios sobre economía e ideología

Alina Rodriguez dijo:

3

21 de mayo de 2024

18:48:45


Una pelicula cubana diferente, y muy triste. Gracias por este articulo