En Argentina se sufre hoy uno de los mayores atropellos culturales de la historia contemporánea. De forma específica, lastimar su cine es algo tan lamentable como paradójico, si se tiene en cuenta que esa pantalla se granjeó, por su producción reciente, señalados reconocimientos de los festivales clase a y de las revistas especializadas, o que la recepción nacional en taquilla resultó favorable en 2023.
Contrasentido mayúsculo en tiempos de bonanza semejante, el mandato del ultraderechista Javier Milei ennegrece, con nubarrones de desesperanza, el presente y el futuro del séptimo arte en la nación austral. Luego de erigirse Presidente, el hombrecillo de la motosierra fue con todo contra el cine y su gente, e hizo caso omiso de las constantes reclamaciones de prestigiosos creadores locales.
«Reducción drástica del financiamiento al cine» es, pese a su dureza, el eufemismo oficial de su administración para calificar lo que en la práctica representa, más bien, el abandono absoluto de un emblema cultural histórico de Argentina.
La retórica manipuladora de este Gobierno se expresa, abiertamente, cuando su Secretaría de Cultura enarbola una perla como la siguiente: «Se terminaron los años en que se financiaban los festivales de cine con el hambre de miles de chicos». Afirmar eso, en un país que ahora exhibe un 60 % de pobreza, según datos de abril de 2024, supone colosal contradicción y muestra de cinismo de antología.
A la anterior sandez, los miembros del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) replicaron, por la voz de su representante sindical, Ingrid Urrutia, quien expresó: «Mientras les quita la comida a los comedores populares y congela las jubilaciones, dice que los festivales de cine les sacan los medicamentos a los jubilados y son culpables del hambre de las niñeces».
La designación presidencial, el 28 de febrero de 2024, del economista –y neófito total en temas cinematográficos–, Carlos Luis Pirovano, al frente del Incaa, es aviesa, artera y dirigida de forma directa a la implosión de la estructura. El pasado 11 de abril suspendió la financiación de películas, por un lapso inicial de 90 días.
Además del despido, hasta el momento, de 231 personas, las medidas entronizadas por el encomendado Pirovano entrañan la congelación de la asistencia a un sector que genera más de 650 000 puestos de trabajo directos e indirectos, amén de 300 000 puestos anexos.
El gris exfuncionario macrista, ubicado por Milei como presidente del Incaa, se propone clausurar las plataformas digitales de contenidos audiovisuales nacionales (Cine.Ar y Cine.Ar Play), cerrar y privatizar el cine Gaumont (dedicado a la exhibición de filmes argentinos), privatizar la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (en la que se formaron figuras como Lucrecia Martel, Fabián Bielinsky, Sandra Gugliotta, Lucía Puenzo, Tristán Bauer, Jorge Gaggero o Vanessa Ragone), y desfinanciar citas, programas o eventos como el Festival de Mar de Plata (de clase a) o Ventana Sur.
En marzo, recién promovido, Pirovano redujo gastos por 1 800 millones de pesos. El 14 de ese mes, casi 30 días antes de anunciarse el cese de la financiación de películas por su desmantelado Incaa, el sector audiovisual organizó una protesta, cuya respuesta por la policía bonaerense fue a base de gases y golpes contra los manifestantes.
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