
SANTIAGO DE Cuba.— Cada 26 de julio exalta en los santiagueros ese orgullo legado por la historia iniciada por Fidel en el Moncada, y que tras el triunfo revolucionario se privilegian de mantener con tesón y dignidad en cada realización, como compromiso perenne con la patria, sus héroes y mártires.
Como diría la máster Martha Hernández Cobas, especialista de la Oficina del Conservador de la Ciudad en el cementerio Santa Ifigenia, “se nace con eso, pasa a ser parte de ti como tus nombres y apellidos, como la propia sangre que corre por nuestras venas, como un amor irrenunciable.
“Yo soy de las decenas de miles de niños y niñas —argumenta—, que cursaron toda la primaria en la Ciudad Escolar 26 de Julio, erigida en la otrora fortaleza, de los pioneros que reeditábamos simbólicamente el asalto, que una vez jóvenes y adultos seguimos presenciando en hermosa tradición”.
Para acercarse más ella se licenció en Historia, no dudó en adentrarse en la investigación patrimonial y recibió como un regalo la designación en ese museo a cielo abierto, que atesora los restos de más de 30 generales independentistas, de Mariana Grajales, Frank País y personalidades de la cultura.
“Especialmente —destaca—, constituye un privilegio custodiar el mausoleo del Héroe Nacional José Martí, y el mausoleo donde descansan 38 mártires del Moncada y Haydée Santamaría, lo cual nos impone estudiar diariamente la estrecha relación entre el autor intelectual y los protagonistas de la heroica acción dirigida por Fidel.

“Personalmente —confiesa—, lo hago con ese amor que transmitía el inolvidable Comandante de la Revolución Juan Almeida cada vez que nos visitaba, para no fallarle a Raúl, quien al venir se convierte en el mejor guía acerca de aquel suceso, en un libro para disfrutar sus fascinantes relatos.
“Esta es mi vida, y así lo he inculcado en el corazón de quienes trabajan conmigo. El pueblo cubano nos lo ha confiado y nuestro primer deber es recorrer diariamente el mausoleo de Martí y el de los moncadistas, para que nada les falte, que siempre tengan flores, que brillen sus mármoles y tremolen sus banderas”.
LATIENDO EN EL CORAZÓN
Tales sentimientos, prendidos desde temprana edad suelen trazar conductas y metas como le sucedió a Dairon Mengana Mustelier, joven de 18 años de edad que acaba de convertirse en el Graduado Más Integral en la especialidad de maestro primario, de las escuelas pedagógicas santiagueras.
“Nací un 13 de agosto —refiere—, y eso bastó para crecer con Fidel, a la vez que la realización de mis estudios primarios con excelentes maestros en el seminternado Abel Santamaría, de la carretera del Caney, completó la percepción sobre la gesta moncadista y la motivación por contribuir a la formación de los niños”.

Igualmente, tal apego es himno y bandera patrios latiendo en el corazón de una extraordinaria mujer, que para orgullo de todos reina desde el 2006 en la velocidad de los juegos mundiales y paralímpicos, pues Junidis Castillo Castillo es la síntesis de la esperanza que aquel 26 de julio desafío los muros del Moncada.
“Mi felicidad parecía cercenada con el accidente que a los diez años me privó del brazo derecho, pero haber nacido para el deporte y las oportunidades garantizadas por la Revolución para cualquier persona, bastaban para corroborar el valor que Fidel y Raúl han sabido concederle al atleta cubano.
“Así lo siente mi corazón y salgo en toda competencia confiada en la victoria que luego me hace llorar, reír y brincar, pensando en que mi Comandante, mi Presidente y mi pueblo me están viendo, que disfrutarán conmigo lo bello que resulta escuchar nuestro himno y ver nuestra bandera bien alto, en el extranjero”.
Con un merecido descanso por las 26 semanas de embarazo planificado, Junidis confía en que la llegada del bebé la fortalezca aún más, para seguirle dando alegrones a nuestro pueblo, ahora doblemente feliz por el pequeño que late junto a su corazón.
ORGULLO EN LA POSTA-3

Tan vigente e imprescindible se revela en cada santiaguero, que Alfredo Pineda Rodríguez asegura que el Moncada cambió su vida. Aunque hace nueve años que trabaja allí como agente de seguridad del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, con la responsabilidad de custodiar la histórica Posta-3 asaltada por el comando de Fidel; la relación estrecha viene desde mucho antes.
“Nací a tres cuadras de aquí, y desde niño mi abuela me contaba del tiroteo escuchado aquella mañana de la Santa Ana, de ahí que muchas veces al amanecer pienso en el heroísmo de esos jóvenes, de una modestia como la del Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, asaltante de esta posta que un día llegó y me saludó con la mayor sencillez.
“Por eso esto es parte de mi vida. Aquí he profundizado en su significación con las guías del museo, y ver tantos niños, cubanos de todas partes, y extranjeros interesados en el acontecimiento, hacen que junto a la responsabilidad de defenderlo con la vida si es necesario, sienta por el Moncada un orgullo extraordinario”.
Pudo haber sido en cualquier otro lugar, pero esa extraordinaria visión de Fidel escogió a Santiago de Cuba, a su pueblo que supo proteger a los moncadistas, y que al paso de los años ha edificado con su actuación un monumento a la gesta que si bien es de todos los cubanos, como la vida misma resulta para los santiagueros.
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Eduardo dijo:
1
22 de julio de 2014
19:35:17
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