Cuba participa de los mejores rasgos comunes de América Latina, y la veo avanzando y con muchas oportunidades, sobre todo en algunos sectores de la producción. Me parece que, en primer lugar, tendría mucho para aportar en mecanismos de integración regional y, junto con los integrantes de esas experiencias, participar también de la búsqueda de acuerdos a escala global. Cuba está viviendo hoy una etapa importante de su historia, una etapa en la que van a empezar a ocurrir cosas nuevas, porque este es un pueblo inteligente y sabe que el mundo está cambiando y no puede ignorarlo.

Así declaró a la prensa este viernes el Excmo. Sr. Danilo Astori, ministro de Economía y Finanzas de la República Oriental del Uruguay, luego de impartir la conferencia magistral que inauguró el Coloquio de Ciencias Sociales —a sesionar hasta el próximo día 15 del actual mes— en la Universidad de La Habana, casa de altos estudios que por tercera vez multiplica el eco de la Feria Internacional del Libro en calidad de subsede. Y en esta conferencia inaugural, participaron también el Excmo. Sr. Raúl Fernando Sendic, vicepresidente de Uruguay —país invitado de honor a esta vigésimo quinta edición de la mayor fiesta literaria de Cuba—, la Sra. Ana Olivera, viceministra primera de Desarrollo Social y el Excmo. Sr. Ariel Bergamino, embajador de Uruguay en La Habana.
Astori—con el gancho de excelentes habilidades comunicativas y un back-ground cognoscitivo vasto sobre economía latinoamericana— puntualizó en sus declaraciones la prioridad de buscar oportunidades para aprovechar las potencialidades del área y actuar con inteligencia porque el mundo se está organizando, a partir de la labor de las grandes potencias sobre la base de mega-acuerdos mega-regionales. A estos últimos —dijo— no podemos estar ajenos, sino que “tenemos que estudiarlos, analizarlos y no refugiarnos en un aislamiento que seguramente no nos permitiría aprovechar las inmensas oportunidades del contexto internacional”.
El titular de Economía y Finanzas uruguayo remarcó las potencialidades de la región en el actual escenario, las que son perceptibles en materia de capacidades humana y material, en dotación de recursos —naturales y no naturales—, lo que le abre una enorme posibilidad de encontrar oportunidades en el mundo. A esas riquezas, añadió su condición de productora neta de alimentos y de materias primas —incluyendo las energéticas—,“productos que seguramente van a seguir gozando de una enorme demanda en el mundodel futuro”.
Y reflexionó:“¿quién puede negar la importancia que van a tener los alimentos para una población mundial creciente? ¿Quién puede ignorar que América Latina es la principal productora de alimentos del mundo? Si además consideramos que tenemos las mayores reservas de agua dulce de todo el planeta y un continente amigable con el medio ambiente, las perspectivas son muy positivas”.
En su opinión, un primer paso fundamental en la búsqueda de oportunidades apunta, sin duda, a la integración de los países latinoamericanos, sin que haya —en el intento de lanzarnos al mundo de “la globalización sin gobernanza”— ningún asomo de fragmentación entre nosotros. E instó a unaacumulación de fuerzas que, a su juicio, se llama “integración, en primer lugar regional, y luego, desde ella, buscar esas oportunidades en el mundo”.
En su disertación en la Universidad de La Habana acerca de las tendencias recientes y las perspectivas de la economía latinoamericana, esgrimió que América Latina es una, pero al mismo tiempo es múltiple y presenta una diversidad importante. Y si bien cuenta con las potencialidades mencionadas, resulta de igual manera la región con mayor desigualdad en el planeta. Ese par (unidad-diversidad) deviene una primera acotación, la segunda, conlleva a una ubicación en el “mapa mundis” de hoy, donde el orbe vive la etapa histórica de líneas arriba: “la globalización sin gobernanza que ha condenado a muerte la negociación multilateral”.
Asimismo, estableció un paralelismo entre ese fenómeno (la globalización) y el cambio climático, por tratarse —en su criterio— de un hecho irreversible, incontenible.
“¿Qué hacer ante una realidad de ese tipo?”, se preguntó y, convencido, dejó claro posteriormente que la vía más inteligente y positiva que tienen para ello las naciones del área está en reconocerlo para actuar.
De lo anterior, se impone elaborar una estrategia con orientaciones para trazar un rumbo común. Seis aspectos enunció en ese camino: el crecimiento inclusivo (donde nuestros países tienen que crecer sostenidamente sin desentenderse jamás de los más humildes, no puede ser al precio de la injusticia y la desigualdad); la promoción, el reconocimiento y protección de todos los derechos humanos; la apertura al mundo, en lugar de cerrarnos y vegetar en la mediocridad; la acumulación de fuerzas con la integración en calidad de plataforma de pensamiento; el mundo del trabajo, como síntesis fundamental de la visión que tenemos en cuanto a la realización del ser humano; y por último, la apuesta por la calidad y la excelencia en el marco de la transformación cultural.
Y en el ánimo de incentivar la creación de capacidades humanas, acentuó lo definitorio de la gestión de conocimientos.
“Empezó la era de las mega-negociaciones”, puntualizó al referirse a iniciativas regionales que se consolidan en el planeta. Y definió magistralmente, en apenas dos palabras, el mundo de hoy: volatilidad e incertidumbre. Por ese motivo, insistió más adelante, que el sendero para la apertura que se busca, se llama —a todas luces — integración.









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