El 24 Festival Internacional de Ballet ya es historia. Pero la última imagen, con la Maestra, sonriente y reverenciando al auditorio, rodeada de toda la compañía, los artistas invitados, y un público que ovacionaba una obra que es orgullo de Cuba constituyó el broche de oro de un magno encuentro que ya tiene 54 años.
La coda (gala de clausura en la sala Avellaneda, del Teatro Nacional) incluyó destacados nombres de la escena internacional y cubana, y aunque dejó grabados momentos para el recuerdo, adoleció, dado la calidad y pericia de los participantes, de esa pieza que hubiera regalado un toque de bravura. La selección —bastante variada en cuanto a estilos— fue, entonces, algo plana, aunque hermosa visualmente y muy bien bailada.
La magia de la danza se hizo sobre el escenario cuando la música de Jachaturián acercó el pas de deux Espartaco, que estremeció al teatro de aplausos, a la labor de una pareja del Ballet Nacional de Cuba (BNC): Yanela Piñera, sensual, perfecta y un Camilo Ramos que desborda destreza técnica y fuerza en el difícil rol.
Un soplo de excelencia demostraron otra vez Anette Delgado/Dani Hernández en Aguas primaverales; La muerte de un cisne, con el bailarín cubano Javier Torres (Northern Ballet) fue un fértil terreno donde demostró sus condiciones interpretativas; mientras que Verano porteño dejó una estela de buen arte al aparecer, en ella, Paloma Herrera (American Ballet Theater) acompañada por Juan Pablo Ledo (Ballet Estable del Teatro Colón).
Nuestro célebre José Manuel Carreño y Alexsandra Meijer (Ballet de San José, California) matizaron con su presencia la última función del Festival, en el hermoso pas de deux de Carmen; el conocido bailarín Joaquín de Luz (New York City Ballet) demostró su alta clase en el solo Cinco variaciones sobre un tema; Xiomara Reyes/Carlos López (American Ballet Theater) ofrecieron una interpretación fluida del Great Galloping Gottschalk. Un toque de lirismo y carisma regalaron los bailarines cubanos Joel Carreño/Yolanda Correa (Ballet Nacional de Noruega). El punto final de la noche lo pusieron Viengsay Valdés/Víctor Estévez con el talentoso pianista Marcos Madrigal en la escena, en una versión para una sola pareja de la conocida pieza de Vicente Nebrada Nuestros valses que aquí llegó como Valsette.
También pasaron por las tablas Nadia Muzica/Federico Fernández (Ballet Estable del Teatro Colón) en La Esmeralda, pas de deux; el muy joven integrante del Ballet Nacional de China: Qiu Yunting, en Motley; Claudia D’Antonio y Salvatore Manzo (Ballet del Teatro San Carlo, Nápoles) en Mia eterna primavera y los conocidos Natalia Berrios/José Manuel Ghiso, del Ballet de Santiago de Chile, en otra versión de Carmen.
Una gala donde se puso de manifiesto, nuevamente, la capacidad del BNC para enfrentar las disímiles tendencias danzarias, y reunirlas en una fiesta que es única de su tipo por el mundo. Hubo momentos cumbres en el Festival, de la mano de figuras de calibre universal.
Pero sería injusto si no se hiciera una mención y en mayúsculas a las primeras figuras, solistas, y en particular, al cuerpo de baile del Ballet Nacional de Cuba que, sin descanso, vistió los clásicos, estrenos y múltiples obras en las cuatro salas. ¡Qué poder de concentración, qué esfuerzo y nivel de esos jóvenes…! Una ovación sonora también para ellos que anónimamente mueven el espectáculo y le regalan el brillo necesario.
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uno mas dijo:
1
10 de noviembre de 2014
00:56:38
Alkait dijo:
2
10 de noviembre de 2014
08:42:30
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