Las escenas del 24 Festival Internacional de Ballet de La Habana, en las penúltimas jornadas, se pueblan de emociones y de esos pequeños poemas que con el movimiento esculpen los bailarines para el disfrute de todos.
Agradable fue constatar sobre la escena de la sala Avellaneda la cohesión de seis bailarines en torno a una pieza emblemática del conocido coreógrafo venezolano Vicente Nebrada (1930-2002), que constituyó su primer gran éxito internacional: Percusión para seis hombres. En la pieza, la energía física es llevada al límite en una danza que desprende agresividad, ternura. Sin historia que contar y permeado de una atmósfera lúdicra por instantes, seis excelentes bailarines del BNC: Alfredo Ibáñez, Serafín Castro, Alejandro Silva, Luis Valle y Camilo Ramos —de amplio decir en la escena— y el novel Yankiel Pujada, ¡que estuvo a la altura de ellos! a pesar de su juventud, bailaron con energía y retaron el espacio para imponer sus formas en este rejuego visual y sonoro en el que vibra también el pulso del creador.
Prólogo para una tragedia, esa joya coreográfica de Brian McDonald, resultó otro regalo. Basada en la tragedia de Shakespeare, el autor resalta en su coreografía la boda de Otelo (Luis Valle) y Desdémona (Anette Delgado), la amistad de Cassio (Víctor Estévez) y ya, desde ese prólogo las maquinaciones y bajas pasiones de Yago (Camilo Ramos), así como los preparativos de los festejos por este y su esposa Emilia (Aymara Vasallo).
El programa incluía también el estreno mundial de Gavotte, de Pedro Consuegra, que resulta un breve divertimento a partir de una “reconstrucción imaginada de una pieza bailada por la célebre bailarina Anna Pávlova con su compañía”.
Inspiradas en imágenes rescatadas del tiempo, la entrega muestra facetas del estilo interpretativo de Pávlova que fue interpretada dignamente por la talentosa joven Chanell Cabrera, junto a Francoise Llorente (Laurent Novikov) y un grupo de Polichinelas (cuerpo de baile).
En su breve entrega de Love fear loss pas de deux, los integrantes del Ballet Real de Flandes: Aki Saito/Wim Vanlessen acapararon fuertes ovaciones con su excelente decir escénico; el Tango, por el Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires, fue fértil terreno donde la afamada compañía exhibió un alto nivel; Caleidos, coreografía firmada por Alicia Alonso, de corte neoclásico y tintes novedosos; así como el tierno pas de deux As you like it, de John Neumeier, con Carolina Agüero (Ballet de Hamburgo) y el cubano Javier Torres (Northern Ballet), se sumaron a otra noche en la sala Avellaneda.
Cabe comentar, que a pesar de sus atractivos programas, no se llenó del todo, a diferencia del resto de los teatros. Quizá conspire la hora (9:00 p.m.) de las funciones allí, y, sobre todo, el difícil acceso de los espectadores al transporte, en una zona donde no hay mucha comunicación de rutas. Algo a tener en cuenta para otras ediciones (poner a disposición del pueblo un servicio especial, esos días, como sucede con la Feria del Libro, por ejemplo), para hacerlo más asequible y, por ende, pueda disfrutar del Festival un número mayor de espectadores.
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