De ella se seguirá hablando, no solo porque lo merece, sino porque su obra es inagotable, porque ya es una leyenda viva. Bienvenidos a la era de Omara Durand Elías, así como asistimos a la de Usain Bolt, o antes a la de Carl Lewis.
No necesita que se le compare con nadie, le basta con lo que sus piernas hacen en la pista, como si ella, el viento y la respiración de quien la guía, fueran lo único que existiera en el estadio cuando corre. Nadie ha convivido, ni de cerca, con ella en ese espacio. Gana sobrada y resueltamente.
Sin embargo, esa soledad es la más acompañada, aclamada y vitoreada. «Me siento orgullosa de que mi pueblo corra conmigo, lo siento en cada metro, yo corro para él, me entrego, sin límites, por él», le dijo a la prensa.
Omara Durand Elías ya no solo es una multicampeona, es un país que llena su pecho de emociones por la dicha de que la mejor paratleta del mundo sea de esta tierra. Cuánto orgullo por esa muchacha y cuánto por una nación que también tiene al único luchador con cuatro títulos olímpicos; al único equipo de voleibol con tres coronas bajo los cinco aros de manera consecutiva; al único hombre que ha ganado en unos Juegos 400 y 800 metros; al ser humano que más alto ha saltado desde sus propios pies, o que de aquí haya salido la primera campeona olímpica de Latinoamérica.
A la ocho veces campeona paralímpica, quien creció admirando a otra grande del Olimpo, Yipsy Moreno, y cuyo libro preferido es El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, le escuché decir, en Lima, hace dos años: «No hubiera sido nadie sin mi Revolución, no hubiera sido nadie sin Fidel. Yo soy fidelista hasta que deje de respirar».



Mimisma dijo:
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6 de septiembre de 2021
12:53:42
Omara Durand es nuestra Diosa del Olimpo, gracias por darle a Cuba tantas glorias.