Valerie Adams es cuatro veces medallista olímpica, con dos títulos áureos, uno de plata y otro de bronce; tiene, además, ocho títulos mundiales, con un lauro de segundo lugar y otro de tercero, a esa instancia. Su marca personal en la impulsión de la bala es de 21,24 metros. ¿Pero qué hacía la mejor deportista de Nueva Zelanda en los Juegos Paralímpicos? ¿Por qué las cámaras siguieron el tierno e infinito abrazo entre ella y la campeona paralímpica de F37 en la misma especialidad?
«Ella no solo es mi entrenadora, es mi guía y mi inspiración», solo esa frase de su hermana Lisa deja clara la presencia de la balista que más tiempo ha reinado en el círculo desde donde sus brazos botan el peso para recorrer los metros ganadores.
«Me dijo, sal y disfruta, diviértete y sonríe. Hemos trabajado mucho y bien, no hay nada que temer. Así lo hice. Cuando ya sabía que era la ganadora fue como si me pasara algo irreal, pero era lo más real del mundo, y Valerie estaba allí para demostrármelo, una vez más», dijo Lisa a la prensa en Tokio.
Corrió hacia ella y la abrazó tanto, que parecía que Valerie volvía a subir al podio, en el mismo estadio que la vio cuatro semanas antes cubrirse con la corona de bronce.
Lisa lanzó cuatro veces por encima del récord olímpico, el que dejó en 15,12, y ahora une esa marca al tope mundial, en su poder, que es de 15,50.
Ella y su hermana son dos de los 18 hijos que tuvo Sydney Adams. Es una familia amplia y deportiva, pues a las reinas de la bala se le unen Steve Adams, jugador profesional de baloncesto en la NBA de Estados Unidos, y otros dos varones se desempeñan en el mismo deporte, pero en el circuito rentado de Nueva Zelanda.
En 2017, Valerie fue investida, por la gobernadora Patsy Reddy, como Dama de la Orden al Mérito de Nueza Zelanda. Pero después de su abrazo, el pasado 29 de agosto, con Lisa, quien nació con parálisis cerebral, Dame Valerie es merecedora de la Orden por la vida.