20 de mayo de 2005
"LA CONDUCTA
DIFERENTE"
Palabras pronunciadas por
el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario
del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros, en la Tribuna Antimperialista
"José Martí", el 20 de mayo de 2005, "Año de la
Alternativa Bolivariana para las Américas".
(Versiones
Taquigráficas - Consejo de Estado)
Queridos compatriotas:
Lo que de inmediato les
leeré ha sido elaborado a partir de numerosos documentos de archivo.
He dispuesto para ello de brevísimo tiempo y contando con la
colaboración de varios compañeros, ya que prometí ayer tenerlo
listo para hoy a las 6:00 de la tarde. Opté por titularlo:
"LA CONDUCTA
DIFERENTE"
12 de abril de 1997: Explota
una bomba en la discoteca "Aché" del hotel Meliá
Cohíba. Era la primera acción de la serie de atentados
terroristas contra los hoteles ejecutada por la red montada en
Centroamérica por Luis Posada Carriles y financiada por la
Fundación Nacional Cubano Americana.
30 de abril de 1997: Fuerzas
especializadas del Ministerio del Interior logran desactivar una
carga explosiva descubierta en el piso 15 del Hotel Meliá Cohíba.
12 de julio de 1997: Se
producen dos explosiones casi simultáneas en los hoteles Capri y
Nacional. Cuatro personas resultaron heridas.
4 de agosto de 1997:
Explosión terrorista en el hotel Meliá Cohíba.
11 de agosto de 1997: La
Junta de Directores de la Fundación Nacional Cubano Americana
publica un mensaje triunfalista y cínico presentando textualmente
las bombas en los hoteles como "incidentes de rebeldía interna
que durante las últimas semanas se vienen sucediendo a través de
la Isla" y que "La Fundación Nacional Cubano
Americana […] respalda sin ambages ni reparos" tales actos.
4 de septiembre de 1997:
Explosiones en los hoteles Copacabana, Chateau y Tritón, y en La
Bodeguita del Medio. En el primero muere el joven turista italiano
Fabio di Celmo.
A partir de los actos
terroristas perpetrados desde el 17 de octubre de 1992 hasta el 30
de abril de 1997, se había confeccionado una lista de 13 graves
actos de esta índole, cometidos especialmente contra instalaciones
turísticas, financiados casi en su totalidad por la Fundación
Nacional Cubano Americana, y se elaboró un informe que se hizo
llegar al Presidente de Estados Unidos a través de una destacada
personalidad política que a principios de mayo realizó una visita
privada a Cuba.
Sobre tales hechos se
habían enviado igualmente numerosas notas al gobierno de Estados
Unidos a través de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La
Habana (SINA).
1º de octubre de 1997:
A las 11:00 p.m. se produce una llamada al MINREX de Michael Kozak,
Jefe de la SINA, para trasladar información procedente de un tercer
país que indicaba que podía tener lugar otro atentado con bomba en
una instalación turística de la localidad de la Habana, los días
primero o 2 de octubre, dentro de las próximas 24 horas, que
no podían dar por confirmada esa información, pero deseaban que la
conociéramos.
2 de octubre de 1997:
En horas de la mañana, fue citado al MINREX el Jefe de la SINA para
precisar detalles sobre la anterior información y agradecer
oficialmente la comunicación.
5 de octubre de 1997: Se
citó al Jefe de la SINA al MINREX para leerle y entregarle una
copia del siguiente mensaje:
"Con relación a la
información sobre el posible atentado con
bomba en una instalación turística de la Habana los días
primero y 2 de octubre, deseamos expresarles que aunque
no se produjo explosión alguna, se ha podido comprobar que
dicha información era rigurosamente exacta, y sus
características similares a los planes anteriores.
"Considerando que
pueda ser de interés y utilidad para las
autoridades norteamericanas, deseamos comunicarle que la fuente
que facilitó la misma demostró ser veraz. Se ha actuado con
la máxima discreción solicitada. Expresamos nuestro agradecimiento."
El Jefe de la SINA
respondió que la información que se le brindaba era útil; que
ellos la obtuvieron, pero que no era posible confirmarla pues se
trataba de un rumor; que ahora podrían confiar más en la fuente;
que viajaría a Washington el siguiente domingo y que llevaría esa
información que considera positiva; que si obtuvieran más de esta
fuente sabrían cómo actuar; que no habían descubierto nada más
en las investigaciones que habían hecho en Estados Unidos, pero que
proseguían las mismas en Centroamérica, sobre todo después del
artículo publicado por el Miami Herald. Dijo que cualquier
información que tenga Cuba y que se pueda aportar a Estados Unidos
sería muy útil, y concluyó señalando que "esto era
bueno".
7 de marzo de 1998: El
Jefe de la SINA pidió ser recibido urgentemente en el MINREX para
trasladar información sensible. Dijo que tenía información de una
fuente de confiabilidad no determinada de que un grupo de exiliados
cubanos tenían planes de realizar un atentado con bomba entre el 7
y el 8 de marzo en Cuba. Que no conocía el lugar, hora y blanco
específicos; pero que según la fuente los explosivos ya estaban en
Cuba.
9 de marzo de 1998: El
Ministro de Relaciones Exteriores recibió al jefe de la SINA y le
leyó la siguiente nota:
"En relación con
la información ofrecida verbalmente el pasado
sábado 7 de marzo sobre planes de atentados terroristas
organizados por exiliados cubanos a realizarse posiblemente los
días 7 y 8 de este mes, y que ya los explosivos estaban en Cuba,
deseamos comunicarles lo siguiente:
"1. Que una vez
más se demuestra que las fuentes de información de las autoridades
de Estados Unidos sobre estas actividades son absolutamente
fidedignas.
"2. Que el pasado
miércoles 4 de marzo en horas de la tarde fueron arrestadas dos
personas procedentes del exterior y ocupados los explosivos y medios
con los que se proponían realizar, bajo promesa de pago en efectivo
de una cantidad de dinero por cada bomba, cuatro actos de carácter
terrorista similares a los realizados con anterioridad, organizados
de la misma forma y con los mismos fines y métodos.
"3. Las autoridades
cubanas tratan de reunir la mayor información adicional posible.
"4. Estos hechos
criminales son sumamente graves y afectan no sólo a Cuba y a
Estados Unidos sino también a otros países de la región. Tenemos
el deber de impedir la realización impune de los mismos. Ello no
sería difícil si tanto Estados Unidos como Cuba coordinan, a
través de los órganos correspondientes, la lucha contra tales
acciones. Así se ha hecho en determinados casos de tráfico de
drogas con absoluta seriedad y discreción.
"5. Hasta el
momento no hemos informado públicamente de estos hechos, mientras
realizamos determinadas gestiones e investigaciones, pero no será
posible dejar de hacerlos públicos oportunamente.
"6. Agradecemos
sinceramente la información suministrada."
Una vez terminada la
lectura, la reacción inicial del Jefe de la SINA fue la de ofrecer
gracias y felicitaciones a las autoridades cubanas por su
eficiencia. Agregaron que si teníamos más información o pistas
que se pudieran seguir para determinar quién está apoyando o
controlando estas actividades, sería de mucha utilidad que la
trasladáramos, pues el Gobierno norteamericano ya tiene tomada una
decisión firme de perseguir y aplicar la ley contra quienes sean
responsables de estos hechos. Insistió en que ellos todavía no
tienen información sobre quién tiene la jefatura de estos hechos,
que hay varias personas con historial, pero que no todos viven,
trabajan o pasan por Miami, ni siquiera por Estados Unidos; que
algunos están en otros países, todo lo cual dificulta las
posibilidades de actuar contra ellos; que el Gobierno norteamericano
está claro de que estos hechos no son de beneficio para nadie. Un
funcionario de la SINA que le acompañaba agregó que les resultó
de mucho interés lo planteado por el coronel Rabeiro en la
televisión, al mencionar que teníamos grabaciones del salvadoreño
en conversaciones telefónicas con Centroamérica, que esta
información sería de mucha utilidad, pues facilitaría poder
ubicar a los que controlan estas actividades. Agregaron que después
de la guerra de Centroamérica quedan muchas personas de extrema
derecha en esos países que se involucran en actividades criminales;
valoraron mucho la importancia de poder corroborar que la fuente de
ellos es confiable, y comprendieron la importancia de colaborar en
esta esfera. Al final, insistieron de nuevo en la utilidad de que
compartiéramos cualquier información.
18 de abril de 1998: Partiendo
de los intercambios positivos relatados y conociendo de un próximo
viaje a Estados Unidos del escritor Gabriel García Márquez,
ocasión en que se reuniría con William Clinton, lector y
simpatizante de sus libros como otras muchas personas en el mundo y
con el cual el autor había tenido anteriores contactos, decidí
enviarle un mensaje al Presidente de Estados Unidos, que
personalmente redacté.
El mensaje abordaba de
forma breve y sintética siete temas. Me limitaré a incluir en este
informe el primero y más directamente relacionado con los graves
acontecimientos que hoy tienen lugar: los actos terroristas
organizados y financiados desde Estados Unidos contra el pueblo de
Cuba.
Llevaba el siguiente
título:
"SÍNTESIS DE LAS
PALABRAS EXPRESADAS A GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ QUE
PUEDE TRANSMITIR CONFIDENCIALMENTE AL PRESIDENTE CLINTON.
"Punto 1" (textualmente),
y sin tachadura alguna:
"Un asunto
importante. Se mantienen planes de actividad terrorista contra Cuba,
pagados por la Fundación Nacional Cubano Americana y usando
mercenarios centroamericanos. Se han realizado ya dos nuevos intentos
de hacer estallar bombas en nuestros centros turísticos antes y
después de la visita del Papa. En el primer caso, los responsables
pudieron escapar, regresando por vía aérea a Centroamérica sin
lograr sus propósitos, dejando abandonados los medios técnicos y los
explosivos, que fueron ocupados. En el segundo intento, fueron
arrestados tres mercenarios, ocupándoseles los explosivos y demás
medios. Son de nacionalidad guatemalteca. Por cada una de las cuatro
bombas que debían estallar recibirían 1.500 dólares.
"Ambos casos fueron
contratados y suministrados por agentes de la red creada por la
Fundación Nacional Cubano Americana. Ahora están planeando y dando
ya pasos para hacer estallar bombas en aviones de las líneas aéreas
cubanas o de otro país que viajen a Cuba trayendo y llevando turistas
desde y hacia países latinoamericanos. El método es similar: colocar
el dispositivo de pequeño tamaño en lugar oculto del avión,
explosivo potente, detonante controlado por reloj digital que puede
ser programado hasta con 99 horas de anticipación, abandonar la nave
normalmente en el lugar de destino. La explosión se produciría en
tierra o en pleno vuelo posterior. Procedimientos verdaderamente
diabólicos: mecanismos fáciles de armar, componentes casi imposibles
de descubrir, entrenamiento mínimo para su empleo, impunidad casi
total. Sumamente peligrosos para las líneas aéreas, instalaciones
turísticas o de cualquier otro tipo. Instrumentos utilizables para
crímenes y delitos muy graves. Si llegan a divulgarse y conocerse
tales posibilidades, pueden convertirse en una epidemia como ocurrió
en otros tiempos con los secuestros de aviones. Otros grupos
extremistas de origen cubano radicados en Estados Unidos comienzan a
moverse en esa dirección.
"Las agencias
policiales y de inteligencia de Estados Unidos poseen informaciones
fidedignas y suficientes de los principales responsables. Si realmente
lo desean, pueden hacer abortar a tiempo esta nueva forma de
terrorismo. Imposible frenarla, si Estados Unidos no cumple el
elemental deber de combatirla. No se puede dejar la responsabilidad de
hacerlo sólo a Cuba, muy pronto podría ser víctima de tales actos
cualquier país del mundo."
7 de mayo de 1998: Reunión
del Gabo en la Casa Blanca.
INFORME TEXTUAL DE GABRIEL
GARCÍA MÁRQUEZ SOBRE LA MISIÓN SOLICITADA DE HACER LLEGAR EL
MENSAJE AL PRESIDENTE CLINTON.
Copia textual sin
omitir una sola palabra:
"A fines de marzo,
cuando confirmé a la Universidad de Princeton que iría a hacer un
taller de literatura desde el 25 de abril, le pedí por teléfono a
Bill Richardson que me gestionara una visita privada con el presidente
Clinton para hablarle de la situación colombiana. Richardson me
pidió que lo llamara una semana antes de mi viaje para darme una
respuesta. Días después fui a La Habana en busca de algunos datos
que me faltaban para escribir un artículo de prensa sobre la visita
del Papa, y en mis conversaciones con Fidel Castro le mencioné la
posibilidad de entrevistarme con el presidente Clinton. De allí
surgió la idea de que Fidel le mandara un mensaje confidencial sobre
un siniestro plan terrorista que Cuba acababa de descubrir, y que
podía afectar no sólo a ambos países sino a muchos otros. Él mismo
decidió que no fuera una carta personal suya, para no poner a Clinton
en el compromiso de contestarle, y prefirió una síntesis escrita de
nuestra conversación sobre el complot y sobre otros temas de interés
común. Al margen del texto, me sugirió dos preguntas no escritas que
yo podría plantear a Clinton si las circunstancias fueran propicias.
"Aquella noche tomé
conciencia de que mi viaje a Washington había sufrido un giro
imprevisto e importante, y no podía seguir tratándolo como una
simple visita personal. Así que no sólo le confirmé a Richardson la
fecha de mi llegada, sino que le anuncié por teléfono que llevaba un
mensaje urgente para el presidente Clinton. Por respeto al sigilo
acordado no le dije por teléfono de quién era —aunque él debió
suponerlo— ni le dejé sentir que la demora de la entrega podía ser
causa de grandes catástrofes y muertes de inocentes. Su respuesta no
llegó durante mi semana en Princeton, y esto me hizo pensar que
también la Casa Blanca estaba valorando el hecho de que el motivo de
mi primera solicitud había cambiado. Llegué inclusive a pensar que
la audiencia no sería acordada.
"Tan pronto como
llegué a Washington el viernes primero de mayo, un asistente de
Richardson me informó por teléfono que el Presidente no podía
recibirme porque estaría en California hasta el miércoles seis, y yo
tenía previsto viajar a México un día antes. Me proponían, en
cambio, que me reuniera con el director del Consejo Nacional de
Seguridad de la Presidencia, Sam Berger, quien podía recibirme el
mensaje en nombre del Presidente.
"Mi sospecha maligna
fue que se estaban interponiendo condiciones para que el mensaje
llegara a los servicios de seguridad pero no a las manos del
Presidente. Berger había estado presente en una audiencia que me
concedió Clinton en la Oficina Oval de la Casa Blanca, en setiembre
de 1997, y sus escasas intervenciones sobre la situación de Cuba no
fueron contrarias a las del Presidente, pero tampoco puedo decir que
las compartiera sin reservas. Así que no me sentí autorizado para
aceptar por mi cuenta y riesgo la alternativa de que Berger me
recibiera en vez del Presidente, sobre todo tratándose de un mensaje
tan delicado, y que además no era mío. Mi opinión personal era que
sólo debía entregarse a Clinton en su mano.
"Lo único que se me
ocurrió por lo pronto fue informar a la oficina de Richardson que si
el cambio de interlocutor se debía sólo a la ausencia del
Presidente, yo podía prolongar mi estancia en Washington hasta que
él regresara. Me contestaron que se lo harían saber. Poco después
encontré en mi hotel una nota telefónica del embajador James
Dobbins, Director para Asuntos Interamericanos del Consejo de
Seguridad Nacional (NSC) pero me pareció mejor no darla por recibida
mientras se tramitaba mi propuesta de esperar el regreso del
Presidente.
"No tenía prisa.
Había escrito más de veinte páginas servibles de mis memorias en el
campus idílico de Princeton, y el ritmo no había decaído en la
alcoba impersonal del hotel de Washington, donde llegué a escribir
hasta diez horas diarias. Sin embargo, aunque no me lo confesara, la
verdadera razón del encierro era la custodia del mensaje guardado en
la caja de seguridad. En el aeropuerto de México había perdido un
abrigo por estar pendiente al mismo tiempo de la computadora
portátil, el maletín donde llevaba los borradores y los disquetes
del libro en curso, y el original sin copia del mensaje. La sola idea
de perderlo me causó un escalofrío de pánico, no tanto por la
pérdida misma como por lo fácil que habría sido identificar su
origen y su destino. De modo que me dediqué a cuidarlo mientras
escribía, comía y recibía visitas en el cuarto del hotel, cuya caja
de seguridad no me merecía ninguna confianza, porque no se cerraba
por combinación sino con una llave que parecía comprada en la
ferretería de la esquina. La llevé siempre en el bolsillo, y
después de cada salida inevitable comprobaba que el papel seguía en
su lugar y en el sobre sellado. Lo había leído tanto, que casi lo
había aprendido de memoria para sentirme más seguro si tuviera que
sustentar alguno de los temas en el momento de entregarlo.
"Siempre di por hecho
además que mis conversaciones telefónicas de aquellos días ―como
las de mis interlocutores— estaban intervenidas. Pero me mantuvo
tranquilo la conciencia de estar en una misión irreprochable, que
convenía tanto a Cuba como a los Estados Unidos. Mi otro problema
serio era que no tenía con quién ventilar mis dudas sin violar la
reserva. El representante diplomático de Cuba en Washington, Fernando
Remírez se puso por entero a mi servicio para mantener abiertos los
canales con La Habana. Pero las comunicaciones confidenciales son
tan lentas y azarosas desde Washington —y en especial para un caso
de tanto cuidado—, que las nuestras sólo se resolvieron con un
emisario especial. La respuesta fue una amable solicitud de que
esperara en Washington cuanto fuera necesario para cumplir la
diligencia, tal como yo lo había resuelto, y me encarecieron que
fuera muy cuidadoso para que Sam Berger no se sintiera desairado por
no aceptarlo como interlocutor. El remate sonriente del mensaje no
necesitaba firma para saber de quién era: ‘Deseamos que escribas
mucho’.
"Por una casualidad
afortunada, el ex presidente César Gaviria había organizado para la
noche del lunes una cena privada con Thomas ‘Mack’ McLarty, quien
acababa de renunciar a su cargo de consejero del presidente Clinton
para América Latina, pero continuaba siendo su amigo más antiguo y
cercano. Nos habíamos conocido el año anterior, y la familia Gaviria
planeó la cena desde entonces con una finalidad doble: conversar con
McLarty sobre la indescifrable situación de Colombia y complacer a su
esposa en sus deseos de aclarar conmigo algunas inquietudes que tenía
sobre mis libros.
"La ocasión parecía
providencial. Gaviria es un gran amigo, un consejero inteligente,
original e informado como nadie de la realidad de América Latina, y
un observador alerta y comprensivo de la realidad cubana. Llegué a su
casa una hora antes de la acordada, y sin tiempo de consultarlo con
nadie me tomé la libertad de revelarle lo esencial de mi misión para
que me diera nuevas luces.
"Gaviria me dio la
verdadera medida del problema y me puso sus piezas en orden. Me
enseñó que las precauciones de los asesores de Clinton eran apenas
normales, por los riesgos políticos y de seguridad que implica para
un Presidente de los Estados Unidos recibir en sus manos y por un
conducto irregular una información tan delicada. No tuvo que
explicármelo, pues recordé al instante un precedente ejemplar: en
nuestra cena de Marta’s Vineyard, durante la crisis por la
emigración masiva de 1994, el Presidente Clinton me autorizó para
que le hablara de ése y de otros temas calientes de Cuba, pero antes
me advirtió que él no podía decir ni una palabra. Nunca olvidaré
la concentración con que me escuchó, y los esfuerzos titánicos que
debió hacer para no replicarme en algunos temas explosivos.
"Gaviria me alertó
también en el sentido de que Berger es un funcionario eficiente y
serio que debía tomarse muy en cuenta en las relaciones con el
Presidente. Me hizo ver además que el solo hecho de comisionarlo para
atenderme era una deferencia especial de alto nivel, pues solicitudes
privadas como la mía solían dar vueltas durante años por las
oficinas periféricas de la Casa Blanca, o se las transferían a
funcionarios menores de la CIA o del Departamento de Estado. Gaviria,
en todo caso, parecía seguro de que el texto entregado a Berger
llegaría a manos del Presidente, y eso era lo esencial. Por último,
como yo lo soñaba, me anunció que al final de la cena me dejaría a
solas con McLarty para que me abriera el camino directo con el
Presidente.
"La noche fue grata y
fructífera, solo con nosotros y la familia Gaviria. McLarty es un
hombre del sur, como Clinton, y ambos son de un trato tan fácil e
inmediato como el de la gente del Caribe. En la cena se rompieron los
hielos desde el principio, sobre todo en relación con la política de
los Estados Unidos para América Latina, y en especial con el
narcotráfico y los procesos de paz. ‘Mack’ estaba tan informado
que conocía hasta las minucias de la entrevista que me concedió el
Presidente Clinton en setiembre pasado, en la cual se trató a fondo
el derribo de las avionetas en Cuba, y se mencionó la idea de que el
Papa fuera mediador de los Estados Unidos durante su visita a Cuba.
"La posición general
de McLarty en las relaciones con Colombia —y por la cual parece
dispuesto a trabajar— es que las políticas de los Estados Unidos
requieren un cambio radical. Nos dijo que el gobierno estaba dispuesto
a hacer contacto con cualquier presidente que fuera elegido para
ayudar a fondo en la paz. Pero ni él, ni otros funcionarios con que
hablé más tarde, tienen claro cuáles serían los cambios.
El diálogo fue tan franco y fluido, que cuando Gaviria y su
familia nos dejaron solos en el comedor, McLarty y yo parecíamos
viejos amigos.
"Sin ninguna
reticencia le revelé el contenido del mensaje para su presidente y no
disimuló su sobresalto por el plan terrorista, aun sin conocer los
detalles atroces. No estaba informado de mi solicitud de ver al
presidente, pero prometió hablar con él tan pronto como éste
regresara de California. Animado por la facilidad del diálogo, me
atreví a proponerle que me acompañara en la entrevista con el
presidente, y ojalá sin ningún otro funcionario, para que
pudiéramos hablar sin reservas. La única pregunta que me hizo sobre
eso —y nunca supe por qué— fue si Richardson conocía el
contenido del mensaje, y le contesté que no. Entonces dio la charla
por terminada con la promesa de que hablaría con el presidente.
"El martes temprano
informé a La Habana por el conducto ya habitual sobre los puntos
básicos de la cena, y me permití una pregunta oportuna: si el
presidente decidía al final no recibirme y le encomendaba la tarea a
McLarty y a Berger ¿a cuál de los dos debía entregarle el mensaje?
La respuesta pareció inclinarse a favor de McLarty, pero con el
cuidado de no desairar a Berger.
"Aquel día almorcé
en el restaurante Provence con la señora McLarty, pues nuestra
conversación literaria no había sido posible durante la cena de
Gaviria. Sin embargo, las preguntas que ella llevaba anotadas se
agotaron pronto, y sólo quedó su curiosidad por Cuba. Le aclaré
todas las que pude y creo que quedó más tranquila. A los postres,
sin que se lo pidiera, llamó por teléfono a su esposo desde la mesa,
y éste me hizo saber que aún no había visto al presidente pero
esperaba darme alguna noticia en el curso del día.
"Antes de dos horas,
en efecto, un asistente suyo me informó a través de la oficina de
César Gaviria que el encuentro sería mañana en la Casa Blanca, con
McLarty y tres altos funcionarios del Consejo Nacional de
Seguridad. Pensé que si uno de ellos hubiera sido Sam Berger lo
habrían dicho con su nombre, y ahora mi sentimiento fue el contrario:
me alarmó que no estuviera. ¿Hasta qué punto pudo haber sido por un
descuido mío en alguna llamada intervenida? Ahora no importaba:
puesto que McLarty había arreglado el asunto con el presidente,
éste debía estar ya al corriente del mensaje. Así que mi
decisión de no esperar más fue inmediata e inconsulta: acudiría a
la cita para entregar el mensaje a McLarty. Tan seguro estaba,
que reservé lugar en un vuelo directo para México a las cinco y
media de la tarde del día siguiente. En esas estaba cuando recibí de
La Habana la respuesta a mi última consulta con la autorización más
comprometedora que me han dado en la vida: ‘Confiamos en tu talento’.
"La cita fue a las
11:15 del miércoles 6 de mayo en las oficinas de McLarty en la Casa
Blanca. Me recibieron los tres funcionarios anunciados del Consejo de
Seguridad Nacional (NSC): Richard Clarke, director principal de
asuntos multilaterales y asesor del presidente en todos los temas de
política internacional, y especialmente en la lucha contra el
terrorismo y los narcóticos; James Dobbins, director principal de NSC
para asuntos interamericanos con rango de embajador, y asesor del
presidente para América Latina y el Caribe, y Jeff Delaurentis,
director de asuntos interamericanos del NSC y asesor especializado en
el tema de Cuba. En ningún momento surgió una coyuntura para
preguntar por qué no estaba Berger. Los tres funcionarios fueron de
trato amable y una gran corrección profesional.
"No llevaba notas
personales, pero conocía el mensaje al dedillo, y en la agenda
electrónica había anotado lo único que temía olvidar: las dos
preguntas fuera de texto. ‘Mack’ estaba terminando una junta en
otra oficina. Mientras llegaba, Dobbins me dio una visión panorámica
más bien pesimista de la situación de Colombia. Sus datos eran los
mismos de McLarty en la cena del lunes, pero los manejaba con más
familiaridad. Yo le había dicho a Clinton el año anterior que la
política antidroga de los Estados Unidos era un agravante funesto de
la violencia histórica de Colombia. Por eso me llamó la atención
que este grupo de NSC —sin referirse a mi frase, por supuesto—
parecía de acuerdo en que debía cambiarse. Fueron muy cuidadosos en
no dar juicios sobre el gobierno ni los candidatos actuales, pero no
dejaron dudas de que la situación les parecía catastrófica y de
futuro incierto. No me alegré por los propósitos de enmienda, pues
varios observadores de nuestra política en Washington me los habían
comentado con alarma. ‘Ahora que quieren ayudar de verdad son más
peligrosos que nunca —me dijo uno de ellos— porque quieren meterse
en todo’.
"McLarty, con un
traje cortado sobre medida y sus buenas maneras, entró con la premura
de alguien que hubiera interrumpido un asunto capital para ocuparse de
nosotros. Sin embargo, impuso a la reunión un tono reposado, útil y
de buen humor. Desde la noche de la cena me agradó que hablara
mirando siempre a los ojos. Así fue en la reunión. Después de un
abrazo cálido se sentó frente a mí, apoyó las manos en sus
rodillas, y abrió la charla con una frase de cajón tan bien dicha
que pareció verdad: ‘Estamos a su disposición’.
"Quise establecer de
entrada que iba a hablar por derecho propio sin más méritos ni
mandato que mi condición de escritor, y en especial sobre un caso tan
abrasivo y comprometedor como Cuba. De modo que empecé con una
precisión que no me pareció superflua para las grabadoras ocultas:
‘Esta no es una visita oficial’.
"Todos aprobaron con
la cabeza y su solemnidad imprevista me sorprendió. Entonces conté
de un modo simple y en un estilo de narración doméstica, cuándo,
cómo y por qué había sido la conversación con Fidel Castro que dio
origen a las notas informales que debía entregar al presidente
Clinton. Se las di a McLarty en el sobre cerrado, y le pedí el favor
de que las leyera para poder comentarlas. Era la traducción inglesa
de siete temas numerados en seis cuartillas a doble espacio: complot
terrorista, complacencia relativa por las medidas anunciadas el 20 de
marzo para reanudar vuelos a Cuba desde los Estados Unidos, viaje de
Richardson a La Habana en enero de 1998, rechazo argumentado de Cuba a
la ayuda humanitaria, reconocimiento por el informe favorable del
Pentágono sobre la situación militar de Cuba" —era
un informe en que se afirmaba que Cuba no representaba ningún peligro
para la seguridad de Estados Unidos, lo añado yo—,
"beneplácito por la solución de la crisis de Iraq y gratitud
por los comentarios que hizo Clinton ante Mandela y Kofi Annan en
relación con Cuba."
Aquí, como se ve, enumera
los demás puntos.
"McLarty no lo leyó
para todos en voz alta como yo esperaba, y como sin duda habría hecho
si lo hubiera conocido de antemano. Lo leyó sólo para él, al
parecer con el método de lectura rápida que puso de moda el
presidente Kennedy, pero los cambios de las emociones se reflejaban en
su rostro como destellos en el agua. Yo lo había leído tantas veces
que casi pude deducir a qué puntos del documento correspondía cada
uno de sus cambios de ánimo.
"El primer punto,
sobre el complot terrorista, le arrancó un gruñido: ‘Es terrible’.
Más adelante reprimió una risa traviesa, y exclamó sin interrumpir
la lectura: ‘Tenemos enemigos comunes’. Creo que lo dijo a
propósito del punto cuarto, donde se describe la conspiración de un
grupo de senadores para sabotear la aprobación de los proyectos
Torres-Rangel y Dodd, y se agradecen los esfuerzos de Clinton para
salvarlo.
"Al terminar la
lectura, le pasó el papel a Dobbin, y éste a Clarke, quienes lo
leyeron mientras ‘Mack’ exaltaba la personalidad de Mortimer
Zuckerman, dueño de la revista US News and World Report, que
había viajado a La Habana en febrero pasado. Hizo el comentario por
una mención que acababa de leer en el punto sexto del documento, pero
no contestó la pregunta implícita de si Zuckerman había informado a
Clinton de las dos conversaciones de doce horas que sostuvo con Fidel
Castro.
"El punto que ocupó
casi todo el tiempo útil después de la lectura fue el del plan
terrorista que impresionó a todos. Les conté que había volado a
México después de conocerlo en La Habana y tuve que sobreponerme al
terror de que estallara la bomba. El momento me pareció oportuno
para colocar la primera pregunta personal que me había sugerido
Fidel: ¿No sería posible que el FBI hiciera contacto con sus
homólogos cubanos para una lucha común contra el terrorismo? Antes
de que reaccionaran, les agregué una línea de mi cosecha: ‘Estoy
seguro de que encontrarían una respuesta positiva y pronta por parte
de las autoridades cubanas’.
"Me sorprendieron la
inmediatez y la energía de la reacción de los cuatro. Clarke, que
parecía ser el más cercano al tema, dijo que la idea era muy buena,
pero me advirtió que el FBI no se ocupaba de asuntos que fueran
publicados en los periódicos mientras estuvieran en investigación.
¿Estarían los cubanos dispuestos a mantener el caso en secreto?
Ansioso por colocar la segunda pregunta le di una respuesta para
distender el ambiente:
‘Nada les gusta más a
los cubanos que guardar un secreto’.
"A falta de un motivo
apropiado para la segunda pregunta, la resolví como una afirmación
mía: la colaboración en materia de seguridad podría abrir paso a un
clima propicio para que se autorizaran de nuevo los viajes de
norteamericanos a Cuba. La astucia salió mal, porque Dobbin se
confundió, y dijo que eso quedaría resuelto cuando se implantaran
las medidas anunciadas el 20 de marzo.
"Aclarado el
equívoco, hablé de la presión a que me encuentro sometido por los
muchos norteamericanos de toda clase que me buscan para que los ayude
a hacer en Cuba contactos de negocios o de placer. Entre ellos
mencioné a Donald Newhouse, editor de varias publicaciones
periódicas y presidente de la Associated Press (AP), quien me
ofreció una cena estupenda en su mansión campestre de New Jersey al
terminar mi taller en la Universidad de Princeton. Su sueño actual es
ir a Cuba para tratar con Fidel en persona la instalación de una
oficina permanente de la AP en La Habana, semejante a la que tiene la
CNN.
"No puedo asegurarlo,
pero me parece que en la animada conversación de la Casa Blanca
quedó claro que no tenían, o no conocen o no quisieron revelar
ningún propósito inmediato de reanudar los viajes de norteamericanos
a Cuba. Lo que sí debo destacar es que en ningún momento se habló
de reformas democráticas, ni de elecciones libres o derechos
humanos, ni de ninguno de los latiguillos políticos con que los
norteamericanos pretenden condicionar cualquier proyecto de
colaboración con Cuba. Al contrario, mi apreciación más nítida de
este viaje es la certidumbre de que la reconciliación está empezando
a decantarse como algo irreversible en el inconsciente colectivo.
"Clarke nos llamó al
orden cuando la conversación empezó a derivar, y me precisó ―tal
vez como un mensaje— que ellos darían los pasos inmediatos para un
plan conjunto de Cuba y los Estados Unidos contra el terrorismo.
Al final de una larga anotación en su libreta, Dobbins concluyó
que se comunicarían con su embajada en Cuba para encaminar el
proyecto. Yo hice un comentario irónico sobre el rango que le
daba a la Oficina de Intereses en La Habana, y Dobbins me replicó con
buen humor: ‘Lo que tenemos allá no es una embajada pero es mucho
más grande que una embajada’. Todos rieron no sin cierta malicia de
complicidad. No se discutieron más puntos, pues en verdad no era del
caso, pero confío en que los hayan analizado después entre ellos.
"La reunión, contado
el retraso de ‘Mack’, duró cincuenta minutos. ‘Mack’ la dio
por terminada con una frase ritual: ‘Sé que usted tiene una agenda
muy apretada antes de volver a México y también nosotros
tenemos muchas cosas por delante’. Enseguida hizo un párrafo breve
y ceñido que pareció una respuesta formal a nuestra gestión. Sería
temerario intentar una cita literal, pero el sentido y el tono de sus
palabras era expresar su gratitud por la gran importancia del mensaje,
digno de toda la atención de su gobierno, y del cual se ocuparían de
urgencia. Y a manera de final feliz, mirándome a los ojos, me coronó
con un laurel personal: ‘Su misión era en efecto de la mayor
importancia, y usted la ha cumplido muy bien’. Ni el pudor que me
sobra ni la modestia que no tengo me han permitido abandonar esa frase
a la gloria efímera de los micrófonos ocultos en los floreros.
"Salí de la Casa
Blanca con la impresión cierta de que el esfuerzo y las
incertidumbres de los días pasados habían valido la pena. La
contrariedad de no haber entregado el mensaje al presidente en su
propia mano me parecía compensada por lo que fue un cónclave más
informal y operativo cuyos buenos resultados no se harían
esperar. Además, conociendo las afinidades de Clinton y ‘Mack’, y
la índole de su amistad desde la escuela primaria, estaba seguro de
que el documento llegaría tarde o temprano a las manos
del presidente en el ámbito cómplice de una sobremesa.
Al término de la reunión, también la Presidencia de
la República se hizo presente con un gesto gallardo: a la salida
de la oficina, un ujier me entregó un sobre con las fotos de mi
visita anterior tomadas seis meses antes en la Oficina Oval. De modo
que mi única frustración en el camino del hotel era no haber
descubierto y gozado hasta entonces el milagro de los cerezos en flor
de aquella primavera espléndida.
"Apenas tuve tiempo
de hacer la maleta y alcanzar el avión de las cinco de la tarde. El
que me había llevado de México catorce días antes tuvo que regresar
a su base con una turbina averiada, y esperamos cuatro horas en el
aeropuerto hasta que hubo otro avión disponible. El que tomé de
regreso a México, después de la reunión en la Casa Blanca, se
retrasó en Washington una hora y media mientras reparaban el radar
con los pasajeros a bordo. Antes de aterrizar en México, cinco horas
después, por causa de una pista fuera de servicio. Desde que empecé
a volar hace cincuenta y dos años, nunca me había sucedido nada
semejante. Pero no podía ser de otro modo, para una aventura
pacífica que ha de tener un sitio de privilegio en mis memorias. Mayo
13 de 1998."
Aquí concluyó el
histórico informe.
9 de mayo de 1998: Se
recibe en el MINREX al Jefe interino de la SINA, John Boardman. El
objetivo era trasladar un mensaje sobre el cual recibieron
instrucciones el 8 de mayo en la noche para que se lo comunicaran
a Alarcón y al MINREX —indiscutiblemente que ese mismo día
llegó el mensaje o tuvo los efectos que el Gabo esperaba del
mensaje. Dijo —el jefe interino— que por alguna vía que él
desconocía el Gobierno de Cuba había hecho saber al Gobierno de
su país que nuestras autoridades tenían preocupaciones fundadas
de que hubiera la intención por parte de organizaciones radicadas
en los Estados Unidos de llevar a cabo acciones terroristas contra
Cuba, en particular en la esfera del turismo y muy
específicamente acciones contra aviones de pasajeros con turistas
que viajan desde y hacia Cuba.
La respuesta del
gobierno de los Estados Unidos que se trasladaba por esta vía era
la siguiente:
"h El Gobierno de
los Estados Unidos no tiene información sobre vínculos
existentes entre ciudadanos de los Estados Unidos y los actos
terroristas que se cometieron en los hoteles. La prensa ha hecho
especulaciones pero el gobierno de los Estados Unidos no tiene
información seria al respecto.
"h El Gobierno de
los Estados Unidos ha presentado numerosas Notas diplomáticas
indicando su disposición para analizar cualquier información o
evidencia física que el Gobierno de Cuba tenga que fundamente
esas informaciones.
"h El Gobierno de
los Estados Unidos desea reiterar que esta es una oferta seria.
Está preparado para recibir cualquier información y evaluar
alguna oportunidad para que sus expertos examinen cualquier
evidencia física que el Gobierno de Cuba pueda tener al respecto.
"h El Gobierno de
los Estados Unidos manifiesta su preocupación por esas acciones
terroristas y está dispuesto a actuar sobre esas informaciones
para hacer cumplir la ley y combatir el terrorismo internacional.
"h El Gobierno de
los Estados Unidos solicita al Gobierno de Cuba compartir las
informaciones adecuadas con otros gobiernos que puedan tener en
relación con el riesgo de actos terroristas sobre vuelos a Cuba
desde sus territorios.
11 de mayo de 1998: Remírez
informa que fue citado por el Departamento de Estado para
encuentro con John Hamilton, quien le hizo los siguientes
planteamientos:
"1) Objetivo
reunión era reiterar planteamiento de la SINA el pasado sábado,
y consistía en dar respuesta a nuestras preocupaciones sobre
actividades terroristas contra Cuba, usando para agilizar ‘double
track diplomacy’ (diplomacia dos vías).
"2) Como en
ocasiones anteriores, acogieron con seriedad nuestras
preocupaciones sobre posibles actos terroristas contra
instalaciones turísticas y aeronaves.
"3) Según las
verificaciones que han realizado no hay elementos permitan indicar
existencia planes desde Estados Unidos.
"4) En pasado,
ante nuestros alegatos de que personas y/o organizaciones en
Estados Unidos puedan estar involucradas en actos terroristas
contra Cuba, nos han pedido evidencias con interés investigar.
"5) En estos
momentos quieren enfatizar la seriedad de la oferta de Estados
Unidos para investigar y tomar acciones apropiadas ante cualquier
evidencia tengamos. No es intento de devolver la pelota a nuestra
cancha ni tampoco un trámite formal
"6) Seriamente
quieren examinar de conjunto cualquier evidencia tengamos y darle
seguimiento hasta su esclarecimiento. Por nuestra parte
agradecimos ofrecimiento asegurándole lo trasladaríamos nuestras
autoridades y le preguntamos si oferta incluía cooperación entre
los dos países en eventual proceso investigativo, a lo que
Hamilton contestó que suponía así fuera. Reiteró que oferta
era seria y no mera respuesta diplomática, agregando que único
objetivo reunión por su importancia era ese."
12 de mayo de 1998: El
MINREX citó al Jefe Interino de la SINA y le trasladó la
siguiente respuesta a la solicitud que plantearan el pasado
sábado 9 en nombre del Gobierno de los Estados Unidos:
Recuerden que la
entrevista fue el 8, la del Gabo, en la Casa Blanca. La respuesta
nuestra decía:
"Las
informaciones nuestras son muy seguras, pero por vías
muy sensibles a la divulgación de las fuentes. No podemos trabajar
como proponen. Nos satisface saber que están alertas y
prestando atención al problema."
El Jefe interino de la
SINA aceptó y agradeció la pronta respuesta y manifestó su
disposición a tramitar cualquier información que estimáramos
apropiada sin que se comprometiera la fuente. Su acompañante,
quien había sido descrito como el funcionario SINA encargado de
los asuntos relativos al cumplimiento de las leyes y temas de
seguridad, intervino para afirmar que van a seguir de cerca este
asunto por todas las vías posibles, a través de todas sus
agencias, y en contacto con los diferentes grupos. También
verificarán con servicios de otros países. Comentó que ellos
consideran que "a estas alturas, cualquier amenaza de esta
naturaleza es intolerable".
20 de mayo de 1998: Alarcón
recibe una llamada de Hamilton desde Washington en la que
le explicó le llamaba personalmente por la importancia del asunto
y que deseaba plantearle lo siguiente:
"h Sobre
riesgos actos terroristas contra aviones viajen a Cuba:
Toman muy seriamente información le trasladó Cuba y
adoptarán medidas seguridad en aviones salgan de Estados
Unidos.
"h Para
desarrollar otras acciones necesitarían analizar pruebas
poseemos en Cuba. Están dispuestos enviar expertos
norteamericanos a Cuba para analizarlas con nosotros.
"h Con
elementos ellos recibieron de nosotros no pueden hacer
advertencias a otros países desde donde también salen aviones
hacia Cuba. Caso nosotros hagamos tal advertencia, podemos
informar a esos países que Estados Unidos estaría dispuesto a
considerar forma expedita solicitudes asistencia técnica para
prevenir incidentes."
3 de junio de 1998: El
Jefe de la SINA, Michael Kozak, se entrevista con Alarcón. Le
informa sobre los preparativos para el envío a Cuba de una
delegación del FBI y le entrega el texto que los norteamericanos
piensan circular entre las compañías aéreas para consideración
de la parte cubana. El texto dice lo siguiente:
"Hemos recibido
información sin confirmar acerca de un complot para colocar
artefactos explosivos a bordo de naves aéreas civiles que operan
entre Cuba y países latinoamericanos. Las personas involucradas
en el complot planean dejar un pequeño artefacto explosivo a
bordo de una nave aérea con el intento de hacer que el artefacto
estalle durante la prolongación del servicio. El artefacto
explosivo, según informes, es de tamaño pequeño, contiene un
fusible y un cronómetro digital capaz de ser programado 99 horas
antes. No se ha identificado blanco, lugar y marco de tiempo
específicos.
"No podemos
descontar la posibilidad de que la amenaza pueda incluir
operaciones de carga internacional desde los Estados Unidos. El
Gobierno de Estados Unidos continúa buscando información
adicional para esclarecer, y verificar o refutar, esta
amenaza."
4 de junio de 1998: Se
instruye a Alarcón responder que la delegación puede viajar a
partir del día 15.
5 de junio de 1998: Alarcón
entrega al Jefe de la SINA respuesta cubana, que yo también
redacté personalmente —venía siguiendo el problema, como es
lógico, como es elemental, desde el momento en que enviamos el
mensaje—, a la propuesta de información circular
presentada por los norteamericanos, que dice textualmente:
"Nosotros no
solicitamos que se hiciese advertencia alguna a las compañías de
aviación. No es esa la forma de enfrentar este problema para cuya
solución se pueden y deben tomar otras medidas." Efectivamente,
nosotras tomamos muchas medidas cuidando los aviones, sobre todo,
durante semanas estuvimos planteando eso, hasta que, claro, los
golpes que ellos recibieron con los arrestos aquí, el
descubrimiento de todos sus planes, las confesiones de todos los
arrestados, permitieron conocerlo todo en detalle, denunciarlo,
desbaratar sus planes. Fue Cuba la que desbarató esos planes.
Entonces le decíamos, por eso debo explicarlo: No es esa la forma
de enfrentar este problema para cuya solución se pueden y deben
tomar otras medidas. "Nadie podría garantizar la
discreción. Una indiscreción en este caso pudiera incluso
dificultar la investigación y obstaculizar medidas más
eficientes.
"Su difusión
además podría crear pánico",
y, efectivamente, creó pánico "ocasionando considerable
daño a la economía de Cuba, que es precisamente lo que están
buscando los terroristas. Este daño además afectaría a las
líneas aéreas.
"Por esas razones
no estamos de acuerdo con que se trasmita la advertencia y nos
oponemos seriamente a ello. Con el grupo de expertos podemos
analizar bien los pasos más aconsejables."
Porque ellos,
realmente, tuvieron la delicadeza, si se quiere, o la elemental
cortesía de consultar con nosotros la nota que iban a circular.
Les expusimos nuestro punto de vista.
En la reunión, el
Jefe de la SINA planteó que pudiera tratarse de una confusión
con el mensaje inicial (que ellos pensaron que les pedían se
hiciera la advertencia) o que hubiera alguna obligación legal
para sus autoridades de advertir a las líneas aéreas y cubrirse
de eventuales reclamaciones. Dijo que trasmitiría la posición
cubana a Washington y que no harían advertencia.
6 de junio de 1998: Nueva
reunión de Alarcón con el Jefe de la SINA. Este entrega mensaje
norteamericano en respuesta al documento entregado el día
anterior, que antes le había leído por teléfono, en el que se
plantea:
"1. El proyecto
de aviso suministrado ya a la parte cubana es llamado una ‘información
circular’. De acuerdo con las leyes y regulaciones de aviación
de los Estados Unidos, se requiere suministrar informaciones
circulares a las oficinas de seguridad interna de las líneas
aéreas cada vez que el gobierno de los Estados Unidos tiene
cualquier información creíble relativa a posible amenaza al
avión."
Explican que hay
leyes, que hay regulaciones, que los obligan a informar. Bien, en
realidad esto pudo haberse discutido cómo hacerlo, y no con todos
los datos que nosotros habíamos incluido en el mensaje.
"2.
Aproximadamente de 15 a 20 informaciones circulares son emitidas
cada año por la Administración Federal de Aviación. Estos no
son documentos públicos."
Claro, no son
públicos; pero si usted circula decenas y cientos de documentos
crea alarma en todas partes, no hay modo de llevar a cabo una
investigación seria, que es lo importante, investigar, probar,
descubrir y capturar a los autores. Pero bien, tengo el deber de
informar que lo que se argumentó; es posible, no conozco todas
esas regulaciones, que se sintieran obligados por ley a informar.
"3. De acuerdo
con nuestra ley y regulaciones, estamos requeridos a proceder
inmediatamente con la notificación a las aerolíneas que tienen
aviones que vuelan entre los Estados Unidos y Cuba directamente o
a través de terceros países, y de notificar a los gobiernos de
los terceros países. No tenemos alternativa a este respecto"
—dijeron—,
"en la medida en que creemos que la información es
creíble."
Sí, la información
era bien creíble; nosotros teníamos todos los elementos para
conocerla, como lo demostraron las respuestas que le dimos y que
indicaban con toda seguridad que los datos que nos habían hecho
llegar eran ciertos, y que estaban capturados en algunos casos los
autores y en otros habían escapado.
"4. Dada la
naturaleza de esta información, y nuestra obligación de cooperar
con otros países para prevenir ataques contra la aviación,
seguimos creyendo que es importante que ustedes o nosotros
notifiquemos a las aerolíneas que vuelan desde otros destinos y a
los gobiernos responsables. Si fuera posible para la parte cubana
adelantar la reunión de expertos para comienzos de la próxima
semana (por ejemplo, martes o miércoles) propondríamos hacer
tales notificaciones después que hubiéramos tenido una
oportunidad de evaluar la información con la parte cubana. Si tal
reunión temprana no es realizable, nosotros procederíamos a
hacer las notificaciones. Cualquier paso adicional podría ser
determinado durante la reunión de expertos la semana del 15 de
junio."
Realmente, esta nota
es del 6 de junio. Una reunión como aquella del 15 no se
improvisa, no se prepara en dos días, requería un mínimo de
cinco o seis días; de modo que no se podía adelantar para el 7,
realmente tuvo lugar el 15, que era la fecha acordada.
"5. Nosotros
reconocemos los puntos señalados por las autoridades cubanas que
procuremos evitar daños a la investigación en pactos adversos
sobre las líneas aéreas y la economía cubana. Estamos haciendo
el máximo respecto a estos puntos dentro de la limitada
discreción otorgada por nuestras leyes y regulaciones y la
prioridad que atribuimos a la prevención de ataques contra
aviones civiles. Nuevamente, estas circulares de información son
relativamente de rutina y en nuestra experiencia, incluso cuando
ellas se han hecho públicas, normalmente no tienen impacto
significativo o duradero en la transportación aérea de pasajeros
o carga."
En realidad, debo
decir que ellos venían respondiendo cada una de las cuestiones
que nosotros planteábamos. A mi juicio, estos intercambios los
realizaron de buena fe, no hubo mala fe. Hemos tratado de
profundizar y veíamos la insistencia con que ellos planteaban que
determinados instrumentos legales los obligaba a hacer eso.
Ese propio día,
Alarcón entrega al Jefe de la SINA nueva respuesta del Ministerio
de Relaciones Exteriores, redactada en los términos siguientes:
"Estamos en
desacuerdo. La probable publicidad de esa información perjudica
los trabajos de investigación, satisface y alienta los planes de
los terroristas contra la economía cubana.
"Ignoramos y no
podemos comprender la existencia de obligaciones de carácter
legal que, lejos de beneficiar, pueden afectar los esfuerzos que
se realizan para evitar víctimas humanas y daños materiales.
"La divulgación
en detalle de los procedimientos que pueden ser utilizados para
tales actos, constituye un incuestionable error que puede
favorecer los planes de grupos terroristas activos o
potenciales" —no
queríamos que lo publicaran, porque estaban dando datos técnicos
sobre la forma de preparar esos atentados. "Respetamos los
criterios de las autoridades norteamericanas, pero no coincidimos
en la forma en que deben contrarrestarse tales actividades, las
cuales deben ser analizadas, a partir de la información
disponible, con el cuidado y la profundidad requeridos."
Ahora se comprende con
mucha claridad. Es incuestionable que albergaban el temor de que
se produjera un hecho, un sabotaje de ese tipo, y ellos, teniendo
la información, no la hubieran divulgado a la aerolínea, aunque
esto no sirviera para nada en absoluto; las aerolíneas no están
en condiciones, no disponen de los medios ni de los antecedentes,
ni de la información para evitar un acto terrorista de ese tipo.
El Jefe de la SINA
señaló que había hablado con el señor Dobbins, responsable de
América Latina en el Consejo Nacional de Seguridad, quien pidió
trasladara los siguientes comentarios adicionales:
"h Que tenían la
obligación de alertar a las empresas que vuelan desde Estados
Unidos por las leyes norteamericanas, y a las que desde otros
países vuelan a Cuba, como consecuencia de acuerdos
internacionales. La decisión de ellos de trasmitir esa
advertencia indicaba que tomaban seriamente nuestra información y
la consideraban creíble."
Y lo demostraban con
esa inquietud tremenda que los llevaba de inmediato a circular la
información.
"h Con respecto
al párrafo 4 del documento, Dobbins insistió en que no lo
fuéramos a interpretar, en modo alguno, como un elemento de
presión. De lo que se trata es que si bien ellos tienen la
obligación de informar inmediatamente a las líneas que vuelan
desde los Estados Unidos, la obligación respecto a las que salen
desde otros países, aunque también existe, no les resulta tan
presionante, pero no pueden retenerla durante toda una semana.
Teóricamente, la reunión de expertos pudiera llevarlos a la
conclusión de que la amenaza no fuera tan inminente, pero como
parten de la base de considerar seriamente nuestra información y
darle credibilidad, entonces no podrían esperar ese tiempo sin
cumplir su obligación."
Yo no tengo duda,
realmente, de que estos intercambios por parte de ellos fueron de
buena fe; fueron serios por ambas partes, debo reconocerlo, es
justo.
8 de junio de 1998: La
Agencia Federal de Aviación emite la información circular. Esta
que hemos estado mencionando. Es decir, ese mismo día casi, dos
días después.
15 de junio de 1998: Llega
a La Habana delegación del FBI para sostener contactos con las
autoridades cubanas.
16-17 de junio de
1998: Se efectúan varias
reuniones conjuntas en La Habana entre expertos cubanos y
oficiales norteamericanos del FBI sobre el tema de los planes de
atentados terroristas. Se entrega a la delegación norteamericana
del FBI abundante información documental y testimonial. Los
materiales entregados incluían 64 folios en los que se aportaban
elementos investigativos acerca de 31 acciones y planes
terroristas contra nuestro país, ocurridos entre 1990 y 1998. A
la mayor parte de estas acciones estaba vinculada la Fundación
Nacional Cubano Americana que, además, organizó y financió los
más peligrosos, especialmente los ejecutados por la estructura
terrorista dirigida por Luis Posada Carriles en Centroamérica. Se
adjuntaron relaciones detalladas y fotografías del armamento, los
explosivos y los medios ocupados en cada hecho. Además, se
entregaron 51 folios con información sobre el dinero suministrado
por la Fundación Nacional Cubano Americana a diferentes grupos
terroristas para realizar acciones contra Cuba; se incluyeron
también las grabaciones de 14 conversaciones telefónicas de Luis
Posada Carriles en las cuales brindaba información acerca de
acciones terroristas contra Cuba; datos para ubicar a Posada
Carriles, tales como direcciones de sus residencias, lugares que
frecuentaba, características de los autos y chapas en El
Salvador, Honduras, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala y
Panamá. Se entregaron también las transcripciones de 8
conversaciones de terroristas detenidos en Cuba en las que revelan
sus vínculos con Posada Carriles.
Los oficiales del
FBI recibieron también 60 folios con las fichas de 40 terroristas
de origen cubano, la mayoría residentes en Miami, incluidos los
datos para su ubicación. Se llevaron, además, tres muestras de
sustancias explosivas de 2 gramos cada una, de las bombas
desactivadas antes de explotar en el Hotel Meliá Cohíba el 30 de
abril de 1997 y en un microbús de turismo el 19 de octubre de
1997, así como del artefacto explosivo ocupado a dos terroristas
guatemaltecos el 4 de marzo de 1998.
Se entregaron,
además, 5 casetes de video y 8 de audio con declaraciones de
los terroristas centroamericanos arrestados por la colocación de
bombas en los hoteles, en los cuales narran sus vínculos con
organizaciones terroristas cubanas que operan desde Estados Unidos
y en particular con Luis Posada Carriles.
La parte
norteamericana reconoció el valor de la información recibida y
se comprometió a dar respuesta del análisis realizado a estos
materiales en el más breve plazo.
Transcurren
extrañamente casi tres meses sin la respuesta seria prometida. Se
reciben sólo algunas noticias intrascendentes.
El 12 de septiembre —presten
bien atención, no se habían cumplido tres meses— son
arrestados los cinco compañeros, hoy Héroes de la República de
Cuba (Aplausos), que, destacados en Miami, constituían la
principal fuente de información sobre las actividades terroristas
contra nuestro país. No resultó detenido ningún terrorista en
ninguna parte, resultaron detenidos los compañeros que habían
suministrado la información —aunque, desde luego, no había
ningún elemento para identificar las fuentes—; pero lo que sí
pudieron apreciar es que había informaciones serias y fidedignas,
y que nuestras denuncias estaban muy bien fundadas, eran exactas;
desde luego, no las únicas, pero eran de las fundamentales.
Uno de ellos tenía la
misión de seguir las actividades de Orlando Bosch nada menos, ese
que indultaron allí, a pesar de sus monstruosos crímenes.
¿Qué había ocurrido
realmente? La dirección de la mafia de Miami se había percatado de
los contactos e intercambios entre las autoridades de Cuba y Estados
Unidos con relación a los brutales actos de terror que venían
cometiéndose impunemente contra nuestro país, y movieron todas sus
fuerzas e influencias —que, como se sabe, son muchas— para impedir
a toda costa cualquier avance en ese terreno.
¿Quién fue uno de los
responsables principales en la ruptura de los contactos? El jefe del
FBI en Miami: Héctor Pesquera. Este funcionario había ostentado el
mismo cargo en Puerto Rico, coincidiendo con el arresto del comando
organizado directamente por el grupo paramilitar de la Fundación
Nacional Cubano Americana capturado por los guardacostas en las
proximidades de aquella isla donde fueron arrestados, ocupándoseles
el yate y las armas. Todos conocen cuál era el objetivo de ese
comando en la Isla Margarita, en una reunión internacional en la que
nosotros estábamos invitados y fuimos.
Pesquera, que era un
miembro de la mafia, fue clave en lograr la impunidad total del grupo
terrorista.
Se conoce que en los
niveles más altos del FBI había determinada resistencia a la idea de
romper los intercambios con Cuba, pero el empuje y la influencia
política de los líderes de la mafia pudieron más. Pudieron más,
incluso, que el Presidente de Estados Unidos y que el Consejo de
Seguridad Nacional de ese país, era evidente. Ya vimos lo que nos
contó el Gabo de cómo eran las cosas allí, que no se podía ni
hablar en voz alta.
Sin duda que el FBI venía
ya siguiendo los pasos del grupo antiterrorista cubano, cuya
información acerca de los planes de hacer estallar aviones de
aerolíneas en tierra o en pleno vuelo, yo había hecho llegar al
presidente de Estados Unidos. Tales actos monstruosos podían costar
la vida tanto a ciudadanos cubanos como a norteamericanos, muchos de
los cuales viajaban a Cuba en esos aviones.
Pesquera, jefe del FBI en
Miami, concentró todas sus fuerzas en identificar, perseguir y
enjuiciar a los cubanos. Se conoce el trato brutal recibido por los
patriotas cubanos.
De acuerdo con lo
publicado por El Nuevo Herald el 15 de septiembre de 1998, a
los primeros que Pesquera informó del arresto de nuestros Cinco
Héroes fue a los congresistas Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln
Díaz-Balart.
El propio Pesquera hizo
confesiones en un programa radial de Miami, que permiten comprobar
cómo había llegado desde Puerto Rico con la orientación de proceder
a cualquier costo contra el grupo de cubanos infiltrados en las
organizaciones terroristas miamense:
"Yo llegué aquí en
mayo de este mismo año, del 1998. Me ponen en conocimiento de lo que
hay. Empezamos entonces a hacer hincapié en esta investigación. A
los efectos de inteligencia, ya no debería mantenerse ahí. Y
debería cambiar de rumbo e irse entonces a una investigación
criminal."
El ya tiene la decisión
tomada y las órdenes y dice que ya no hay que seguir la búsqueda de
actividad de inteligencia, sino que hay que llevar a cabo una
investigación de carácter criminal contra los patriotas cubanos.
La línea que siguió
nuestro país fue muy distinta. En entrevista concedida a la
periodista Lucía Newman, de la CNN, en Oporto, Portugal, sede
de una Cumbre Iberoamericana, el 19 de octubre de 1998, le dije
textualmente —todavía no se habían cometido las monstruosidades
legales que después conocimos. Eso fue el 19 de octubre, un mes y
unos días después que habían, incluso, arrestado a los primeros
compañeros:
"Estamos dispuestos a
colaborar en la lucha contra actividades terroristas que puedan
afectar a Cuba o puedan afectar a Estados Unidos.
"Estados Unidos corre
un riesgo potencial con relación a los cientos de organizaciones
extremistas, muchas de las cuales están armadas en los propios
Estados Unidos, y algunos de los procedimientos que usan contra Cuba
pueden usarlos allá, porque algunos de estos están desarrollados,
sofisticados" —me
refiero a los métodos, a los procedimientos, a la técnica.
"Nosotros les hemos planteado a las autoridades de Estados
Unidos, les hemos hecho saber, les hemos comunicado las experiencias,
los métodos terroristas que se usan contra nuestro país, lo cual es
una contribución que puede ayudarlos a defenderse, porque lo
considero un país muy vulnerable a esos tipos de ataques."
Lo más dramático para el
pueblo norteamericano es que mientras Pesquera y sus efectivos se
consagraban con ensañamiento a la persecución, arresto y
enjuiciamiento escandaloso de los cubanos, no menos de 14 de los 19
participantes en los ataques del 11 de septiembre contra las Torres
Gemelas de Nueva York y otros objetivos vivían y se entrenaban
precisamente en el área de responsabilidad y ante las narices de
Pesquera.
Apenas habían
transcurrido tres años del arresto de nuestros abnegados y valientes
compañeros ―que con los informes que recogieron y fueron
puestos por Cuba a disposición del pueblo de Estados Unidos tal vez
salvaron numerosas vidas de ciudadanos de ese país—, cuando miles
de norteamericanos inocentes perdieron la vida aquel funesto día del
2001. Es decir, no habían transcurrido en realidad tres años de ese
arresto y miles de norteamericanos perecieron allá en Nueva York,
víctimas de un atentado, en el que la inmensa mayoría de los actores
se entrenaron en la Florida.
Como nuestros compatriotas
y la opinión pública internacional pueden observar, ninguno de los
documentos desclasificados por nosotros contiene una sola tachadura.
Antes de concluir, deseo
expresar que el autor del informe, Gabriel García Márquez, fue
consultado sobre su publicación. Ayer mismo le envié mensaje a
Europa, en el que le trasmitía lo siguiente:
"Tengo
imprescindible necesidad de hablar del tema del mensaje que envié
contigo sobre las actividades terroristas contra nuestro país. No
afecta en nada al destinatario y mucho menos afectará tu gloria
literaria.
"Se trata en esencia
del texto que yo envié y del maravilloso informe que me remitiste y
lleva tu inconfundible estilo. Son como las memorias mías, y pienso
que las tuyas estarían incompletas si no contienen ese mensaje."
Todo lo que he narrado
explica por qué, al iniciar mis palabras, hablé de "La conducta
diferente".
¡Viva la amistad entre
los pueblos de Cuba y de Estados Unidos! (Exclamaciones de:
"¡Viva!")
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
|