Vilma ha muerto. No por esperada la noticia dejó de
golpearme. Por puro respeto a su delicado estado de salud nunca
mencioné su nombre en mis reflexiones.
El ejemplo de Vilma es hoy más necesario que nunca.
Consagró toda su vida a luchar por la mujer cuando en Cuba la
mayoría de ellas era discriminada como ser humano al igual que en el
resto del mundo, con honrosas excepciones revolucionarias.
No siempre fue así a lo largo de la evolución
histórica de nuestra especie, que la llevó a ocupar el papel social
que le correspondía como taller natural en que se forja la vida.
En nuestro país la mujer emergía de una de las más
horribles formas de sociedad, la de una neocolonia yanqui bajo la
égida del imperialismo y su sistema, en el que todo lo que el ser
humano es capaz de crear ha sido convertido en mercancía.
Desde que surgió en la lejana historia lo que se
llamó la explotación del hombre por el hombre, las madres, los niños
y las niñas de los desposeídos soportaron la mayor carga.
Las mujeres cubanas trabajaban en los servicios
domésticos, o en tiendas de lujo y bares burgueses, donde además
eran seleccionadas por su cuerpo y su figura. Las fábricas les
asignaban los trabajos más simples, repetitivos y peor remunerados.
En la educación y la salud, servicios que se
prestaban en pequeña escala, su imprescindible cooperación era
realizada por maestras y enfermeras a las que solo ofrecían un nivel
medio de preparación. La nación, con 1 256,2 kilómetros de
extensión, contaba únicamente con un centro de educación superior
ubicado en la capital, y más adelante, con algunas facultades en
centros universitarios de otras 2 provincias. Como norma solo podían
estudiar en ellas jóvenes procedentes de familias con ingresos más
altos. En muchas actividades ni siquiera se concebía la presencia de
la mujer.
He sido testigo durante casi medio siglo de las
luchas de Vilma. No la olvido en las reuniones del Movimiento 26 de
Julio en la Sierra Maestra. Fue enviada finalmente por la dirección
de este para una importante misión en el Segundo Frente Oriental.
Vilma no se inmutaba ante peligro alguno.
Al triunfar la Revolución, se inicia su incesante
batalla por las mujeres y los niños cubanos, que la llevó a la
fundación y dirección de la Federación de Mujeres Cubanas. No hubo
tribuna nacional o internacional a la que dejara de asistir por
distante que fuera el camino a recorrer, en defensa de su patria
agredida y de las nobles y justas ideas de la Revolución.
Su voz dulce, firme y oportuna, siempre se escuchó
con gran respeto en las reuniones del Partido, el Estado y las
organizaciones de masas.
Hoy las mujeres en Cuba constituyen el 66 por ciento
de la fuerza técnica del país, y participan mayoritariamente en casi
todas las carreras universitarias. Antes, la mujer apenas figuraba
en las actividades científicas, pues no había ciencia ni
científicos, salvo excepciones. En ese campo también son hoy
mayoría.
Los deberes revolucionarios y su inmenso trabajo
nunca le impidieron a Vilma cumplir sus responsabilidades como
compañera leal y madre de numerosos hijos.
Ha muerto Vilma. ¡Viva Vilma!
Fidel Castro Ruz
20 de junio del 2007
2:10 p.m.