No exagero. Es la expresión más generalizada de
muchos compatriotas. Es la impresión del Jefe del Estado Mayor
General de las FAR, Álvaro López Miera, un militar experimentado,
cuando vio en la Isla de la Juventud las torres de acero retorcidas,
las casas convertidas en ruinas y la destrucción por todas partes.
"Ha sido un duro golpe, no podía siquiera
imaginarlo", dijo con voz desgastada por el esfuerzo, pero firme y
resuelta, Ana Isa Delgado, Secretaria del Partido y Presidenta del
Consejo de Defensa del importante municipio. "¡Es lo nunca visto en
los casi 50 años que vivo aquí!", exclamó un vecino con asombro. Un
joven soldado, que descendía de un carro anfibio, gritó:
"¡Demostraremos que estamos dispuestos a dar la vida por el pueblo!"
En Herradura, el General de Cuerpo de Ejército
Leopoldo Cintra Frías, al observarlo todo convertido en ruinas,
mirando a su alrededor, compartía su asombro y admiración por la
valentía de la población, y expresó: "Esto es ver una explosión
nuclear." Él estuvo cerca de verla en el Suroeste de Angola, si los
racistas surafricanos hubieran decidido lanzar contra las tropas
cubano-angolanas una de las siete bombas que el gobierno de Estados
Unidos les suministró. Era, sin embargo, un riesgo calculado y las
tácticas más convenientes fueron adoptadas.
Junto a Polo estaba Olga Lidia Tapia, primera
secretaria del Partido y Jefa del Consejo de Defensa de la
provincia, sin dudar un segundo de los frutos del esfuerzo y la
determinación de sus compatriotas.
Con toda franqueza me atrevo a decir que las fotos y
vistas fílmicas de lo que transmitían el domingo por la televisión
nacional me recordaban la desolación que vi cuando visité Hiroshima,
que fue víctima del ataque con la primera bomba atómica en agosto de
1945.
No en balde se afirma que un huracán despliega una
enorme energía, tal vez equivalente a miles de armas nucleares como
aquellas que fueron lanzadas sobre las ciudades de Hiroshima y
Nagasaki. Valdría la pena que algún físico o matemático cubano
hiciera los cálculos pertinentes y lo expusiera de forma
comprensible.
Ahora la batalla es alimentar a las víctimas del
huracán. La dificultad no está en restablecer cuanto antes la
electricidad. El problema en Isla de la Juventud es que, de 16
panaderías, todas con horno eléctrico y equipo electrógeno, sólo dos
podían funcionar de inmediato; las edificaciones habían sido
afectadas. Necesitaban recibir pan o galletas. Las cifras de tejas y
materiales necesarios en este momento para las viviendas son
elevadísimas. En la Isla de la Juventud hay mar de por medio. No
basta con cargar camiones de alimentos y materiales para hacerlos
llegar directamente.
Nuestras Fuerzas Armadas han enviado personal
especializado en aeródromos y transporte aéreo y terrestre. De día y
de noche, auxiliados por grupos electrógenos, los aviones pueden
aterrizar en el aeropuerto de la Isla. Tienen la misión de librar su
batalla por la población sin derroche alguno de recursos. Con el
mismo espíritu actuarán en los lugares arrasados de Pinar del Río.
Todos los organismos tienen sus tareas asignadas, todos son
importantes. Pero los bienes no salen de la nada. Compartir implica
sacrificios. No nos demos el lujo de olvidarlo dentro de unos días.
El hecho adverso debe servir para trabajar con más
eficiencia cada día y el empleo justo y racional de cada gramo de
material. Tenemos que luchar contra nuestras superficialidades y
egoísmos. Cien millones de dólares significan sólo nueve dólares por
habitante, y necesitamos mucho más. Necesitamos 30 veces, 40 veces
esa cifra sólo para paliar nuestras necesidades más elementales. Tal
esfuerzo debe salir del trabajo del pueblo. Nadie lo puede hacer por
nosotros.
Es evidente que nuestra capacidad de divulgación se
ha multiplicado y nuestra población, que sabe leer y escribir posee
además elevados niveles de escolaridad.
Kcho, el pintor, se había trasladado por aire a la
Isla de la Juventud, el pedazo de Cuba que lo vio nacer y nos hizo
llegar una carta sobre la alta moral de los pineros. Selecciono
párrafos de la misma:
"Querido Fidel:
"Me pareció importante, desde que llegué a la Isla y
pude ver con mis propios ojos y sentir con mi cuerpo todo lo que
estaba pasando, ponerme en contacto con Richard para que usted
conociera la terrible situación que estaba aconteciendo en el
Municipio Especial.
"No tengo palabras para expresar la realidad de lo
que vi ayer en la Isla de la Juventud. En mis 38 años no había visto
nada parecido y las personas con las que he hablado en mi territorio
no habían visto nada peor, pero increíblemente tienen aún la moral
por el cielo¼ muchos han perdido sus
casas, y casi todos tienen sus pertenencias, camas, colchones,
televisores, refrigeradores, etc., destruidos; la mayor parte de la
población está en esa situación; se calcula que de las 25 000
viviendas que hay en la Isla —todavía en estos momentos no es la
cifra definitiva—unas 20 000 están afectadas de alguna forma, y de
esas 20 000, unas 10 000 están sin cobertura o destruidas
totalmente."
"¼ la brigada de 52
linieros camagüeyanos estuvo trabajando hasta las 3 de la mañana y
hoy comenzaron de nuevo a las 6:30 a.m. con tremenda disposición;
están esperando a un grupo de 60 y tantos de Holguín¼
"
"¼ existen todavía muchos
problemas, como por ejemplo viviendas destruidas por el huracán
Michelle en 2001, esperando resolverse.
"Hay problemas serios con la alimentación¼
Actualmente la Isla es como una prisión, por la insularidad, aunque
ya se han restablecido los vuelos¼ El
dinero no tiene ningún valor, no hay qué comprar ni dónde comprar
nada."
"La solidaridad humana está siendo el arma más
importante en este momento. La moral está alta pero eso no va a ser
eterno; en los próximos días va a haber que dar solución a algunas
cosas. En la medida en que se vaya restableciendo el servicio
eléctrico, crear puntos de información donde las personas se puedan
reunir para saber lo que está pasando en el país y en el Municipio,
o aunque sea a oír música, a pasar el tiempo en colectivo."
"Actualmente el territorio ‘es un teatro de
operaciones militares en una tregua’, con la gente todavía alegre
porque salvaron sus vidas, no pensando todavía mucho en la pérdida
de sus pertenencias, tratando de salvar lo que les quedó, viendo
cómo se ajustan a esa nueva condición, pero con el transcurso de los
días la moral de la gente puede decaer y llegar a la depresión."
"¼ las condiciones del
hospital son infrahumanas y sólo la voluntad y la convicción de
hombres y mujeres revolucionarios hacen que funcione.
"El pinero es revolucionario y combativo, y allí
está todo el mundo (pacientes, familiares, equipo médico) trabajando
muy intensamente. Ya están en la capital, desde ayer a las 4 de la
tarde aproximadamente, los 32 pacientes de hemodiálisis, con un
acompañante y enfermeras, que llevaban 48 horas sin el tratamiento y
se encontraban en buenas condiciones.
"El pinero sigue con su moral alta y feliz del
trabajo de los organismos responsables y de que no ha habido una
sola pérdida de vida humana ni en Pinar del Río ni en la Isla ni en
Matanzas."
"Yo creo que para volver la Isla a lo que era antes
va a haber que invertir mucho tiempo de trabajo y muchos recursos,
como si fuera una provincia, porque ahora todo está devastado."
Con su carta, envía fotos elocuentes de la
desolación; en el sobre, la silueta de la Isla de la Juventud y en
ella ondeando una bandera cubana.
Los excelentes pintores que solían acompañar
nuestras batallas de ideas pueden dejar constancia del episodio
vivido y alentar a nuestro pueblo en su épica lucha.
Orfilio Peláez nos hablaba en Granma de un
huracán ocurrido en 1846 con récord de presión mínima de 916
hectopascales, registrado por un equipo. Eso ocurrió hace 162 años,
cuando no había radio, televisión, cine, Internet y otros muchos
medios de comunicación, que a veces chocan unos contra otros,
creando caos en las mentes.
En aquel tiempo la población de Cuba era por lo
menos 12 veces menor. Con trabajo esclavo y semiesclavo, el país
exportaba la mayor cantidad de azúcar y también de café durante una
parte considerable de ese siglo. No existía la jubilación, el
promedio de vida era muy inferior, y no se conocían casi las
enfermedades de la edad madura, o la educación masiva, que tantos
brazos e inteligencias demandan para su desarrollo. Los recursos
naturales abundaban. Los huracanes, aunque influían mucho, no
significaban una catástrofe nacional. De los cambios climáticos,
bien distantes, ni siquiera se hablaba.
En el Granma de hoy martes, el propio
periodista nos relata las proezas de nuestro pueblo en su batalla
por la recuperación y los frutos del esfuerzo de los últimos años.
Rubiera, el científico, por su parte, en el recorrido por Pinar del
Río observaba minuciosamente, entre las ruinas de la instalación del
Instituto de Meteorología en Paso Real de San Diego, el equipo de
medir la velocidad de los vientos que marcaba 340 kilómetros de
velocidad cuando fue destruido por fuertes ráfagas. Se anuncia que
hoy hablará en la Mesa Redonda. Él sostiene teorías que explican lo
ocurrido. Juan Varela, por otra parte, habló de los destrozos
ocasionados en la mayor empresa de cultivos varios en Güira de
Melena, de la provincia de La Habana, que debía producir este año
alrededor de 140 000 toneladas de viandas, granos y hortalizas. Las
pérdidas, a mi juicio, a precios internacionales, en horas de
trabajo, productos alimenticios, equipos de cultivo y riego,
combustibles y otros gastos, son millonarias en esa sola empresa.
Lo más impactante, sin embargo, por el drama humano
que les correspondió abordar, fue la información suscrita por el
periodista Alfonso Nacianceno y el fotógrafo Juvenal Balán: la
odisea vivida por los cinco tripulantes del Langostero 100 de
Batabanó, provincia de La Habana. Habían recibido la orden de
regresar a puerto como todos los barcos pesqueros, a su debido
tiempo. Por azar se retrasaron. Desde el sábado se perdió con ellos
la comunicación cuando el huracán avanzaba rápidamente. Dos veces
había dicho en reflexiones previas: "¡Suerte que tenemos una
revolución! Ningún ciudadano quedará abandonado a su suerte."
Supe sobre la incomunicación con el langostero el
mismo sábado, casi a medianoche. Raúl me había dado noticias de lo
que sucedía; confiaba en la experiencia de los pescadores para
lidiar con tormentas y ciclones. Me dijo que enviaría al amanecer
los medios necesarios para localizarlos. Tan pronto amainó el tiempo
comenzó la búsqueda, que llegó a reunir 36 embarcaciones, tres
helicópteros y dos aviones durante casi dos días. Del barco no se
veía ni rastro; encontraron sin embargo a los náufragos. Lo que
cuentan es increíble; los que conocen bien el mar saben lo que
significa estar interminables horas agarrados a un remo y después a
una boya.
El milagro revolucionario se produjo, y los
pescadores fueron rescatados.
No nos dejemos arrastrar por las ilusiones. Este
huracán nos deja cien mil viviendas golpeadas en mayor o menor grado
y pérdida casi total de artículos necesarios después de la tragedia,
como explica en su carta Kcho.
¿Cuántas viviendas anticiclónicas, seguras, necesita
Cuba? No menos de 1,5 millones de ellas para 3,5 millones de
familias totales. Saquemos la cuenta del costo internacional de
tales inversiones, que se corresponde con los datos que se manejan
en el mundo.
Una familia en Europa debe pagar por lo menos 100
mil dólares, más intereses, por los cuales aportan 700 dólares
mensuales de sus ingresos durante 15 años. Diez mil millones de
dólares es el costo aproximado de cien mil casas para familias
medias en los países desarrollados, que son los que determinan los
precios de los productos industriales y alimenticios en el mundo.
Habría que añadirle el costo de las instalaciones sociales afectadas
que deben ser reconstruidas, las demás instalaciones económicas, más
las requeridas para el desarrollo.
Sólo de nuestro trabajo, reitero, podrán salir los
recursos. Mientras las nuevas generaciones lleven a cabo esa tarea,
los hombres y mujeres que habitan esta isla requieren de la
solidaridad, el valor y la combatividad mostrada por los pinareños y
pineros.
El imperio atraviesa en estos momentos por una
prueba difícil en la segunda mitad del año, la de su capacidad de
resolver dificultades que cuestionan su tren de vida a costa de los
demás pueblos. Ahora necesitan un cambio de timón.
Bush y Cheney han sido casi marginados de la campaña
republicana por guerreristas e indeseables. No se discute sobre un
cambio de sistema, sino sobre cómo mantenerlo con menos costo.
El imperialismo desarrollado terminará matando a
todos los que intenten penetrar sin permiso dentro de su territorio
para convertirse en esclavos asalariados y consumir algo. Ya lo
están haciendo. Es muy grande el chovinismo y el egoísmo que el
sistema crea.
Lo sabemos y continuaremos desarrollando la
solidaridad, nuestro mayor recurso dentro y fuera de la patria.
