(3 de noviembre de 2010)
Girón 50
Nixon y la bahía de Cochinos (II)
El finado ex presidente de
Estados Unidos Richard M. Nixon es uno de los iniciadores de la
guerra contra la Revolución cubana
Gabriel Molina
Desde abril de
1959, cuando como vicepresidente recibió a Fidel Castro, el apoyo
brindado por Nixon al derrocado dictador Fulgencio Batista —a quien
visitó en 1955, dos años después del asalto al Cuartel Moncada—, y
sus alianzas con intereses oligárquicos, lo llevaron a demandar tan
tempranamente la remoción del joven líder guerrillero. Las medidas
adoptadas culminaron con la invasión por la bahía de Cochinos el 17
de abril de 1961. Ambos ex presidentes enfocaron el tema de la
Revolución cubana como si fuese un problema nacional en las
elecciones de 1960.
Nixon
en 1955 en La Habana, haciendo un brindis con el tirano Fulgencio
Batista por el mantenimiento de las estrechas relaciones entre los
Estados Unidos y Cuba, y junto a ellos el embajador Gardner.
Nixon fue uno de
los políticos que utilizó el anticomunismo como forma de sobresalir.
Nació en Yorba Linda, en 1913 y con una beca en la Universidad Duke
de Carolina del Norte, se licenció en Derecho en 1937 e ingresó en
la firma Winger & Bewley, hasta llegar a socio. Al estallar la II
Guerra Mundial se alistó en la Marina y después se dedicó por entero
a la política. Fue elegido a la Cámara de Representantes sobre Jerry
Worheer, a quien acusó de ser un instrumento de Moscú.
Entre 1948 y
1949, fue figura principal en la Cámara del Comité de Actividades
Antiamericanas del senador Joseph McCarthy, donde se distinguió
nacionalmente haciendo condenar a Alger Hiss, antiguo oficial del
Departamento de Estado. Así se le designó para participar en el Plan
Marshall y evitar el avance del socialismo en Europa occidental. En
1950 lo eligieron senador por California, en 1952 vicepresidente de
Eisenhower y presidente de 1968 a 1974, cuando fue obligado a
renunciar.
Fidel Castro
recuerda su histórico encuentro con Nixon: "En fecha tan temprana
como el mes de abril de 1959 (el día 19) visité Estados Unidos
invitado por el Club de Prensa de Washington. Nixon se dignó
recibirme en su oficina particular... No era un militante
clandestino del Partido Comunista, como Nixon con su mirada pícara y
escudriñadora llegó a pensar. Si algo puedo asegurar, y lo descubrí
en la Universidad, es que fui primero comunista utópico y después un
socialista radical, en virtud de mis propios análisis y estudios, y
dispuesto a luchar con estrategia y táctica adecuadas.
"Mi único reparo
al hablar con Nixon era la repugnancia a explicar con franqueza mi
pensamiento a un vicepresidente y probable futuro Presidente de
Estados Unidos, experto en concepciones económicas y métodos
imperiales de gobierno en los que hacía rato yo no creía."1
Años más tarde
Granma publicó, en un artículo de Luis Báez, otros pormenores
de la reunión con Nixon que Fidel relató en entrevista con
periodistas norteamericanos.
"Fue una
entrevista muy franca por mi parte, porque le expliqué cómo veíamos
la situación cubana y las medidas que teníamos intención adoptar. En
general, él no discutió, sino que se mostró amistoso y escuchó todo
lo que tenía que decirle. Nuestra conversación se limitó a aquello.
Tengo entendido que él sacó sus propias conclusiones de aquellas
conversaciones. Creo que fue después de aquello cuando comenzaron
los planes para la invasión."
La reunión con
Nixon duró poco más de dos horas y media y el criterio del
vicepresidente de Estados Unidos fue desclasificado años después:
"en lo concerniente a su visita a Estados Unidos, su interés
fundamental no era lograr un cambio en la cuota azucarera ni obtener
un préstamo del gobierno, sino ganar el apoyo de la opinión pública
estadounidense para su política... Debo reconocer que en esencia
apenas encontré en sus argumentos motivos para discrepar.
"Con mucho tacto
traté de insinuarle a Castro que Muñoz Marín había hecho un
magnífico trabajo en Puerto Rico en lo que respecta a atraer capital
privado y en general a elevar el nivel de vida de su pueblo, y que
Castro muy bien podría enviar a Puerto Rico a uno de sus principales
asesores económicos para que conversara con Muñoz Marín. Esta
sugerencia no lo entusiasmó mucho y señaló que el pueblo cubano era
‘muy nacionalista’ y sospecharía de cualquier programa iniciado en
un país considerado como una ‘colonia’ de los Estados Unidos... Cabe
destacar que no hizo ninguna pregunta sobre la cuota azucarera y ni
siquiera mencionó específicamente la ayuda económica."
"Mi valoración
de él como hombre es de cierta forma ambivalente. De lo que sí
podemos estar seguros es que posee esas cualidades indefinibles que
lo hacen ser líder de los hombres. No debemos considerarlo,
ilusoriamente, como un rebelde furibundo al estilo de Bolívar, por
lo cual hay que obrar en consecuencia.
"Independientemente de lo que pensemos sobre él, será un gran factor
en el desarrollo de Cuba y muy posiblemente en los asuntos de
América Latina en general. Parece ser sincero, pero o bien es
increíblemente ingenuo acerca del comunismo o está bajo la tutela
comunista".
"Pero como tiene
el poder de liderazgo al que me he referido, lo único que pudiéramos
hacer es al menos tratar de orientarlo hacia el rumbo correcto."2
Richard Nixon
fue después conocido como Dirty Dick (el tramposo Dick), por la
ausencia de escrúpulos de los que hizo gala para conseguir sus
objetivos con sucios métodos, como los falsos plomeros que envió
para espiar a los candidatos del partido demócrata en el edificio
Watergate, encabezados por el oficial de la CIA Howard Hunt, uno de
los jefes de la invasión a Cuba en 1961. Ese episodio resultó ser la
chispa que incendió su presidencia hasta hacerlo renunciar cuando
cumplía su segundo mandato.
El Watergate fue
un merecido resbalón en la carrera de Nixon. Dirty Dick había ganado
la presidencia de Estados Unidos en 1968, en gran parte a
consecuencia del asesinato de Robert Kennedy, quien investigaba el
magnicidio cometido contra su hermano John en Texas en 1963. Sin
embargo, no se ha relacionado ese crimen con Nixon, a pesar de que
había sido reportado como presente en Dallas el día del magnicidio
del mayor de los Kennedy.
Pero sí se le
reconoce su responsabilidad por las masacres en Chile, ya que desde
la elección de Salvador Allende como presidente, en septiembre de
1970, organizó el complot de la CIA que, aliada al sanguinario
general Augusto Pinochet, derrocó al gobierno de la Unidad Popular
elegido en las urnas y preparó el camino para extender el terror en
toda la América del Sur.
Las
recomendaciones de Nixon llevaron a que Eisenhower decidiese
derrocar a Fidel y que, a solo siete meses de la entrevista en
Estados Unidos, en un famoso memorando fechado el 11 de diciembre de
1959, el jefe de lo que poco después se tituló División del
Hemisferio Occidental de la CIA, J. C. King, exhortase a: "Analizar
minuciosamente la posibilidad de eliminar a Fidel Castro:
[... ] Muchas
personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel
aceleraría grandemente la caída del gobierno... " La bahía de
Cochinos fue uno de los resultados.
1
Fidel Castro Ruz: Reflexiones, Granma, 8 de
julio del 2007
2 Richard Nixon: Seis Crisis. |