(Versiones Taquigraficas-Consejo de Estado)
Familiares de los cubanos asesinados el 6 de
octubre;
Compatriotas:
Conmovidos, luctuosos, indignados, nos reunimos hoy
en esta histórica Plaza para despedir, aunque solo sea casi
simbólicamente, los restos de nuestros hermanos asesinados en el
brutal acto de terrorismo perpetrado contra un avión civil en pleno
vuelo con 73 personas a bordo, de ellas 57 cubanos. La mayor parte
de los restos yacen en las profundidades abismales del océano, sin
que la tragedia haya dejado a los familiares allegados ni aun el
consuelo de sus cadáveres. Solo los restos mortales de ocho cubanos
han podido ser recuperados. Ellos se convierten así en símbolo de
todos los caídos, el único resto material al que daremos sepultura
en nuestra tierra de quienes fueron 57 saludables, vigorosos,
entusiastas, abnegados y jóvenes compatriotas nuestros. Su edad
promedio apenas rebasaba los 30 años aunque sus vidas eran ya, sin
embargo, inmensamente ricas en su aporte al trabajo, al estudio, al
deporte, al afecto de sus familiares allegados y a la Revolución.
Cuando leemos las biografías de cada uno de ellos
vemos qué espléndida hoja de servicios al país constituyen sus
vidas. El capitán de la nave habla sido elegido, este mismo año,
Héroe Nacional del Trabajo. Muchos habían recibido la Medalla XX
Aniversario. Numerosos entre los tripulantes habían prestado
distintos servicios internacionalistas y los atletas acababan de
escribir una brillante e insuperable página deportiva, ganando la
totalidad de las medallas de oro en las competencias regionales de
esgrima que acababan de efectuarse en Caracas. Muchos eran
militantes de la Juventud o del Partido, todos se destacaban en sus
actividades, cada uno de ellos había sido un claro ejemplo de cómo
la dedicación al estudio, a la superación, al trabajo y al
cumplimiento del deber es hoy la característica esencial de nuestros
conciudadanos.
No eran millonarios en viaje de placer, no eran
turistas que disponían de tiempo y de recursos para visitar otros
países; eran humildes trabajadores o estudiantes y deportistas que
cumplían con modestia y dedicación las tareas asignadas por la
patria.
Entre los viajeros del avión había 11 jóvenes
guyaneses, seis de ellos seleccionados para realizar estudios de
medicina en Cuba, vidas que se pierden de hombres cuyo destino era
salvar vidas en su país subdesarrollado y pobre. También murieron
cinco abnegados ciudadanos de la República Popular Democrática de
Corea, un pueblo tanto tiempo asediado por Estados Unidos, que
visitaban países de América Latina en viaje de amistad.
En pleno vuelo el avión fue destruido por una carga
explosiva a los pocos minutos de haber despegado del aeropuerto de
Barbados. Con heroísmo indescriptible los bravos y expertos pilotos
de la nave hicieron un supremo esfuerzo para hacerla regresar a
tierra, pero el equipo, ardiendo y casi destruido, solo pudo
permanecer en el aire unos minutos más. Contaron, sin embargo, con
el tiempo y la entereza suficiente para explicar que había ocurrido
una explosión a bordo, que la nave ardía e intentaban regresar a
tierra. Es inimaginable el drama que tiene que haber significado
para los pasajeros y los tripulantes la explosión y el incendio
encerrados en una nave aérea a una altura aproximada de 6 000
metros.
Alguna agencia imperialista de inmediato habló sobre
un posible fallo mecánico, pero en cinta grabada quedaron
registradas todas las palabras del piloto trasmitidas al aeropuerto
de Barbados. A esa evidencia se sumaron inmediatamente otras. Dos
individuos con documentos que los acreditaban como venezolanos
habían tomado el avión en Trinidad para descender del mismo en
Barbados antes del accidente; casi inmediatamente después que la
nave estallara en el aire tomaron otro avión de regreso a Trinidad,
donde se alojaron sin equipaje alguno en el más lujoso hotel. A
petición de las autoridades de Barbados, a quienes se les habían
hecho sospechosos, fueron arrestados.
Las investigaciones iniciadas por la policía de
ambos países arrojaron de inmediato indicios que hacían recaer sobre
ellos la fuerte presunción de ser los autores materiales del
sabotaje.
Por el carácter de la documentación, las autoridades
de Venezuela tuvieron también rápido conocimiento de los hechos y
acceso a la investigación. Al día siguiente, 7 de octubre, el
presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, en cable de
condolencia a Cuba, calificaba el hecho de abominable crimen. En
términos públicos semejantes se expresó después, en la sede de
Naciones Unidas, el propio Primer Ministro de Barbados. El hecho de
que esos gobiernos —cuyos funcionarios tenían acceso a las fuentes
más inmediatas e importantes de información, que eran los propios
arrestados, las circunstancias que rodeaban su conducta y sus
documentos— calificaran el acto como terrorismo, era ya de por sí
muy significativo.
Aunque desde las primeras informaciones el Gobierno
de Cuba no albergaba la menor duda acerca de la causa de la
tragedia, se abstuvo de hacer declaración alguna en espera de
analizar cuidadosamente las noticias que se fueran recibiendo, así
como los antecedentes e informes —unos públicos y otros
confidenciales— que obraban en su poder.
En los primeros instantes no se conocía con
exactitud la verdadera identidad de los detenidos. Se habló de la
posibilidad de que la documentación fuera falsa. Se dieron a la
publicidad los nombres de Freddy Lugo y José Velázquez y se dijo que
este último se hacía llamar también José García, mencionándose que
portaba más de un pasaporte. Se publicó también, más adelante, que
la cónsul de Venezuela había conversado cinco horas con los
detenidos y que el Embajador de Estados Unidos en Barbados había
partido apresuradamente hacia Washington. No obstante, las noticias
en torno a los arrestados y otros detalles y circunstancias de
interés se guardaban bastante herméticamente.
El 9 de octubre el Gobierno de Venezuela declaró que
Freddy Lugo era ciudadano venezolano y que se proseguían las
pesquisas para identificar a José Velázquez o José García.
El 10 de octubre varias fuentes absolutamente
fidedignas de círculos periodísticos de Venezuela, indignados por el
monstruoso crimen, hicieron llegar a Cuba informes de suma
importancia. Estos revelaban que un fotógrafo del periódico El
Mundo, llamado Hernán Ricardo, dos semanas atrás habla sido
visto en compañía de Félix Martínez Suárez, conocido enemigo de la
Revolución Cubana, y dos sujetos más. Que este Hernán Ricardo era
inseparable de Freddy Lugo. Que dos días después de la explosión de
una bomba en las oficinas de Cubana de Aviación en Panamá, Hernán
Ricardo había llegado al aeropuerto de Maiquetía procedente de ese
país. Que poseían indicios ciertos de que dicho sujeto contaba con
tres pasaportes, uno de ellos a nombre de José Velázquez. Se añadía
que en la propia redacción del periódico El Mundo había
alardeado conocer que un avión cubano sería volado en Barbados.
Pero lo más esencial e importante que nos
comunicaron estas fuentes bien informadas de Venezuela, es que en
amplios círculos se conocía que Hernán Ricardo era agente de la CIA,
que muchas veces manejaba informes procedentes de la misma y que,
devengando un sueldo relativamente modesto de 1 600 bolívares,
poseía un automóvil de 40 000 y un apartamento de 100 000. Algunas
personas lo habían oído también comentar con Freddy Lugo sobre
cursos de explosivos que estaban recibiendo. Que por todos estos
antecedentes ellos sospechaban que el otro arrestado, que se hacía
pasar por José Velázquez, era Hernán Ricardo.
Dos días después, el 12 de octubre, el Gobierno de
Venezuela anunció oficialmente que el segundo detenido, José
Velázquez, era realmente Hernán Ricardo.
Esto lo explica todo.
A los informes procedentes de Venezuela debemos
añadir que, de acuerdo con los datos que obran en nuestro poder,
Félix Martínez Suárez es reputado agente de la CIA.
Noticias públicas procedentes de Venezuela hablan
sobre fabulosas cantidades de dinero entregadas a los autores
materiales del hecho.
El territorio de Venezuela fue incuestionablemente
usado para la materialización del sabotaje en la fase final del
mismo y ciudadanos de ese país, sin lugar a dudas, fueron los
autores materiales del horrible crimen. Pero esto no nos conduce a
confusiones de ninguna índole.
Es cierto que en Venezuela existe un grupo de
connotados elementos contrarrevolucionarios cubanos, con cierto
acceso a determinadas esferas políticas, que están implicados en los
planes imperialistas de terrorismo contra nuestra patria y que es
muy difícil que algunos de ellos no hayan tenido que ver con los
hechos. Pero nosotros no albergamos la menor duda de que el Gobierno
de Venezuela es absolutamente ajeno a los planes agresivos de
Estados Unidos contra Cuba; que su actitud hacia nuestro país ha
sido honesta; que tal como lo ha prometido el propio presidente
Carlos Andrés Pérez, hará una investigación exhaustiva sobre las
implicaciones que en los repugnantes hechos pueden haber tenido
ciudadanos venezolanos o residentes en el país, y que exigirá
responsabilidad a quien corresponda por la utilización del
territorio de Venezuela como base de agresiones para actos
terroristas.
El reclutamiento de ciudadanos y el empleo del
territorio de otros países para realizar actos de esa naturaleza,
son métodos típicos de la CIA.
Al principio teníamos dudas si la CIA había
organizado directamente el sabotaje o lo elaboró cuidadosamente a
través de sus organizaciones de cobertura integradas por
contrarrevolucionarios cubanos; ahora nos inclinamos decididamente
por la primera tesis. La CIA tuvo una participación directa en la
destrucción del avión de Cubana en Barbados.
Lo más repugnante de este caso es el empleo de
mercenarios que por dinero son capaces de segar en unos segundos 73
preciosas vidas de personas indefensas, con las cuales incluso
viajaron en el avión minutos antes.
En los Ultimos meses el Gobierno de Estados Unidos,
resentido por la contribución de Cuba a la derrota sufrida por los
imperialistas y los racistas en Africa, junto a brutales amenazas de
agresión, desató una serie de actividades terroristas contra Cuba.
Esa campaña se ha venido intensificando por día y se ha dirigido,
fundamentalmente, contra nuestras sedes diplomáticas y nuestras
líneas aéreas.
El 9 de julio del presente año, en Kingston,
Jamaica, solo varias semanas antes del sabotaje al avión de
Barbados, una potente bomba hizo explosión en el vagón que cargaba
los equipajes del vuelo de Cubana de Aviación que se dirigía hacia
Cuba. El artefacto no estalló dentro de la nave en pleno vuelo,
debido a que se produjo un atraso en el arribo de la misma.
El 2 de octubre de este año, cuatro días antes del
sabotaje al avión en Barbados, el periodista contrarrevolucionario
Llano Montes, que tiene razones para estar bien informado sobre esos
menesteres, publicó en El Mundo de Caracas que una bomba de
dinamita plástica había sido colocada bajo el ala de un avión de la
Compañía Cubana de Aviación en Barbados y que la misma se había
despegado por un pequeño derrame de gasolina cuando el avión iba por
la pista para iniciar el vuelo. Añadió que un empleado de Seguridad
del aeropuerto encontró la dinamita plástica en el suelo, le quitó
el detonador y la llevó a las oficinas, de donde desapareció sin que
diera cuenta a sus superiores.
En los actos de terrorismo perpetrados contra Cuba
en todos los estados de la zona del Caribe y Centroamérica que
mantienen relaciones con nuestra patria, han sido utilizados no solo
los territorios de esos países: México, Panamá, Colombia, Jamaica,
Barbados, Trinidad Tobago y Venezuela, sino además los de otras
naciones vecinas como Santo Domingo y Costa Rica, donde también
residen, se mueven y organizan los terroristas, sin excluir, desde
luego, Estados Unidos, Puerto Rico, Nicaragua y Chile donde tienen
sus bases y actúan abiertamente con apoyo oficial. En el desarrollo
de estas actividades él imperialismo ha violado descaradamente la
soberanía y las leyes de numerosos países del área.
Los autores de estos crímenes se mueven impunemente
por todas partes; cuentan con recursos financieros inagotables;
utilizan pasaportes de Estados Unidos como ciudadanos naturalizados
de ese país o documentos reales o falsos de otros numerosos países,
y emplean los medios más sofisticados de terror y crimen.
¿Quién si no la CIA, al amparo de las condiciones de
dominio e impunidad imperialistas establecidas en este hemisferio,
puede realizar estos hechos?
Un aspecto importante es la estrecha asociación de
la Agencia Central de Inteligencia con las tiranías de Nicaragua y
Chile para llevar a cabo estos planes.
Aunque ya en los días del ataque mercenario a Girón
los territorios de Nicaragua y Guatemala sirvieron de base a las
agresiones armadas contra Cuba, y más adelante los ataques piratas
se llevaron a cabo desde bases en Miami, Puerto Rico, Santo Domingo
y Costa Rica, en la actualidad los mismos grupos de elementos
contrarrevolucionarios están siendo utilizados también por Somoza y
Pinochet de acuerdo con los fines específicos de cada cual, no solo
contra Cuba, sino también contra Panamá, Jamaica, Guyana, el
movimiento popular chileno y otros movimientos progresistas
latinoamericanos.
Es bien conocido que la CIA, siempre que fraguó un
plan de acción contra Cuba en los días de Girón o más adelante, para
perpetrar la interminable cadena de ataques piratas, actos
subversivos y desembarco de armas organizados y dirigidos por ella,
en cada ocasión enmascaró siempre sus actividades bajo el manto de
determinadas organizaciones contrarrevolucionarias cubanas. Es
imposible recordar la cantidad de nombres y siglas que esta
tenebrosa institución yanki ha creado.
El pasado mes de junio un grupo de organizaciones
contrarrevolucionarias terroristas radicadas todas en Estados Unidos
—las denominadas Frente de Liberación Nacional de Cuba, Acción
Cubana, Movimiento Nacionalista Cubano, Brigada 2506 y F-14,
integradas en su mayoría por elementos que han trabajado para la CIA
durante varios años y recibieron de ella el entrenamiento—, se
reunieron en Costa Rica para crear un llamado Comando de
organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU).
Estos grupos no solo actúan libre e impunemente
desde territorio de Estados Unidos, sino que sus cabecillas
principales, a través de la organización CORU, están estrechamente
vinculados a las actividades de la CIA contra Cuba.
No siempre las acciones son realizadas por elementos
de estos grupos de cobertura. Muchas veces la CIA realiza el sucio
trabajo por otros medios, y las organizaciones creadas sirven para
atribuirse la paternidad de los hechos.
En Estados Unidos estos grupos proclaman
públicamente sus crímenes y anuncian nuevos actos vandálicos.
En el mes de agosto de 1976 apareció publicado en un
periódico contrarrevolucionario que se edita en Miami un supuesto
parte de guerra, donde después de referir cómo volaron un automóvil
frente a la Embajada cubana en Colombia y destruyeron las oficinas
de Air Panamá, declaran al final textualmente: "Muy pronto
atacaremos aeronaves en vuelo..." Y firman las cinco organizaciones
terroristas radicadas en Miami que anteriormente señalamos.
En otro periódico de Miami, el 19 de septiembre de
este propio año, vemos una descripción detallada que hace el CORU de
cómo fue el intento de secuestro del cónsul cubano en Mérida y el
asesinato del técnico pesquero Artagnán Díaz Díaz combinado con el
proyecto de dinamitar la Embajada cubana en México. Dos de los
asesinos habían volado de Miami a México con pasaportes
norteamericanos para realizar los hechos, y fueron arrestados en ese
país después del crimen. Un tercero regresó a Estados Unidos para
escapar a la acción de la justicia mexicana.
En otro de los libelos que se publica en Miami,
aparece el día 9 de septiembre de 1976 una página gráfica sobre un
supuesto congreso de la organización terrorista Brigada 2506
celebrado en esa ciudad. En la misma se incluye la foto del tirano
Somoza haciendo el resumen del acto y junto a él un representante
yanki, Claude Pepper.
En otra publicación aparece la foto de una asamblea
de esos grupos contrarrevolucionarios donde se encuentran
presidiendo el acto, según reza el pie de grabado, Julio Durán,
embajador de Chile en Naciones Unidas; el alcalde de Miami, Maurice
Ferrer; el coronel Eduardo Sepúlveda, cónsul general de Chile en
Miami; y el congresista norteamericano Tom Gallager.
¿Qué tiene de extraño que ahora el CORU reivindique
ante la agencia AP la repugnante hazaña de haber dinamitado en el
aire un avión de pasajeros con 73 personas a bordo?
¿Qué tendría de extraño que estos mismos elementos
fuesen los autores del asesinato del ex canciller chileno Orlando
Letelier, cuya muerte indignó a la opinión latinoamericana y
mundial?
Haciendo un recuento de los actos terroristas
llevados a cabo contra Cuba, después que el Gobierno de Estados
Unidos lanzó sus insolentes amenazas contra nuestro país, tenemos
los siguientes:
-
Año 1976. Seis de abril. Dos barcos pesqueros,
"Ferro 119" y "Ferro 123", son atacados por lanchas piratas
procedentes de la Florida causando la muerte al pescador
Bienvenido Mauriz y graves daños a las embarcaciones.
Como se puede apreciar, en solo dos meses fueron
organizados dos sabotajes de extraordinaria gravedad contra aviones
cubanos en vuelos internacionales repletos de pasajeros, uno de los
cuales resultó fatal.
Detrás de estos hechos está la CIA. Y casi sin
excepción en todas las ocasiones, las organizaciones terroristas que
radican en Estados Unidos y actúan impunemente en territorio de ese
país, esencialmente las cinco que integran el conjunto llamado CORU,
se atribuyeron la paternidad de los mismos.
Deseo recordar que la CIA ha sido autora de
procedimientos delictivos que han estado afectando de modo creciente
a la comunidad internacional en los últimos años, La CIA inventó y
alentó los secuestros de aviones para aplicarlos contra Cuba en los
primeros años de la Revolución; la CIA inventó los ataques piratas
desde bases extranjeras en su política de agresiones contra Cuba; la
CIA inventó la desestabilización de gobiernos extranjeros; la CIA
reeditó en el mundo moderno la funesta política de planear e
intentar el asesinato de dirigentes de otros estados; la CIA inventó
ahora el tenebroso recurso de hacer estallar aviones civiles en
pleno vuelo. Es necesario que la comunidad mundial tome conciencia
de la gravedad que tales hechos implican.
Aun cuando el Senado de Estados Unidos investigó y
reconoció públicamente los incontables planes de la CIA para
asesinar a los dirigentes de la Revolución Cubana y su consagración
a esa tarea durante varios años, el Gobierno de Estados Unidos no ha
dado ninguna explicación de tales hechos al Gobierno de Cuba ni ha
pedido siquiera la menor excusa.
Tenemos la sospecha de que el Gobierno de Estados
Unidos no ha renunciado a tales prácticas. El 9 de octubre, solo
tres días después del criminal sabotaje de Barbados, fue
interceptado un mensaje enviado por la CIA a un agente suyo en La
Habana. Dicho mensaje, trasmitido desde el centro principal de la
CIA en Langley, Virginia, dice textualmente, entre otras cosas:
"Favor informar primera oportunidad cualquier dato respecto
asistencia Fidel ceremonia primer aniversario independencia de
Angola día 11 de noviembre. Caso afirmativo, tratar de averiguar
itinerario completo visita Fidel otros países mismo viaje".
Otra instrucción de fecha anterior dice así:
¿Cuál es la reacción oficial y particular sobre
ataques de bombas contra oficinas cubanas en el extranjero? ¿Qué van
a hacer para evitarlas y prevenirlas? ¿De quién se sospecha como
responsables? ¿Habrá represalias?
Esperamos que el Gobierno de Estados Unidos no se
atreva a negar la veracidad de estas instrucciones de la oficina
central de la CIA y otras muchas que en flagrantes actos de
espionaje ha cursado a la misma persona. Poseemos la clave, las
cifras y todas las pruebas de la autenticidad de estas
comunicaciones. En este caso concreto, el supuesto agente reclutado
por la CIA, desde el primer instante y durante 10 años ha mantenido
al Gobierno de Cuba detalladamente informado de todos sus contactos
con la misma, los equipos y las instrucciones recibidas (Aplausos).
La CIA suponía que el agente había logrado colocar un microtrasmisor
electrónico moderno, que le fuera entregado por esta, nada menos que
en el despacho del compañero Osmany Cienfuegos, Secretario del
Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros. De ahí la seguridad con
que presumía recibir, con la debida antelación, la información
pertinente sobre cualquier viaje del Primer Ministro de Cuba al
extranjero.
Los que imaginan que la CIA se ha enmendado un ápice
por las denuncias que en el propio seno de la sociedad
norteamericana se han producido sobre sus espeluznantes hechos,
están en un profundo error. Sus métodos, en todo caso, se harán más
sutiles y más pérfidos.
¿Para qué deseaba la CIA conocer el itinerario
exacto del posible viaje del Primer Ministro a Angola y otros países
de Africa con motivo del 11 de noviembre? ¿Por qué deseaba conocer
qué medidas se tomarían para evitar y prevenir los actos
terroristas?
Dada la importancia de este hecho y su valor
esclarecedor sobre la conducta y las actividades de la CIA, hemos
considerado la conveniencia de hacerlo público aunque ello implica
el sacrificio de una fuente valiosa de información (Aplausos).
Hace tres años el Gobierno de Cuba suscribió un
acuerdo sobre piratería aérea, marítima y otros delitos con el
Gobierno de Estados Unidos, que fue por parte de nuestro país una
importante contribución a la solución del grave problema mundial de
los secuestros de aviones. El Gobierno de Cuba no exigió condición
alguna, ni siquiera el cese del criminal bloqueo económico que el
Gobierno de Estados Unidos mantenía sobre nuestro país, para
suscribir ese acuerdo. Cuba, además, sin la menor obligación legal
devolvió a una empresa norteamericana los 2 millones de dólares que
unos secuestradores habían traído consigo y que fueron confiscados
por nuestras autoridades.
En cierta ocasión las autoridades cubanas en el
aeropuerto de Rancho Boyeros salvaron la vida a numerosos ciudadanos
norteamericanos que, procedentes de la Florida, tuvieron que
efectuar un aterrizaje de emergencia después que la policía
norteamericana había destruido a tiros las gomas del avión en un
intento inútil de retenerlo en tierra. Exactamente haríamos en
cualquier situación similar, por razones estrictamente humanitarias.
¡Qué diferente de la brutal conducta de los que
armaron las manos asesinas y alentaron la destrucción de nuestro
avión en Barbados!
Cuba nunca hizo ni hará propaganda a los
secuestradores de aviones, y está en disposición de colaborar
realmente con cualquier gobierno responsable en la lucha contra la
piratería y el terrorismo aéreo.
Pero el Gobierno de Estados Unidos ha sido incapaz
de cumplir el espíritu y la letra del acuerdo suscrito con Cuba en
febrero de 1973.
Después del asesinato impune de un pescador cubano y
la destrucción de dos lanchas por un ataque pirata en la proximidad
de la Florida, advertimos al Gobierno de Estados Unidos que si tales
hechos se repetían y sus autores no eran ejemplarmente sancionados,
el convenio dejaría de tener vigencia (Aplausos). No hubo respuesta.
El crimen no fue investigado ni sancionado.
Los hechos ocurridos con posterioridad son mucho más
graves, porque la acción terrorista desencadenada por la hostilidad
y la política de Estados Unidos hacia Cuba ha culminado en la
increíble barbarie de destruir aviones civiles cubanos en pleno
vuelo.
El acuerdo suscrito entre los gobiernos de Estados
Unidos y Cuba el 15 de febrero de 1973, no puede sobrevivir a este
brutal crimen (Aplausos y exclamaciones de: "¡Fidel, seguro, a los
yankis dales duro!")
El Gobierno de Cuba se ve en la necesidad de
cancelarlo y así lo comunicará esta misma tarde al Gobierno de
Estados Unidos (Aplausos). Conforme a los términos textuales de
dicho acuerdo, en cualquier momento de su período de vigencia y
mediante denuncia escrita, formulada con seis meses de anticipación,
una de las partes podrá comunicar a la otra su decisión de dar por
terminado el mismo. Ateniéndonos estrictamente a lo convenido y
procediendo a la notificación de su denuncia en el día de hoy, 15 de
octubre de 1976, dicho acuerdo tendrá vigencia solamente hasta el 15
de abril de 1977, y no volveremos a suscribir con Estados Unidos
ningún acuerdo de esta índole (Aplausos) hasta que cese
terminantemente la campaña terrorista desatada contra Cuba, se
brinden garantías efectivas contra estos hechos a nuestro pueblo, y
se ponga definitivamente fin a los actos de hostilidad y de agresión
de Estados Unidos contra Cuba (Aplausos). No puede haber
colaboración de ninguna índole entre un país agresor y un país
agredido.
Si después del 15 de abril de 1977, cuando cesará la
vigencia del acuerdo, cualquier avión comercial norteamericano fuese
desviado a Cuba, tanto el equipo como la tripulación y los pasajeros
recibirán todas las facilidades para regresar de inmediato a su país
(Aplausos).
Cuba no alentará jamás los secuestros aéreos ni será
tolerante con sus autores, pero no puede mantener compromisos
virtualmente unilaterales de devolver o castigar a los mismos con un
gobierno sobre el que recae la responsabilidad fundamental de esta
infame ofensiva terrorista contra nuestro país.
Los acuerdos suscritos en este sentido con Canadá,
México, Colombia y Venezuela, seguirán con plena vigencia.
Cuba está dispuesta también a colaborar con México,
Panamá, Venezuela, Colombia, Jamaica, Trinidad Tobago, Guyana,
Barbados y los demás países del área del Caribe y Centroamérica que
sean capaces de actuar de buena fe, en cualquier conjunto de medidas
que se consideren apropiadas para combatir estos crímenes.
Cuba incluso mantiene la disposición de discutir con
Estados Unidos, sea cual fuese el gobierno electo el próximo mes de
noviembre, una solución a estos problemas, pero tiene que ser,
repito, sobre la base del cese definitivo de todo acto de hostilidad
y agresión a nuestra patria (Aplausos).
Podríamos preguntarnos qué se pretende con estos
crímenes. ¿Destruir la Revolución? (Exclamaciones de: "¡No!") Es
imposible. La Revolución emerge más vigorosa frente a cada golpe y
cada agresión, se profundiza, se hace más consciente, se hace más
fuerte (Aplausos). ¿Intimidar al pueblo? (Exclamaciones de: "¡No!")
Es imposible. Frente a la cobardía y la monstruosidad de crímenes
semejantes el pueblo se enardece, y cada hombre y mujer se convierte
en un soldado fervoroso y heroico dispuesto a morir (Aplausos).
La Revolución nos inculcó a todos la idea de la
fraternidad y la solidaridad humana. A todos nos hizo hermanos
entrañables en los que la sangre de uno pertenece a todos y la
sangre de todos pertenece a cada uno de los demás (Aplausos). Por
eso el dolor es de todos, el luto es de todos, pero la invencible y
poderosa fuerza de millones de personas es nuestra fuerza. ¡Y
nuestra fuerza no es solo la fuerza de un pueblo, es la fuerza de
todos los pueblos que ya se redimieron de la esclavitud y la de
todos los que en el mundo luchan para erradicar del seno de la
sociedad humana la explotación, la injusticia y el crimen!
(Aplausos.)
Nuestra fuerza es, en fin, la fuerza del patriotismo
y la fuerza del internacionalismo. Las ideas por las que luchamos
son estandarte de los hombres más honestos y dignos del mundo de hoy
y el emblema seguro y victorioso del mundo de mañana.
El imperialismo, el capitalismo, el fascismo, el
neocolonialismo, el racismo, la brutal explotación del hombre por el
hombre en todas sus formas y manifestaciones, se acercan al ocaso en
la historia de la humanidad, y sus enloquecidos servidores lo saben;
por eso sus reacciones son cada vez más desesperadas, más
histéricas, más cínicas, más impotentes. Solo eso puede explicar
crímenes tan repugnantes y absurdos como el de Barbados.
Durante más de 100 años ha sido recordado y
condenado con inextinguible indignación el fusilamiento de los
estudiantes de medicina en 1871. Durante miles de años nuestro
pueblo recordará, condenará y aborrecerá en lo más profundo de su
espíritu este horrible asesinato.
¡Nuestros atletas sacrificados en la flor de su vida
y de sus facultades serán campeones eternos en nuestros corazones
(Aplausos); sus medallas de oro no yacerán en el fondo del océano,
se levantan ya como soles sin manchas y como símbolos en el
firmamento de Cuba; no alcanzarán el honor de la olimpiada, pero han
ascendido para siempre al hermoso olimpo de los mártires de la
patria! (Aplausos.)
¡Nuestros tripulantes, nuestros heroicos
trabajadores del aire y todos nuestros abnegados compatriotas
sacrificados cobardemente ese día, vivirán eternamente en el
recuerdo, en el cariño y la admiración del pueblo! (Aplausos) ¡Una
patria cada vez más revolucionaria, más digna, más socialista y más
internacionalista (Aplausos) será el grandioso monumento que nuestro
pueblo erija a su memoria y a la de todos los que han caído o hayan
de caer por la Revolución! (Aplausos.)
Hacia nuestros hermanos guyaneses y coreanos
inmolados ese día, va también nuestro recuerdo más ferviente en
estos instantes. Ellos nos recuerdan que los crímenes del
imperialismo no tienen fronteras, que todos pertenecemos a la misma
familia humana y que nuestra lucha es universal (Aplausos).
No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor
se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres
queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo
enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(Ovación).