Así comenzaba su diálogo con Granma la doctora, profesora
e investigadora titular del Centro de Investigaciones Psicológicas y
Sociológicas (CIPS), Rosa Campoalegre Septien, a propósito de su
participación en el coloquio Familias y género en dinámicas
transnacionales y locales, celebrado recientemente en Chile y que
organiza el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Cuba llevó a debate la ponencia Familias cubanas en transición,
apoyada en 30 años de investigación del CIPS y su grupo de estudio
sobre la familia.
Para la investigadora no existe un modelo único de familia
cubana, dado que la diversidad y la complejidad familiar son las
tendencias rectoras que caracterizan el panorama familiar. "Hoy
estamos transitando de un modelo tradicional patriarcal hacia un
modelo emergente, con una mayor democratización de las relaciones
familiares, que proyecta otros estilos de comunicación y desdibuja
roles tradicionales, especialmente en la maternidad y paternidad,
las relaciones de pareja y con los hijos".
"No ha sido establecido, no es un modelo que impera, sino que
lucha contra las formas tradicionales de relaciones familiares
heredadas del modelo patriarcal. Precisamente, la impronta de esta
contradicción marca la emergencia de un nuevo modelo más
democrático, dialógico, intergeneracional y que se afianza en
cambios estructurales".
El tamaño de la familia cubana ha disminuido, lo que ha ido
acompañado de un replanteamiento de los propios límites del concepto
de familia. "Se fortalece como subsistema de parentesco y lo
cohabitacional cede. Así lo demuestran las nuevas configuraciones
familiares, donde encontramos las llamadas uniones de techo abierto.
El vínculo de la relación familiar y de pareja se mantiene y el
espacio tradicional de hogar no", dijo.
En este sentido mencionó el impacto de la migración y la creación
del hogar "glocal", que es aquel que se construye por las familias
en situación de transnacionalidad cuando uno de los miembros
abandona el hogar tradicional. "Sin embargo siguen siendo una
familia que estructura nuevas relaciones y estrategias familiares a
distancia".
"Una de las cuestiones que distingue a la familia cubana es su
creatividad en el diseño de estrategias familiares de
enfrentamiento, ante situaciones que convocan el esfuerzo familiar.
Estas van desde el papel y la ampliación de la familia como unidad
productiva en el sector no estatal hasta otras que refuerzan las
redes familiares en Cuba y el exterior".
¿Es bueno o malo este modelo; es lo que queremos? "De-pende
siempre de lo que se logre en materia de relaciones familiares y su
conexión con la sociedad", puntualizó la investigadora.
Señaló que el CIPS desarrolló desde los años 80 una metodología
para el estudio de la familia, basada en las funciones de la misma,
viéndola como sujeto activo de transformación social y no solo como
objeto de políticas. Se distinguen cuatro funciones básicas: la
biosocial, que se visualiza en la reproducción pero la trasciende,
la económica o de sostenimiento familiar y la educativa; a las que
se añade una integradora resultante: la socializadora o formadora,
que es la que da o no el ciudadano que se aspira.
Hay que tener en cuenta que en la perspectiva sociológica la
familia es un subsistema de parentesco, conyugal, residencial,
doméstico y funcional definido por criterios de consanguinidad,
afectivos y cohabitacionales, cuyos límites y significación se
conforman e inevitablemente se reestructuran bajo la impronta de las
transformaciones sociales y de la identidad. Cuba no escapa, en modo
alguno a estas realidades.
"Se han identificado asimetrías en las funciones familiares. La
función económica se ha hiperbolizado en detrimento de las
restantes, y en ello influye la impronta del periodo especial y las
estrategias de afrontamiento trazadas. Especialmente golpeada está
siendo la función educativa, bajo la influencia de las exigencias
laborales, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. Cada
vez es menos el tiempo dedicado a la comunicación con los hijos, y
se mantienen temas tabú como la sexualidad.
"Ante la recepción acrítica de mensajes en numerosas ocasiones de
violencia, alejados de los patrones axiológicos y de valores que
defiende la sociedad cubana, y el consumo de enfoques y
estereotipos, pasar de una educación correctiva al diálogo en el
seno familiar —que también es escenario de conflictos y
contradicciones—, es vital".
La entrevistada llamó la atención sobre el replanteamiento de las
relaciones entre el Estado y la familia. Durante muchos años
predominó un enfoque paternalista y asistencialista, al punto de
generar contradicciones. Ejemplo de ello es el binomio
familia-escuela. "La familia no puede perder su responsabilidad
porque su papel es único e insustituible".
Los desafíos que tiene la mujer son una de las grandes polémicas
cuando se habla de familia en Cuba. "El nuevo modelo tiene un
importante asidero en el rol de las féminas y sus conquistas
sociales. Pero tiene que avanzar más puertas adentro. Muchas veces
la mujer encuentra importantes escenarios de desarrollo social y
profesional, mientras en casa se conserva la contradicción
antagónica, el divorcio entre lo público y lo privado".
Sin embargo, hoy se mueve en Cuba el patrón familiar. Los
resultados del Censo de población y vivienda del 2012 arrojaron que
se reconoce la jefatura femenina del hogar aun en presencia de la
pareja.
Un mayor protagonismo de la familia tiene que ir asociado además
al desarrollo local. Encontramos la incorporación al sector no
estatal, donde las mujeres son una de las fuentes principales. Pero
no podemos perder de vista que se trata de preservar las conquistas
alcanzadas en materia de independencia económica, profesionalidad y
derechos laborales.
Emerge también el tema de los cuidados, que ha centrado la
reflexión en los estudios de familias en el mundo. "Son las mujeres
las que cuidan. Sale a la luz el tema de las familias en situación
de trasnacionalidad y las cadenas internacionales de cuidado,
tendencia marcada hoy en la región, y donde los grupos más
vulnerabilizados son las mujeres y los jóvenes".
Mujeres, jóvenes y ancianos son las víctimas más frecuentes de la
violencia intrafamiliar, hacia donde hay que dirigir también la
mirada.
Los lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido llaman a
fortalecer el papel de la familia en la sociedad. Al calor de la
actualización, la familia cubana tiene entonces lecturas
encontradas. De un lado un nivel de satisfacción de determinadas
necesidades y el incremento de ingresos para aquellos que participan
en las nuevas formas de gestión no estatal; y por otro las
diferencias sociales.
Encontramos familias en situación de vulnerabilidad social,
asociada a determinadas características territoriales, de
estructura, jefatura de hogar y condiciones socioeconómicas.
Hacia ellos se focalizan las políticas públicas —explicó la
investigadora— que buscan la personalización de las estrategias
preventivas en función de los problemas que se plantean. Se dirigen
además a las estrategias ilegítimas desarrolladas, distanciadas de
los valores socialmente aceptados y que tienen respuesta en la
ilegalidad y las conductas antisociales.
"Con el proceso de actualización, la familia cubana saldrá
fortalecida, a partir de un mayor protagonismo en la identificación
y solución de sus problemas, diseño de estrategias y aprovechamiento
de las coberturas sociales", enfatizó nuestra entrevistada. Lo que
no podemos olvidar es que la familia constituye un escenario
fundamental de cambios inacabados, que delinean constantemente
nuevos desafíos.