AMBIENTE             

(16 de marzo de 2013)

El “hada” de los manglares

Orfilio Peláez
pelaez@granma.cip.cu

Incorporada a los primeros llamados de la Revolución dirigidos a captar maestros voluntarios, Leda Menéndez Carrera pasó uno de los cursos que se impartían con ese objetivo en los campamentos de Minas del Frío, en pleno corazón de la Sierra Maestra.

Foto: Cortesía de la entrevistadaLa investigadora Leda Menéndez atesora una vasta experiencia en el estudio de los manglares.

Luego fue escogida entre los mejores 300 expedientes para prepararse e impartir clases en la escuela Ana Betancourt, creada en la capital con la finalidad de propiciar la superación de jóvenes campesinas provenientes de toda la geografía cubana.

Ejerció esa noble profesión durante varios años, hasta que decidida a seguir estudiando, pudo ingresar en la Universidad de la Habana, donde en 1973 obtuvo el título de Licenciada en Ciencias Biológicas.

"Desde pequeña sentí particular inclinación hacia la naturaleza, quizás porque muchas veces anduve por los Cangilones del río Máximo, en mi natal provincia de Camagüey, y quedé impresionada por la belleza de aquel paisaje. No me equivoqué al escoger la carrera".

MERECIDO RECONOCIMIENTO

Una vez graduada, Leda Menéndez comenzó a trabajar en el entonces Instituto de Botánica y allí recibió la encomienda de hacer un proyecto de ecología de bosques tropicales en la Sierra del Rosario.

Los resultados de tal labor condujeron a la salida del libro Ecología de los bosques siempre verdes de la Sierra del Rosario, obra que mereció el Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba, y cuya autoría compartió con los investigadores Ricardo Herrera, María Elena Rodríguez y Elisa García.

De ese texto, que recoge 15 años de estudios ininterrumpidos, surge la propuesta de establecer allí una de las Reservas de la Biosfera aprobadas en Cuba.

Pero el centro de su larga y reconocida trayectoria científica de casi 40 años ha estado dedicado a los manglares, tema donde su voz figura entre las más autorizadas a nivel nacional y de la región del Caribe.

"Sin duda, estos ecosistemas tienen una enorme importancia ecológica, económica y estratégica. Baste señalar que son la primera línea de defensa de la costa, pues la protegen de la erosión provocada por el efecto combinado del viento y del oleaje, además de ser una efectiva barrera natural frente al progresivo incremento del nivel medio del mar y el avance de la intrusión salina".

"Asimismo, representan un entorno ideal para la conservación de la biodiversidad, al servir como hábitat permanente o temporal de numerosas especies de peces, crustáceos y moluscos; filtran los contaminantes, capturan y almacenan carbono atmosférico, y representan una valiosa reserva forestal, al ocupar alrededor del 20 % de la cobertura boscosa de nuestro archipiélago".

Según precisa a Granma la hoy Investigadora Titular del Centro Nacional de Biodiversidad, adscrito al Instituto de Ecología y Sistemática, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, los manglares ocupan el 5 % de la superficie total del país y las cuatro especies más abundantes son el mangle rojo, el prieto, el patabán o mangle blanco, y la Yana.

De ellas la primera mencionada es la que ejerce mayor protección, pues sus grandes raíces se anclan en forma de tenedor y penetran bien profundo sobre el fondo areno fangoso, para convertirse en un potente valladar contra cualquier acción dañina de origen natural o atribuible al hombre. Incluso, hay lugares en Cuba donde la disminución de las poblaciones de mangle rojo aparece entre las causas más importantes del retroceso de la línea costera.

Durante las últimas dos décadas, Leda Menéndez exhibe una valiosa hoja de servicios en el conocimiento y protección de estos ecosistemas, capaces de sobrevivir en ambientes hostiles.

Baste mencionar su libro El Ecosistema de manglar en el archipiélago cubano, estudios y experiencias enfocados a su gestión, o su responsabilidad al frente del trabajo Bases para la gestión del ecosistema de manglar en el archipiélago cubano y su relación con el cambio climático, que acaba de merecer el Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba, a los resultados más destacados de la investigación científica del 2012.

Los principales aportes del estudio consisten en haber determinado los grados de afectación que presentan en diferentes regiones del territorio nacional y las causas implicadas en su deterioro, además de identificar los probables impactos que sufrirían como consecuencia del cambio climático global.

También permitió elaborar guías metodológicas dirigidas a preservarlos de futuros daños y propiciar su recuperación, las cuales representan una herramienta de consulta imprescindible para los tomadores de decisiones.

Más allá de nuestras fronteras, la tenaz científica dirigió el Proyecto Planificación y Ordenamiento de los Ecosistemas de manglares para el manejo sostenible con la participación de las comunidades indígenas del delta del río Orinoco, en Venezuela, durante el bienio 2005-2006, así como participó en trabajos similares en Panamá, República Dominicana y Nicaragua.

Leda tuvo el privilegio de ser una de las tres especialistas cubanas que en 1987 participaron en la primera etapa de la expedición En canoas del Amazonas al Caribe, encabezada por el desaparecido doctor Antonio Núñez Jiménez.

"Ese viaje me marcó, fue una experiencia única porque al margen de mis investigaciones, conocí la exuberante selva del Amazonas y el modo de vida de las comunidades indígenas asentadas a lo largo de la ruta seguida, pude apreciar, además, el peso fundamental de las mujeres en la economía familiar".

Para esta galardonada científica, su familia, aquel inolvidable periplo y el ser una suerte de "hada madrina" de los manglares, son las mayores satisfacciones que ha podido recibir en la vida.

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