Después del desembarco

La sinceridad de la palabra de JUAN MANUEL

El periódico REVOLUCIóN publicó en 1964 este artículo en recordación al Segundo Jefe de la Expedición del Granma, vilmente asesinado hace 50 años

Era el puño de una camisa. Un puño cerrado con su botón y su ojal. Un puño verde olivo. Del original verde olivo del Granma. La tela estaba húmeda. Ya no ajustaba la muñeca del hombre a quien perteneció. Estaba allí, acariciado por la tierra. Aquella misma tierra que abrazó amorosamente maternal el cuerpo de Juan Manuel.

Había muchos ojos mirando aquello. Algunas manos dejaban deslizar la tierra entre los dedos con unción. Oídos que ya no escucharían aquella voz vibrante como un manantial de Patria. Aquella voz que conmoviera desde los 7 años, diciendo versos martianos en San Pedro, los 7 de diciembre. Y que siguiera pronunciándose en su adolescencia contra Machado, y más tarde contra Batista, a través del largo de las dos etapas de su dictadura. Hablaba sobre el techo de los automóviles, en camiones, en tribunas improvisadas en la calle, estremeciendo el Municipio de Marianao. El pueblo se acostumbró a admirarlo y respetarlo como algo natural. La sinceridad de su palabra llegaba hasta los enemigos de sus ideas. Nadie dudaba de Juan Manuel. El poder de convencimiento emanaba de su interior y fluía copiosamente sobre la mente dispuesta a razonar del que escuchaba, y penetraba dentro del corazón del cubano sencillo y del intelectual.

Sin que Marianao dejara de escucharlo, también su voz entró en todos los hogares de Cuba mediante la radio, y Juan Manuel Márquez dejó de ser la figura de un pueblo para alcanzar estatura nacional.

Ese dinero obtenido para la causa era intocable para ellos, aunque no tuvieran ni para pagar un litro de leche.

Nació en la playa de Santa Fe, el 3 de julio de 1915. Recibió la influencia patriótica de la madre, Juana María Rodríguez, una maestra de Escuela Pública, forjadora de hombres. Y pasó su niñez por las escuelas del pueblo de Punta Brava, y más tarde, de Marianao en 1928. En el colegio Agramonte, del educador Pelayo Alfonso Cordero, terminó la enseñanza primaria. El Instituto de La Habana lo contó entre sus alumnos. Y mucho después, con un paréntesis de luchas y de cárceles, continuó el Bachillerato en el Instituto de Marianao.

Tenia 13 años cuando su padre, Julián Márquez, salió a buscarlo por las fincas de Marianao. Era tan sólo un niño cuando siguió a un grupo de jóvenes por el sendero de la insurrección contra el régimen de Gerardo Machado. Mantuvo la misma inquietud durante toda su existencia, que lo llevó, el 15 de diciembre de 1956, al abrazo inmortal con su tierra.

Allí, en aquel hueco del cañaveral oriental, quedó oculto su cuerpo sin más abrigo que el uniforme. Allí dentro, el silencio. Afuera el fragor de la lucha. Allí su presencia juntó todas las manos amigas que empuñaban las armas.

Participó en la organización del Sector Radical Estudiantil, organismo fundado en Marianao para luchar contra la tiranía machadista. Y el 8 de abril de 1932 era el preso político más joven del Presidio de Isla de Pinos. Se pronunció contra la mediación de Welles, que aceptaron los políticos de entonces. Después del derrocamiento de Machado, en noviembre del 33, Juan Manuel editó el periódico local Catapulta dejando traslucir su pensamiento político.

En esta actividad continuó, vinculándola a la política y a sus labores revolucionarias hasta el fin de su vida.

Se colocó frente a Batista, y sus actividades revolucionarias lo llevaron a la cárcel en varias ocasiones. El 15 de mayo de 1936 volvió al Presidio de Isla de Pinos con una condena de ocho años. En diciembre de 1937, salió de la cárcel por una Ley de Amnistía Política, y hablando de su encierro, escribió: "Mis ojos saben como aburre la vida la presencia del brigada que manda, de la piedra afilada de mármol que corta, de los días sin cartas del recuerdo de la madre buena, de la juventud que se escapa en la tarea estéril del prisionero, sin un sueño bello, sin una ilusión fuerte, porque allí el más noble de los proyectos no logra traspasar la pequeña celda de paredes frías y gruesos barrotes".

En 1939 participó del Movimiento de Recuperación Democrática, por el que fue concejal del Municipio de Marianao en 1944 y reelegido en 1946. El 15 de mayo de 1947 formó parte de la constitución del Partido Ortodoxo, desempeñando la Presidencia de la Asamblea Municipal de Marianao y siendo su Delegado ante el Ejecutivo Nacional.

Desde el 10 de marzo de 1952 Juan Manuel se enfrenta de nuevo a Batista. Sus actividades revolucionarias lo llevan con frecuencia al Buró de Investigaciones. Comiendo una naranja estaba en la acera del Teatro Principal de Marianao, cuando un cabo de la policía lo arrestó. De la estación policíaca fue traslado a la Casa de Socorros para recibir atención médica por los golpes que le propinaron, y después puesto en libertad, tuvo que recluirse para su curación en la Clínica Santa Emilia.

Ya Fidel Castro estaba en libertad. Lo visitó en la clínica. Allí quedó concertada una entrevista en la calle 16. Y los planes de los dos revolucionarios, desde ese momento, tomaron un mismo destino. Ya no los separaría ni la bala de calibre 45 alojada en el cráneo de Juan Manuel, ni aquel hueco de tierra.

Juan Manuel sale de Cuba en el verano de 1955. Su trabajo agotador en la constitución de Los Clubes 26 de Julio en distintas ciudades de Estados Unidos y México, abarca todo su tiempo. Recauda fondos para el Movimiento, participa de reuniones y levanta la fe y el fervor patrio. A principio de octubre del 55 está en México, y al finalizar este mes, regresa a Nueva York, donde el día 30, en Palm Garden, pronuncia un discurso histórico que estremece al auditorio. En noviembre ya estaba en Miami. Allí compartía un estrecho apartamento con Fidel, Elmuza y María Laborde. A pesar de la incomodidad del espacio servía de albergue también a los contactos que de Cuba iban y venían, como Ramón Rodríguez, al que cariñosamente Juan Manuel llamara "mi padrino".

La esposa, Carmen Rodríguez, lo visitó en esa ciudad varias veces. Y fue en junio de 1956 cuando vio por última vez a su hija Alba. Una fotografía de la niña lo acompañaba siempre en su cartera.

Fidel y Juan Manuel rechazan desde allí las elecciones parciales convocadas por la dictadura. Y a fines de noviembre se efectuó la reunión del Teatro Flager, donde dijo: "Hablamos hoy para poder partir mañana en el barco de la guerra".

México, Miami, Nueva York, Bridgeport, en Connecticut. Tampa, Cayo Hueso, de un lugar a otro constantemente se trasladaba en sus gestiones de recaudar dinero para comprar las armas. En Cayo Hueso, después de cambiar el lugar del mitin varias veces, se logró hacer —a pesar de la obstinación de las autoridades por evitarlo—, con la asistencia de una gran concurrencia. Sobre una mesita, había una bandera y un sombrero de yarey donde caía el dinero de los cubanos que asistieron al mitin. Pero a pesar de lo recaudado, al llegar al apartamento de Miami, Juan Manuel, Fidel y María no tenían ni para pagar la leche, porque aquel dinero obtenido para la causa era intocable para ellos.

Estando en Nueva York un día de las madres escribió unos versos, que enviara con Ramón a la mujer que lo acunó de niño: "Madre: Yo que sólo soy poeta para ti, que sólo para ti puedo hacer versos, en el amanecer de este domingo, te mando en verso, mis besos".

Y llegó la madrugada del 25 de noviembre de 1956. Juan Manuel zarpa en "el barco de la guerra". Es el Lugarteniente de Fidel. Antes de desembarcar del Granma viste, junto a sus hermanos de combate, el uniforme verde olivo que lo cubriera en su tumba. Se interponía en el camino hacia la tierra firme una ciénaga, y Juan Manuel comentó: "esto no es un desembarco, es un naufragio". Pero ya ganado el terreno firme comienza la operación de la Marina de Guerra contra el Granma y un avión vuela sobre sus cabezas. Por lo que se ocultan desplegados en la maleza. Y al reunirse de nuevo se comprueba la ausencia de nueve compañeros, entre los que se encuentra Juan Manuel. A los dos días logra incorporarse otra vez a la columna.

Y llegó el día cinco en Alegría de Pío. Acontece el primer encuentro con el ejército de Batista. Juan Manuel al frente de un grupo hace un cerco para facilitar la marcha de Fidel hacia la Sierra.

Terminaron los disparos. Hay muertos, pero Juan Manuel vive. No tiene ya balas para defenderse del enemigo, pero no huye en busca de un lugar seguro. Recorre los contornos durante diez días en busca de un contacto que lo lleve a su objetivo: la Sierra. Está hambreado, exhausto y lleva aún en sus músculos el brío del combate.

Estaba por el lugar conocido por Las Palomas, en Niquero cuando acierta a verlo alguien. Era el campesino Ignacio Fonseca, quien corrió hacia el centro espiritista de Juana Martínez, donde se encontraba un soldado de Batista, Francisco Moreno. Ambos, el campesino y el soldado, cabalgaron en busca del rebelde, y le dieron alcance por el lugar conocido como El Estancadero. El soldado lo despojó de un reloj, el dinero y las fotografías de su cartera. Frente estaba la casa de Manuel Matamoros, dueño de una panadería. Allí, hacia el portal de la casa llevaron a Juan Manuel. La familia le dio de comer boniato cocido y un poco de café con cogñac. La esposa de Matamoros le regaló un peine. Nada más podían hacer por él aquella familia que lo hubiera protegido, de haber sido ellos los primeros que lo vieran. De allí lo condujeron a un campamento militar en Juba del Agua.

El teniente Mario Lacal, al frente del campamento, reconoció a Juan Manuel. Habían sido compañeros de estudio en el Instituto de Marianao. Sin embargo, después de tres horas, llegó el capitán Caridad Fernández. El soldado, Francisco Moreno, le dijo: "Dame esas botas que tú no vas a trabajar más". Y el cambio de las botas fue unos zapatos viejos en los pies de Juan Manuel. Con unos zapatos viejos recorría su último camino.

Durante una práctica de tiro en el campo Los Gamitos, México.

Salieron en un jeep. Era de noche, cuando al cuartel militar de San Ramón llegó el capitán Fernández y conversó con el soldado Celso Torres y el sargento Valdés. Poco después en la finca La Norma llegaban los soldados Torres, Jiménez y Pitágoras, junto al muchacho ayudante de cocina del cuartel, Blas Antonio López. El muchacho comenzó a palear tierra. Abría un hueco para en-terrar a un hombre. La tierra estaba húmeda. El hombre a quien iban a en-terrar estaba vivo. Se quejaba. Todas las torturas imaginables no eran suficientes para apagar la vida vigorosa de aquel gigante de la historia. Llegaron los dos disparos finales del revólver de Celso Torres. El último en el cráneo.

Ya era 1959 cuando Ramón, "el padrino", contaba, junto con otros, los 25 pasos. La señal era un árbol de friolillo. Eran 25 pasos dentro del cañaveral. Y allí un hundimiento del terreno, y un hueco como hecho por ratas. Ramón miró hacia el agujero y pudo ver una falange. Cuidadosamente se fue recuperando lo que quedaba físicamente de Juan Manuel. Y con ello un zapato, el peine, la bala dentro del cráneo... y un puño verde olivo...

Era también el año 1959. El 24 de abril. Una mano se alzaba subrayando las palabras. Se ajustaba a su muñeca el puño verde olivo. El uniforme del Granma estaba allí. No era cierto que la tierra lo hubiera consumido. No era Juan Manuel quien hablaba, y sin embargo, los versos de Navarro Luna cobraban en aquel momento más vigencia que nunca:

"En la palabra de Fidel, yo hablo.

Yo hablo siempre que el pueblo se

congrega

con mi clamor de brazos y de anillo

unánimes,

con su fuerza invencible y con sus

férreas

antorchas deslumbrantes.

Siempre que habla la Patria, yo

hablo.

Yo me llamo

nunca he dejado de llamarme

yo me he llamado siempre...

Juan Manuel Márquez".

OTROS EXPEDICIONARIOS ASESINADOS EN 1956

· Humberto Lamothe Coronado

Matanzas, 1ro.mayo de 1919

—Alegría de Pío 5 de diciembre.

· Oscar Rodríguez Delgado

Artemisa, 18 de febrero de 1932 —Alegría de Pío, 5 de diciembre.

· Carlos Israel Cabrera Rodríguez

Artemisa, 24 de mayo de 1935 — Alegría de Pío, 5 de diciembre.

· José Smith Comas

Cárdenas, 11 de enero de 1932 —Boca del río Toro, 8 de diciembre.

· Miguel Cabañas Perojo

Consolación del Sur, Pinar del Río, 23 de mayo de 1930 —Boca del río Toro, 8 de diciembre.

· Tomás David Royo Valdés

Jaruco, 29 de diciembre de 1934 —Boca del río Toro, 8 de diciembre.

· Cándido González Morales

Puerto Padre, Las Tunas, 6 de enero de 1929 —Boca del río Toro, 8 de diciembre.

· Miguel Saavedra Pérez

Ciudad de La Habana, 2 de febrero de 1927 —Media Luna, 8 de diciembre.

· Antonio López Fernández (Ñico)

Marianao, 2 de octubre de 1932 —Boca del río Toro, 8 de diciembre.

· René Bedía Morales

Santiago de las Vegas, 30 de abril de 1923 —Pozo Empalado, 8 de diciembre.

· Eduardo Reyes Canto

Placetas, 13 de octubre de 1934 —Pozo Empalado, 8 de diciembre..

· Raúl Suárez Martínez

Rodas, Cienfuegos, 12 de octubre de 1935 —Boca del río Toro, 8 de diciembre.

· René Orestes Reiné García

Víbora, 9 de noviembre de 1931 —Boca del río Toro, 8 de diciembre.

· Noelio Capote Figueroa

Jaruco, 30 de octubre de 1930 —Boca del río Toro, 8 de diciembre.

· Andrés Luján Vázquez (Chibás)

Manzanillo, 11 de marzo de 1929 —Monte Macagual, 8 de diciembre.

· Félix Elmuza Agaisse

Marianao, 24 de noviembre de 1917 —Monte Macagual, 8 de diciembre.

· Jimmy Hirzel González

Playa, Ciudad de La habana, 17 de agosto de 1927 —Monte Macagual, 8 de diciembre.

· Luis Arcos Bergnes

Caibarién, Villa Clara, 23 de julio de 1932 —Monte Macagual, 8 de diciembre.

· Armando Mestre Martínez

Centro Habana, 20 de mayo de 1927 —Monte Macagual, 8 de diciembre.

· José Ramón Martínez Alvarez

Guanajay, La Habana, 28 de marzo de 1928 —Monte Macagual, 8 de diciembre.

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