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Aniversario Misión Militar Cubana en Angola
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XXX aniversario de la Operación Carlota
Epopeya de millones
Tanta lealtad, tanta voluntad solo es posible cuando se cuenta con un pueblo como el nuestro Fidel
ALBERTO NÚÑEZ
BETANCOURT
alberto.enb@granma.cip.cu
Sí,
en la historia de África hay que contar un antes y un después de
Cuito Cuanavale, porque en el sur de Angola las fuerzas
angolano-cubanas cambiaron el curso de los acontecimientos en el
África austral. La patria de Neto preserva su independencia,
Namibia la obtiene y el apartheid es hecho añicos para que nazca
una nueva Sudáfrica.
Puente de Cuito Cuanavale, sitio de resistencia y heroicidad de las tropas angolano-cubanas.
Lo afirmó Nelson
Mandela en ocasión de su visita a Cuba en el mes de julio de 1991: "Cuito
Cuanavale marca el viraje en la lucha para librar al continente y a
nuestro país del azote del apartheid".
Proeza sin par de un
pequeño pueblo con vocación internacionalista frente a una
potencia militar que empleó poderosas fuerzas, aviación moderna,
artillería y blindados de última generación, pero no pudo tomar
la localidad, convertida entonces en símbolo de resistencia y
valor.
SITIO DE HEROÍSMO
A finales de 1987 Cuito
Cuanavale era uno de los poblados más tristes del mundo. No se
escuchaba el canto de los niños; la alegría fue apagada. Los
habitantes del lugar se marcharon. El caserío desierto solo
ofrecía al reportero agujeros de todos los tamaños en las
construcciones de barro y guano. Ya me lo habían advertido: la
guerra tiene la cara fea.
Inequívoca expresión de victoria.
El enemigo la ha
emprendido con saña contra el sitio donde confluyen los ríos Cuito
y Cuanavale que le dan nombre.
Un claro propósito
anima a los agresores: destruir las brigadas angolanas dislocadas en
el lugar e imponer condiciones en la mesa de negociación, como
formar un gobierno de "unidad nacional" MPLA-UNITA, el cese de la
ayuda a la SWAPO y la retirada de las tropas cubanas.
En la noche del 25 de mayo de 1991 el Comandante en Jefe Fidel Castro recibió al último grupo de combatientes internacionalistas que regresó a la Patria.
La difícil coyuntura
pone a prueba una vez más a la Revolución, que tiene como única
alternativa la victoria.
El hostigamiento
constante de la aviación, de la artillería de largo alcance de 155
mm, del tipo G-5 y G-6, y de los lanzacohetes
múltiples Valkirie, no impide el buen humor de los
combatientes cubanos; digo más: tal espíritu se convierte en la
mejor arma para el combate.
Todos se mueven bajo
tierra, y gracias a un horno rústico llega el sorbito de café y se
llevan a la boca el pan más sabroso de su vida. ¡Vaya paradoja!
Nuestros pilotos hacen
de las suyas, dominan el aire con los Mig 23; golpean al
enemigo donde le duele, se llenan de gloria.
La defensa antiaérea
cumple su parte, la vida se vuelve imposible para los Mirages
sudafricanos.
Tanquistas, artilleros,
infantes, exploradores, zapadores... todas las armas en
coordinación frenan en seco a los invasores. Y solo les ofrecen
FUEGO y FUEGO. Los combatientes de las FAPLA también derrochan
coraje.
Ellos son los Heroicos
Defensores de Cuito Cuanavale, como reza en la medalla instituida
por el Consejo de Estado de la República de Cuba, que en esos
épicos días reciben en el propio escenario de las acciones
combativas, angolanos y cubanos.
La retaguardia también
brilla. En Cahama, frente suroccidental, en apenas un pestañazo —cuatro
meses— los constructores cubanos protagonizaron otra hazaña: en
julio de 1988 un aeródromo de dos pistas queda listo para acercar
así el despegue de nuestros pilotos al teatro de operaciones.
LA BATALLA
DIPLOMÁTICA
La decisión de
trasladar efectivos, armamentos y técnica, destinado no solo a la
dirección de Cuito Cuanavale, se convierte en un factor decisivo
para rechazar a los agresores racistas hasta expulsarlos del
territorio angolano.
Los internacionalistas formados en El Cacahual durante el acto en que se dio por concluida la Operación Carlota.
Se trata de la
Operación XXXI Aniversario de las FAR, que no termina con
las acciones del 23 de marzo de 1988, cuando el enemigo desistió de
nuevos asaltos por tierra a la inexpugnable posición. Hasta un
tanque Olifant quedó como trofeo de guerra en nuestras
manos. La misión se extiende y avanza por todo el flanco
suroccidental, en dirección a la frontera de Namibia son
desplegados decenas de miles de combatientes de las FAR, las FAPLA y
la SWAPO.
El pueblo angolano acudió a despedir a los hermanos cubanos.
Si la victoria de Cuito
Cuanavale hace a los sudafricanos tomar en serio el camino de las
negociaciones, el contundente golpe de nuestra aviación en
Calueque, donde en una pared quedó inscrita la frase lapidaria en
lengua africaner Mig 23, nos partieron el corazón, no le
deja otra opción al adversario que reconocer su derrota en
territorio de Angola y aceptar la aplicación de la Resolución
435/78, mediante la cual se establecía la retirada de Namibia de
todas las fuerzas militares de África del Sur.
Así se aceleran las
rondas de conversaciones iniciadas en Londres y proseguidas en El
Cairo, entre las partes involucradas en el conflicto.
Los intentos por
alcanzar la paz habían sido saboteados durante años por las
acciones bélicas de Pretoria, apoyadas por Estados Unidos que,
hipócritamente, insistía en fungir como mediador.
A pesar de la reticencia
inicial de las autoridades estadounidenses acerca de la
participación cubana en las negociaciones, esta se logra. Seis
años atrás, el 4 de febrero de 1982, una Declaración Conjunta de
los gobiernos de Angola y Cuba deja claro que la permanencia y
retirada de nuestras tropas internacionalistas era una cuestión
bilateral entre estados soberanos, en conformidad con el artículo
51 de la Carta de las Naciones Unidas.
El 22 de diciembre de
1988, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en
Nueva York, se firman los acuerdos finales, suscritos por Angola,
Cuba y Sudáfrica, los cuales en su contenido solicitan al
Secretario General de la ONU iniciar el primero de abril de 1989 la
aplicación de la Resolución 435/78 para la independencia de
Namibia. Otro entre Angola y Cuba que establece el calendario para
el repliegue hacia los paralelos 15 y 13 y la retirada paulatina del
contingente internacionalista.
TRIBUTO A LOS CAÍDOS
De
Angola nos llevaremos la entrañable amistad que nos une a esa
heroica nación y el agradecimiento de su pueblo y los restos
mortales de nuestros queridos hermanos caídos en el cumplimiento
del deber, afirmó el General de Ejército Raúl Castro Ruz,
Ministro de las FAR, el 12 de diciembre de 1976.
Y así ocurrió el 6 de
diciembre de 1989 cuando, luego de un extraordinario trabajo en el
que participaron especialistas del Instituto de Medicina Legal para
la identificación y preparación de los cadáveres en el cementerio
de la Misión Militar Cubana en Angola, se iniciaba la Operación
Tributo, que consistió en el traslado a la Patria de los restos
de los 2 077 internacionalistas caídos en misiones en África, para
darles sepultura en los Panteones de los Caídos acondicionados en
cada uno de los municipios del país.
En los 169 municipios del país, los cubanos rindieron tributo a los caídos.
El 7 de diciembre,
aniversario 93 de la caída en combate del Titán de Bronce y su
ayudante el capitán Panchito Gómez Toro, Día de Duelo Nacional,
fue escogido para la ceremonia solemne y el homenaje de todo el
pueblo a los que con su sangre también fecundaron la victoria.
OPERACIÓN CARLOTA,
LA VICTORIA
Primero las damas, que
con honor habían cumplido su misión en el momento más sensible,
cuando estaba en riesgo la abnegada entrega que durante más de 15
años protagonizara el contingente internacionalista cubano. El 10
de enero de 1989 con el regreso a Cuba de la Batería femenina de
artillería antiaérea, comenzaba la Operación Victoria.
El Maestro tuvo razón
otra vez. Alistadas con su corazón de mujer, hicieron más completa
la campaña.
En grupos de centenas,
de manera continua llegaban a la Patria los combatientes cubanos. Y
rápidamente los observadores de la ONU encargados de constatar el
repliegue y retirada de nuestras tropas —verificación que Angola
y Cuba habían solicitado voluntariamente—, comprobaron y
reconocieron la buena disposición de ambos países decididos a
adelantar los plazos para el regreso de unos 50 000
internacionalistas.
Como gesto simbólico,
antes del 1ro. de abril ya habían regresado a la Patria 3 000
combatientes. De África se marchaban con la convicción de haber
dejado una huella de infinito amor, perfectamente perceptible en las
calles de Luanda, a la hora de la despedida, en las lágrimas
escapadas de aquellas mujeres que con sus dedos mostraban la V de
victoria, y en la mirada sin igual de los niños que como
agradecimiento ese día acudían, cual tesoro, con el juguete
rústico entregado meses antes por los internacionalistas.
La preparación y
disposición combativas se mantuvieron hasta el último minuto. Ya
en las jornadas finales la técnica y el armamento que fuera llevado
oportunamente al escenario de las acciones regresaba también en
plena capacidad.
Los últimos soldados
cubanos salieron de Angola el 25 de mayo de 1991, cinco semanas
antes de la fecha acordada: 1ro. de julio.
La misión
internacionalista de Angola fue no solo la de los más de 300 000
combatientes que a ella acudieron, además de los 50 000
colaboradores civiles que brindaron su aporte solidario. Fue la
gesta de millones que desde el archipiélago cubano con una carta o
en el silencio alentaron cada acto de valentía y grandeza.
Al informar a nuestro
Comandante en Jefe que la Operación Carlota había
concluido, el Ministro de las FAR afirmaba: La gloria y el
mérito supremo pertenecen al pueblo cubano, protagonista verdadero
de esa epopeya que corresponderá a la historia aquilatar en su más
profunda y perdurable trascendencia.
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