Julia de Burgos entre dos islas
En el centenario de la notable
poetisa puertorriqueña presentan hoy en la Cabaña su Obra Poética
Completa, publicada por el Fondo Casa de las Américas
Pedro de la Hoz
pedro.hg@granma.cip.cu
Una aureola de rebeldía acompaña la existencia de Julia de
Burgos, poetisa puertorriqueña a la cual la Casa de las Américas
rinde homenaje en el centenario de su nacimiento (Barrio Santa Cruz,
Carolina, 7 de febrero de 1914). Con la publicación de su obra
poética, en cuidada edición prologada por Juan Nicolás Padrón, los
lectores cubanos podrán constatar cómo, más allá de la leyenda, la
Burgos, consiguió legar a las letras de su país, y en general a las
del ámbito hispanoamericano, una cosecha lírica de acentos
sorprendentes y a la vez conmovedores, en más de una zona conectada
a nuestra sensibilidad.
Julia
de Burgos (1914-1953).
Sobre Julia gravita la sombra de la fatalidad, debido a la plena
imposibilidad de su realización sentimental y a las trágicas
circunstancias de su muerte. La persistencia de su reclamo amoroso
hacia el dominicano Juan Isidro Jiménez Grullón —lo conoció en 1938
en Puerto Rico, vivieron una intensa relación hasta 1942 en tierra
borinqueña, Estados Unidos y Cuba, y tras la ruptura, a pesar de
haberse casado con un músico puertorriqueño, continúa obsesionada
con el amante—, y el abandono a la enfermedad física y el desvarío
en los últimos años de su existencia —fue hallada inconsciente y sin
identificar en una calle de Nueva York el 4 de agosto de 1953 y
falleció pocas horas después en el hospital público de Harlem—
suelen sobrepasar la real dimensión de su legado literario.
Este fue rescatado íntegramente por el Instituto de Cultura
Puertorriqueña en 1961 y sirvió de base para la edición cubana. En
vida publicó Poema en veinte surcos (San Juan, 1938) y Canción de la
verdad sencilla (San Juan, 1939) y póstumamente El mar y tú, y otros
poemas (San Juan, 1954). Su poesía transitó desde la asimilación del
romanticismo tardío hasta una afirmación lírica propia. Se le ha
comparado con Alfonsina Storni, pero está mucho más cerca de la
estética de nuestro Emilio Ballagas.
En Cuba, Julia vivió en La Habana, Santiago, Santa Clara y
Trinidad.- Cultivó entre sus amistades a Juan Marinello, Raúl Roa y
Manuel Navarro Luna. Aquí conoció al escritor y patriota dominicano
Juan Bosch. Y el 28 de enero de 1941 publicó en el diario Oriente,
de Santiago, un poema dedicado a José Martí: Yo vengo de la tierra
mitad de tu destino; / del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
/ del último destello del resplandor andino / que se extravió en la
sombra, perdido por tu huella.//. Yo vengo de una isla que tembló
por tu trino, / que hizo tu alma más fuerte, tu llamada más bella /
a la que diste sangre, como diste camino / (que al caer por tu Cuba,
ya caíste por ella). // Y por ella, la América debe un soplo a tu
lumbre, / tu tiniebla hace un nudo de dolor en tu cumbre, / recio
dios antillano, pulso eterno, Martí. // ¡Porque tengamos cerca de la
muerte un consuelo, / Puerto Rico, mi patria, te reclama en su
suelo, / y por su voz herida se conduce hacia ti! |