Biografía de Abelardo Estorino 1946-1968
Ocho años después escribe su primera pieza, Hay un muerto en la calle, la que aún permanece inédita, y en 1956, El peine y el espejo, estrenada en la sala Granma del Ministerio de Obras Públicas en 1960 bajo la dirección de Dumé. Por esta época, además de publicista, cursó dirección escénica en Teatro Estudio, pero las diversas fuentes consultadas también afirman que fue asistente de dirección de Julio Matas y el propio Dumé, y… actor.
En septiembre de 1964, Teatro Estudio pone a consideración del público una nueva puesta en escena, dirigida por Berta Martínez; esta vez Estorino, «siempre insatisfecho al producirse el estreno » según él mismo confesó alguna vez, convoca a los espectadores para la representación de La casa vieja, obra que también recibiera mención en el Premio Casa de las Américas. Con posterioridad se suceden otros estrenos, el de la alegoría bíblica Los mangos de Caín, en 1965 («La casa vieja escrita de otra manera»), y El tiempo de la plaga, en 1968. |
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1973-1989
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Con La dolorosa historia del amor secreto de Don José Jacinto Milanés (1973), Estorino incursiona por zonas antes no transitadas en su producción teatral, en la que se hace evidente un acucioso trabajo de investigación documental, al proponerse la reconstrucción histórica de un personaje y de una época tan lejana como el siglo XIX cubano. Esta, quizás su obra más querida, se ubica en un ámbito geográfico muy cercano al autor: la provincia matancera. En Ni un sí ni un no, estrenada por Teatro Estudio en 1980 bajo la dirección del propio autor, Estorino vuelve a replantearse algunas de las inquietudes presentes en su teatro de la década del sesenta; esta vez nos entrega una comedia de tema contemporáneo, cuya acción se desenvuelve ahora en la ciudad de La Habana. Y en 1982 regresa sobre sus pasos para estrenar en el Teatro Musical de La Habana el espectáculo Pachencho vivo o muerto. Morir del cuento, calificada como «novela para representar», muestra una indudable coherencia con las constantes temáticas y la línea de pensamiento que sustenta el autor en sus primeras obras: la familia cubana es, en esencia, la protagonista de todos los conflictos. Su estreno tiene lugar en 1983 en la Sala Hubert de Blankc por el grupo Teatro Estudio, y en su gira por España, recibió una mención especial del Concurso «Caut Ferrat» en el Festival de Sitges, además de los premios nacionales a la mejor puesta en escena en el Festival de Teatro de La Habana (1984) y premio de dramaturgia de la UNEAC. En una excelente entrevista publicada hace algunos años en la revista Revolución y Cultura, Estorino se autodefine como un escritor a quien le gusta «trabajar por las mañanas porque pienso en Virgilio Piñera y en Hemingway, que también laboraban a horas tempranas. Escribo notas insistentemente en pedazos de papel que tengo dentro de los libros. Cualquier cosa que lea me sugiere una idea (…) No puedo trabajar con ruidos, ni con música, ni con gente dando vueltas alrededor. Ni hacer dos cosas a la vez». Nuevas experiencias enriquecedoras se suman a su extensa obra como dramaturgo. No se trata sólo del texto que está por escribir. También lo anima la labor de dirección, entre las que sobresalen sus puestas en escena de La discreta enamorada, Casa de muñecas, La malasangre, de Griselda Gambaro, así como un clásico de nuestras letras, Aristodemo, de Luaces, la inolvidable Aire frío de Piñera, La verdadera culpa de Juan Clemente Zenea, de Abilio Estévez, y Medea, de Reinaldo Montero. Otro acontecimiento teatral en la vida de Estorino ha sido el de poder contar, además, con un público lector. Dos antologías publicadas por la editorial Letras Cubanas reúnen sus principales obras: Teatro, Premio de la Crítica 1984, y Vagos rumores y otras obras, con igual premio en 1999.
La década de los ochenta culmina para Estorino con dos obras nuevas en su repertorio: Que el diablo te acompañe (1987) y Las penas saben nadar (1989), Premio Segismundo al mejor texto en el II Festival del Monólogo. |
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1992-2001
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Abelardo Estorino ha obtenido, a lo largo de su carrera, numerosos lauros de diversa magnitud, entre ellos, la Distinción por la Cultura Cubana, que han ido signando, paso a paso, esa capacidad inagotable que posee para la creación dramática. Sin lugar a dudas se le ha considerado «un clásico vivo de nuestra historia escénica». En 1992 se añade a todos esos reconocimientos el Premio Nacional de Literatura, creado en 1983 por el Ministerio de Cultura de la República de Cuba, que se concede anualmente al conjunto de la obra de destacados autores cubanos. En este mismo año estrena en la Hubert de Blanck, bajo su dirección, Vagos rumores, una reciente versión de La dolorosa historia… De 1994 es la puesta en escena de Parece blanca («Versión infiel de una novela sobre infidelidades»), catalogada como su obra de madurez, que toma como punto de referencia para su escritura a un personaje antológico de la narrativa cubana, la Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde. Diferentes escenarios internacionales han acogido con mucha atención el repertorio de Abelardo Estorino. Obras suyas se han traducido y representado en Checoslovaquia, Noruega, Suecia, México, Estados Unidos y Chile. Asiste al Festival de Cádiz (1995), con Vagos rumores y Las penas saben nadar, así como también a la ciudad de Nueva York (1996), para sumarse a un programa de intercambio cultural con los integrantes de Repertorio Español. A su regreso a esta ciudad en 1997, Vagos rumores obtiene el premio que otorga anualmente la Asociación de Cronistas de Espactáculos (ACE) al teatro en español. Ese mismo año, Parece blanca participa en el Festival Internacional de Caracas y realiza una gira por distintas ciudades de Venezuela. La compañía de Repertorio Español se interesó en que la experiencia continuara. Entre 1998 y el 2000, Estorino, siempre joven y dispuesto a pesar de sus 75 años, regresa a Manhattan con nuevas propuestas escénicas en las que, incluso, participan también actores de ambos elencos; recibe una beca del Theatre Communication Group y para entonces escribe El baile, su penúltimo estreno en La Habana y en Nueva York, con la que obtiene el premio HOLA. "For René Buch at New York's Repertorio Español, two Cuban artists -playwright Abelardo Estorino and actress Adria Santana- have brought an aesthetic infusion that has invigorated his company, wich is, he admits, far from Latin America: «My style is extremely sparse, but Cuban theatre is extremely baroque. They have affected our work, and we are influencing them. We have all grown." (American Theatre, october, 1999, p. 27.) En 1987, Abelardo Estorino expresó: En fin, que me gustaría vivir hasta el año 2001 (con permiso de Stanley Kubrick) para ver todas las cosas que habrán cambiado y todas las sorpresas que nos esperan. ¿Y la fiesta de siglo nuevo será tan aburrida como la de año nuevo? ¿O será tan divertida como me resultaban cuando yo tenía veinte años y bailaba como un trompo? Ya es 2001. (Perfil basado en las respuestas de Estorino a las entrevistas «En busca del tiempo vivido» y «Estorino: la literatura como drama», realizadas por Wilfredo Cancio Isla y Marilyn Bobes, respectivamente.) |