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...Noticias / antes de la feria... Zoila Lapique: entre lo más granado de la cultura cubana A punto de cumplir 82 años el 27 de junio, Zoila, Premio Nacional de Ciencias Sociales 2002, vivirá en los próximos días instantes trascendentales, cuando se inaugure la Feria Internacional del Libro de La Habana, acontecimiento dedicado en esta ocasión a ella Alina M. Lotti. Foto: Agustín Borrego
Concertar un encuentro con ella no resultó fácil. No le teme a los cuestionarios periodísticos y a las preguntas "indiscretas" que solemos hacer cuando los entrevistados acumulan una obra tan vasta. El ser tan "desordenada con su tiempo", dormir las mañanas y ver la programación televisiva hasta muy tarde, en la actualidad le restan espacio a todo lo que ella quisiera hacer. A punto de cumplir 82 años el 27 de junio, Zoila —Premio Nacional de Ciencias Sociales 2002— vivirá en los próximos días instantes trascendentales, cuando se inaugure la Feria Internacional del Libro de La Habana, el venidero 9 de febrero, acontecimiento dedicado en esta ocasión a ella y a Ambrosio Fornet Frutos, reconocido escritor e investigador cubano, de su misma talla profesional. En la casa de corte antiguo, en compañía de una familia que la ama, de libros viejos y nuevos, de gatos regordetes, de los cuales se siente dueña absoluta, Zoila accedió a un diálogo que luego se tornó en un mar de confesiones, oportunidad única para quienes tuvimos la dicha de escucharla. A finales de los años 50 del siglo pasado, formó parte del grupo de Mujeres Oposicionistas Unidas, organización antibatistiana que apostaba por el cambio político en la isla. ¿Por qué la integró? "Mucha de la gente del Directorio, y de otros grupos revolucionarios, se reunían en mi hogar. Por las tardes, mi hermana Rosa organizaba una merienda, se tomaba café, se comían dulcecillos, pastelillos. Frente a mi casa vivían personas batistianas, masferreristas, y ellos sabían que nosotros no simpatizábamos con el gobierno de Batista, pero nunca sospecharon que aquellas reuniones de mujeres eran secretas. "En ese momento había que tener unidad, y la organización era un punto de unión. A ella también estaban integradas Natalia Bolívar, Celita Sánchez Agramonte, Clementina Serra y otras. "Mi padre era un furioso republicano español, y un día al llegar a casa una vecina me estaba esperando para decirme que él había puesto a toda voz la emisora de la Sierra Maestra, pues era un poco sordete. El viejo se compró un radio Phillips para poderla escuchar, pues el que tenía hasta ese entonces no le permitía hacerlo". Usted tuvo la suerte de conocer figuras importantísimas de la cultura cubana. ¿Qué recuerdos le traen aquellos años? "Yo era chiquita, tendría alrededor de 10 años, y mi hermana Rosa me decía ‘vamos a llegarnos a ver a Emilito’ (Emilio Roig de Leuchenring), que ya era historiador de La Habana, y en su oficina conocí a Eusebio Leal siendo muy joven. "Lo mismo me ocurrió con Don Fernando Ortiz. Rosa le impartía clases a su hijo, en la propia casa deL y 27, en el Vedado. Pero lo vi por primera vez en 1947, en una conferencia sobre la cultura yoruba que ofreció en el Aula Magna, de la Universidad de La Habana. "Él iba a presentar un programa con una estrella del espectáculo, que ‘por cierto —dijo— se ha vuelto medio vedettica’, y era Merceditas Valdés. Además me llamó mucho la atención que salió de la mano con su hija María Fernanda; cogió a la niña, la alzó con sus brazos, y aseguró: ‘esta es mi mejor obra’. Todo el mundo lo aplaudió muchísimo. "Ese día escuché los toques de la religión yoruba. Cuando todo terminó nos acercamos a Don Fernando, me preguntó si me había gustado la conferencia y la música. Yo le respondí: ‘más me deleito con Beethoven’. Le solté esa respuesta, porque lógicamente no tenía plena conciencia de la personalidad que tenía delante. Eso lo comprendí al cabo de los años". ¿Después tuvo relaciones más estrechas con él? "Un poco más. Al cabo del tiempo ingresé en la Sociedad Económica Amigos del País para estudiar la carrera de Bibliotecología. Allí estaba lo más granado de la cultura cubana, y Don Fernando asistía a la biblioteca. Yo lo miraba siempre como un ser venido de otra galaxia. Él tenía el gracejo criollo, pero su hablar era peculiar, entre lo español y lo cubano. Aprendí a estimarlo, tanto es así que después a él y a Alejo Carpentier les dediqué el primer libro que hice sobre música colonial cubana. "Esos hombres, a pesar de no ser músicos, hicieron monumentales obras sobre la historiografía musical cubana. Al igual que Alejo, cuando dijo que nunca pudo sacarse el músico que llevó dentro, y así lo dejó escrito en un texto, a mí me ha sucedido igual. "Pretendí estudiar violín, pero en realidad no me gustaba mucho aprender música, en cambio tenía cultura musical, porque en mi casase escuchaba buena música. Mi tío materno (Ramón Becali, el primer cronista de cine) traía compañías españolas de operetas y zarzuelas a Cuba. Recuerdo que en 1938, apenas tenía ocho años de edad, mi familia iba a las funciones de ópera y no me llevaban. No me quedaba más remedio que escucharlas por la radio". ¿Siente no haber estudiado música? "Sí y no, porque me dedico a otras cosas que también me gustan muchísimo, como la historia. Además, trabajo la musicografía; ahora incluso tengo un libro que espero se publique, el cual recoge toda la música divulgada en las revistas y periódicos cubanos del siglo XIX, un período que considero no se ha estudiado suficientemente. "Hay veces me vienen a la memoria escenas de ópera, de ballet. La música me asalta constantemente. Yo cantaba mucho en la ducha, y mis hermanos me decían ‘cállate niña que desentonas’. Siento que la sigo, lo que pasa es que voy por un lado y la música va por otro. Quizás por eso siempre me invitan a callar". Sus estudios de bibliotecología, ¿fueron puro azar? "Rosa era muy amiga de María Villar Buceta, una personalidad dela cultura cubana, que hizo aportes sustanciales a la poesía, muy amiga de Rubén Martínez Villena. Un día me preguntó sobre lo que yo quería estudiar. Le dije que aspiraba ser bibliotecaria como ella, y me dijo: ‘no creas que por serlo vas a dedicarte a leer. Leerás para dar un buen servicio a los lectores’. "Eso lo corroboré después, cuando estudié en la primera escuela de bibliotecología, con María Teresa Freyre, quien siempre me hablaba de la necesidad de conocer los fondos de la biblioteca para satisfacerla demanda de los usuarios. Fueron personalidades que me trasmitieron toda su sabiduría, la manera de ser, vivir y pensar". Laboró alrededor de 40 años en la Biblioteca Nacional. Allí, ¿qué actividad prefería hacer? "Lo que se llama referencia. Es decir, orientar a quienes van en busca de información. Trabajé mucho tiempo en el departamento de Sala Cubana, en música, y muchos compañeros, incluso de otras áreas, me pedían que los ayudara. En aquel entonces ya era investigadora titular. "En la Biblioteca Nacional, a la caída de la tarde, se reunía mucha gente pensante. Estaba Aleida Plasencia, que realizó una cronología de la Guerra de los Diez Años; Amalia Rodríguez, quien también hizo aportes relacionados con la figura de Máximo Gómez". Usted sirvió de apoyo a muchas personalidades… "No, al contrario, me apoyé y aprendí de ellas. Argeliers León, por ejemplo, me dijo un día que yo era la persona indicada para hacer una investigación—hasta ese momento no se había realizado— sobre la música publicada en la prensa seriada del siglo XIX. Y la hice. "También tuve relaciones con Moreno Fraginals, Virgilio Perera, Carlos del Toro, Ana Cairo, Roberto Friol. Eran seres muy eruditos". Coménteme sobre el hecho de que este año la Fería Internacional del Libro de La Habana está dedicada a Ambrosio Fornet y a usted. "Para mí fue una sorpresa muy grata. La noticia nos cogió desprevenidos el día en que terminó la feria anterior. Tal privilegio nos da la posibilidad de publicar algunos libros, como es el caso de Trapiches, ingenios y centrales de Cienfuegos. Ese texto es parte de la información que acumulo sobre el tema, y no lo hubiera podido hacer sin el intercambio fructífero mantenido con el doctor Orlando Segundo Arias. "También saldrá una antología de mis trabajos, publicados en la revista de la Biblioteca Nacional, con un prólogo precioso de Eusebio Leal, a quien le estoy muy agradecida, pues todo lo que dice de mi persona es muy bello". ¿Investigadora, escritora o musicóloga? "Me gustaría que me presentaran como una investigadora de la cultura cubana. Don Fernando Ortiz decía que Cuba era un ajiaco; creo soy parte de ese ajiaco musicalmente y, aunque tengo un mosaico de sangre, eso no quita me sienta esencialmente cubana". Tomado de Trabajadores.cu
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