Aptos para encarar la vida

Artes marciales en la rehabilitación de ciegos

Jorge Luis Merencio Cautín

GUANTÁNAMO.— El empleo de las artes marciales en la rehabilitación de personas ciegas y de baja visión en esta provincia, acaba de dar otro paso adelante al sumarse a esa sana práctica una decena de niños de la escuela especial 14 de Junio.

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Yanaisis escucha con atención las indicaciones del instructor.

A finales del 2009, por iniciativa del capitalino Ramón Estrada Quintana, se abrió en esta ciudad la primera área destinada a la enseñanza del judo thai-ju-jitsu, estilo creado por los propios practicantes, el cual, según ese especialista, se nutre de un conjunto de técnicas de otras artes marciales, entre ellas del judo y del aiki jiu-jitsu.

La primera escuela radicó en el Taller para Discapacitados, ubicado en las calles Máximo Gómez y Carretera, y su matrícula la conformaron trabajadores de ese colectivo, entre ellos las glorias deportivas de la Asociación Nacional del Ciego (ANCI) Gustavo Fernández Sargentón y Wilfredo Rivera Batista.

Los resultados de la experiencia inicial, avalados por directivos de la ANCI en el territorio, el instructor Ramón (con 23 años de experiencia en las artes marciales) y los practicantes, aconsejaron la apertura de una segunda academia, que tiene por sede al Museo Municipal, con una matrícula de 23 adultos mayores y como instructor al guantanamero Benedicto Betancourt Herrera.

Cinturón negro primer Dan en Sanda, Benedicto ahora también funge como profesor de los niños practicantes del centro docente 14 de Junio, entre los que se encuentran sordo-ciegos, ciegos y de baja visión, además de dos muchachas.

Basta ser testigo de la pasión con que los pequeños acogen los movimientos y las señas indicadas por el instructor, o el gozo exteriorizado por ellos una vez concluido un ejercicio, para confirmar el poder benefactor de las artes marciales en estos discapacitados.

Pero el aprendizaje del judo thai-ju-jitsu, va más allá, pues posibilita el desarrollo de habilidades y capacidades motrices, incrementa el nivel físico y mental, la autoestima y como suma de todo ello, mejorar la calidad de vida del practicante.

En la enseñanza de esta arte marcial a personas con las mencionadas discapacidades, predominan los ejercicios destinados al fortalecimiento del cuerpo, a potenciar el equilibrio, la flexibilidad, elasticidad y la autonomía en el andar y el actuar, afirman Benedicto y Buenaventura Amaro, profesor de rehabilitación en el referido centro estudiantil.

Ambos especialistas explicaron que por el momento se labora con una matrícula pequeña, pues muchas de las técnicas que se enseñan requieren del trabajo individual con cada alumno.

"Mis padres están contentos con mi inscripción para aprender artes marciales. Ellos dicen que esas prácticas, por sobre todo, significan salud y calidad de vida. Desde bien pequeña he estado motivada por la historia de las judocas cubanas", expresa Yanaisis Neyra Vila, niña de 11 años y baja visión, iniciada en las prácticas de la peculiar modalidad.

"Siempre me ha gustado hacer ejercicios físicos. Por eso fui de los primeros en inscribirme para aprender artes marciales. Ahora se nos enseña una de las técnicas de desagarre y la vamos asimilando bien", atestigua Abdiel Ramírez Céspedes, ciego total y alumno de quinto grado.

La carencia de instructores, empero, se presenta como la principal debilidad de esta loable experiencia en la rehabilitación de personas ciegas y de baja visión. De ahí la urgencia en formar a esos especialistas para que ella continúe su desarrollo y no muera prematuramente.

 

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