A no ser por el uniforme que viste la primera, o por las
historias rebeldes que cuenta la segunda, tampoco se imagina
fácilmente que aquellas mujeres cariñosas empuñaron una vez el
fusil, lo dispararon contra el enemigo, encararon la metralla, se
movieron hábilmente en la maleza y avanzaron sin vacilaciones a la
orden de ataque.
La General de Brigada Delsa Esther Puebla, Heroína de la
República de Cuba, y Edemis Tamayo, "la Gallega", hace 55 años eran
dos de las 13 mujeres que por primera vez en el Ejército Rebelde se
cruzaron un fusil al hombro y formaron una fuerza regular.
El 4 de septiembre de 1958, tras una reunión de siete horas entre
Fidel y su Estado Mayor, se creó en La Plata el pelotón femenino
Mariana Grajales, un aleccionador ejemplo de confianza en la mujer
cubana.
"Las causas que maduraron nuestra decisión de insistir para
incorporarnos como combatientes, más allá de ser cocineras,
lavanderas, costureras, enfermeras o mensajeras, fue fruto de un
sentimiento maternal de furia y rebelión ante las atrocidades que
sobre el campesinado cometió la tiranía durante la ofensiva iniciada
en mayo de 1958: niños asesinados en bombardeos y ametrallamientos,
hijas y esposas de campesinos violadas en su presencia, familias
enteras masacradas, casas y sembradíos quemados¼
", recuerda Teté Puebla.
"Además de ayudar en la retaguardia, como guerrilleras
necesitábamos fajarnos en combate, y por eso insistimos tanto con
Celia como con Fidel, hasta que se concretó la posibilidad con Las
Marianas", calza Edemis.
"La constitución del pelotón fue lo más difícil —vuelve Teté—.
Entre las tropas dominaba un criterio machista, nunca de desprecio y
desconsideración, pero sí prejuiciado sobre nuestra resistencia
física, pericia militar y cualidades combativas, que hizo dudar a
unos cuantos jefes opuestos a la creación del pelotón.
"Hubo hasta quien preguntó por qué, si aún había hombres
desarmados, iba a dársele un fusil a una mujer, y el Comandante en
Jefe respondió: ¡Porque son mejores soldados que tú!
"El propio Fidel nos adiestró en el tiro y nos nombró su guardia
personal, para recalcar ante los incrédulos la confianza que nos
tenía. Varias veces reafirmó esa actitud. Al poco tiempo nos bautizó
en el fuego del combate de Cerro Pelado, y cuando algunos apostaban
a que retrocederíamos o soltaríamos las armas, dimos una lección de
valor.
"Muchas ocasiones tuvimos para demostrar nuestra decisión de
estar en la primera fila de combate. Por nuestras cualidades como
tiradoras, nos mandan a cuatro (las hermanas Isabel y Lilia Rielo;
la Gallega y yo) bajo el mando de Eddy Suñol, a fundar por tierras
holguineras el IV Frente Simón Bolívar, y aquel, que había sido uno
de los más férreos oponentes a la integración del pelotón, al poco
tiempo reconoció como invaluable la participación nuestra en las
acciones libradas.
"De esos ejemplos podemos recordar el de La Presa, en Holguín,
cuando quedamos aisladas del resto de la tropa, y aun así decidimos
pelear hasta morir; pero los soldados enemigos, al notar que
combatían contra mujeres, terminaron desmoralizados. También en Los
Güiros, contra dos camiones de guardias, Suñol resultó herido al
momento, y nosotras asumimos el mando de la acción, que terminó en
victoria.
"De esos momentos hubo varios, protagonizados también por el
resto de Las Marianas que quedaron en la columna de Fidel, y
soportaron cruentas batallas y sacrificios, como los que vivieron en
Guisa, donde junto a los hombres, con igual entereza y resistencia,
aguantaron diez días de bombardeos de aviación, artillería pesada,
incursiones permanentes del enemigo, pero jamás retrocedieron un
centímetro en sus posiciones, hasta la victoria conseguida", narra
Teté.
El prejuicio machista y censurador de los hombres fue sin duda un
valladar, pero ellas se crecieron después de la decisión del
Comandante, quien había pensado antes en Mariana, en Ana Betancourt,
en Celia, y así quería que fuera el pensamiento en la Revolución: de
iguales oportunidades para hombres y mujeres.
"Ese fue el legado más grande de Las Marianas —acota Edemis—,
haber sido en la Sierra la demostración de un sueño que luego se
realizó.
"Con la Revolución el pequeño pelotón se multiplicó en millones
de mujeres que comenzaron a hacer de todo, y se destacaron. Si
fuimos capaces de empuñar un fusil y combatir, ¿qué otra cosa habrá
que no pueda hacer la mujer de esta Isla?
"Cuba hoy es reflejo de aquel pensamiento fundador, y de cierta
forma —cierra orgullosa Edemis—, Las Marianas nos sentimos
responsables."