Compañero General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario
del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros,
Compañeros miembros del Buró Político y del Comité Central del
Partido,
Compañeras y compañeros dirigentes del Partido, el Gobierno, la
UJC, las organizaciones de masas, las Fuerzas Armadas
Revolucionarias y el Ministerio del Interior,
Familiares de nuestros queridos mártires,
Combatientes de la Revolución Cubana, jóvenes, santiagueras,
santiagueros, compatriotas todos:
Martí
nos expresó que: "Nosotros tenemos héroes que eternizar, heroínas
que enaltecer, admirables pujanzas que encomiar" y nos enseñó
que: "El respeto a los héroes ayuda al nacimiento de héroes
nuevos". Fieles a ese patriótico legado todos los años, este
día, desde 1959, las principales calles santiagueras se estremecen
al paso de la multitud que rescata a Frank de la muerte que nunca
tiene, que rememora aquella peregrinación de pueblo, que en cuadro
apretado manifestó, en 1957, con dolor y vigor su repulsa por el
abominable crimen, y acompañó al féretro donde yacía, vestido de
verde olivo, con el brazalete rojinegro, una boina, una flor y con
sus ansias de guerrillero de montaña y de maestro.
Con el triunfo del 1ro. de enero, pudo entonces el pueblo cubano
reivindicar verdaderamente a sus héroes, entre los que no podía
faltar Frank; como tributo permanente de recordación, se instituyó
por el Gobierno Revolucionario, el 26 de julio de 1959, en una
sesión extraordinaria del Consejo de Ministros, el día de su muerte,
30 de julio, como el Día de los Mártires de la Revolución.
Junto a Frank cayó otro santiaguero, el combatiente
revolucionario Raúl Pujol, amigo y compañero de lucha, quien en más
de una ocasión habría dicho: "De Frank yo respondo con mi vida". Un
año después de su caída y la de Pujol, el 30 de julio de 1958, muere
en combate René Ramos Latour, el comandante Daniel, quien
había sustituido a Frank después de su muerte, y se encontraba
formando parte del contingente rebelde que se enfrentaba
valientemente a la gran ofensiva del ejército de la tiranía, en la
Sierra Maestra.
Por eso, días como el de hoy son sagrados, porque son los días
para recordar a los hombres y mujeres que cayeron en la lucha
revolucionaria. Días para meditar en los éxitos y en las
ineficiencias y errores; en lo que hemos adelantado y en lo que no
avanzamos como deseamos y necesitamos; en lo que nos hemos superado
moral y revolucionariamente y en lo que nos falta aún.
Vilma Espín Guillois, destacada y querida protagonista del
alzamiento del 30 de noviembre de 1956 y una de las más valiosas y
cercanas colaboradoras de Frank, afirmó: "Inolvidable ha sido
para quienes tuvimos el privilegio de luchar a sus órdenes"...
"no era difícil percibir cuánto de inteligencia, de nobleza, de
sensibilidad y riqueza humana albergaba en él"; además el
entrañable héroe santiaguero, poseía elevados valores éticos y
estéticos, dotes de organizador, valentía y brillantes cualidades de
jefe militar, lo cual unido a sus excepcionales condiciones de
líder, a sus ideas políticas en defensa de la justicia y la
libertad, cimentadas en un profundo conocimiento del pensamiento
martiano y en un gran fervor patriótico, lo convirtieron en el
conductor de aquella acción heroica. Medio siglo después admira su
intrepidez y claras convicciones revolucionarias, y su firme
decisión de unirse a Fidel, en quien reconoció al jefe indiscutible
de la Revolución, a quien secundó eficazmente en el inicio de la
gesta independentista del siglo XX y en las acciones de apoyo al
desembarco del Granma, para posteriormente convertirse en el más
firme sostén de la guerrilla, en el puntal imprescindible al
naciente Ejército Rebelde.
Por estas sobradas razones, al siguiente día del asesinato, el
Comandante en Jefe escribe aquella memorable carta a Celia Sánchez
Manduley en la que dice (cito): "Cuesta trabajo creer esta noticia.
No puedo expresarte la amargura, la indignación, el dolor infinito
que nos embarga". Y más adelante afirma: "¡Qué monstruos! No saben
la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado. No
sospecha siquiera el pueblo de Cuba quién era Frank País, lo que
había en él de grande y prometedor". (Fin de la cita)
Pero ya, desde hace mucho tiempo, todo nuestro pueblo conoce
quién es ese joven santiaguero, que entregó su vida para hacer de
Cuba, su Cuba, una nación libre e independiente.
Frank tuvo desde siempre una fe infinita en la victoria y una
extraordinaria capacidad para crecerse ante cualquier dificultad,
entre ellas la pérdida de compañeros muy apreciados como Josué, su
hermano querido, destacado combatiente revolucionario.
Frank era un hombre de acción y, al mismo tiempo, de pensamiento:
con menos de 18 años, comienza su enfrentamiento a la dictadura de
Batista, hasta convertirse en un destacado líder revolucionario.
Gustaba de escribir versos y tocaba el piano. Disfrutaba sobremanera
cuando preparaba un curso de Historia de Cuba para entusiasmar a sus
alumnos de cuarto grado. Cuando un día llegó la hora de hacer la
historia como mejor manera de decir, renuncia a su labor magisterial
y al preguntársele la causa, responde: "Cuba me necesita". Se
incorpora de lleno a la lucha revolucionaria y entonces impartió la
gran clase magistral de patriotismo.
Con profunda madurez declaró que las verdaderas aspiraciones de
la lucha revolucionaria no eran solamente derrotar una dictadura,
poner fin a la bancarrota económica, administrar y vivir
honradamente, devolver la libertad y la seguridad al pueblo de Cuba.
Sus aspiraciones, vigentes aún en nuestra Revolución, iban mucho más
allá. Se trataba de encauzar a Cuba dentro de las corrientes
políticas, económicas y sociales del siglo; conmover profundamente
todos los sectores del país; crear planes revolucionarios que
pusieran a esos sectores a trabajar en beneficio de la Patria;
remover, derribar y destruir el sistema capitalista que aún
imperaba; barrer con la burocracia y eliminar mecanismos superfluos;
en fin, planear concienzuda y razonablemente la construcción de la
Patria Nueva.
Frank se convirtió en una personalidad legendaria para el pueblo
que tanto lo quería. Tenía al morir 22 años y en él hicieron
síntesis todas las virtudes revolucionarias.
Compañeras y compañeros:
Es Frank una historia elocuente de un excepcional combatiente
revolucionario, que hoy sigue irguiéndose como ejemplo paradigmático
para nuestros jóvenes por su entereza y por su manera de poner el
deber y la disciplina por encima de las emociones.
Fieles a ese ejemplo, enfrentemos decididamente a aquellos que
conspiran contra la Revolución, apegados como furibundos
anexionistas a cuanta campaña calumniosa sea financiada, organizada
y dirigida por el gobierno de Estados Unidos; actuemos también,
consecuentemente en lo que a cada uno de nosotros corresponde en el
empeño de implementar meticulosamente los Lineamientos de la
Política Económica y Social del Partido y la Revolución, y los
Objetivos de Trabajo del Partido. Conscientes de que la fortaleza
material que logremos, tendrá un reflejo importante en la
consolidación de las ideas revolucionarias de nuestro pueblo y que
nuestro desarrollo depende, como señaló el compañero Raúl, el 26 de
Julio en Guantánamo, de que elevemos "la producción y la
productividad del trabajo", que seamos perseverantes y
consolidemos un orden y una disciplina que nos permita no retroceder
un solo milímetro de lo que avancemos.
La reciente intervención del Presidente de los Consejos de Estado
y de Ministros, en la clausura de las sesiones de la Asamblea
Nacional, sintetiza lo que se ha podido hacer y lo que pretendemos.
Es necesario que cada uno de nosotros sepamos identificar lo que le
corresponde, lo alcanzado y lo que le falta por hacer.
Esta batalla es de todos. De la unidad que mantengamos y de la
firme voluntad que demostremos en alcanzar lo que se discutió con
todo el pueblo, dependerá la celeridad con que se consoliden
nuestros resultados productivos y sociales.
No hay mejor día ni mejor escenario que este para ratificarnos en
nuestras convicciones. En las calles de esta heroica y rebelde
ciudad, cayeron numerosos combatientes revolucionarios, se
perpetraron incontables actos de salvaje represión contra ellos y la
población civil. En este cementerio glorioso, acompañando los restos
de nuestro Héroe Nacional José Martí y del Padre de la Patria, yacen
los restos de un número elevado de combatientes de muchas
generaciones, que se sacrificaron por la obra. Y aquí fueron
sepultados también los hombres que formaron la primera legión de
mártires combatiendo contra la tiranía.
Aquí tenemos que venir invariablemente, ante estas sagradas
losas, a recordar a los caídos por la Revolución y a perpetuar
nuestro eterno compromiso con la Patria y con la obra de ellos, que
es la nuestra. Ellos, los que nunca estarán ni olvidados ni
muertos, los que murieron en brazos de la patria agradecida y para
los que por siempre comienza al fin con el morir la vida.
¡GLORIA ETERNA A FRANK, PUJOL Y DANIEL!
¡GLORIA ETERNA A TODOS LOS MÁRTIRES DE LA REVOLUCIÓN!
¡VIVAN FIDEL Y RAÚL!
¡VIVAN EL PARTIDO Y LA REVOLUCIÓN!
¡SOCIALISMO O MUERTE!
¡VENCEREMOS!