Por
alguna extraña razón ocurre que muchas veces se ponen en órbita
obras de innegable valor artístico, pero que no se conocen lo
suficiente en el ámbito local. Es este el caso del trovador Mario
Darias, quien acaba de mostrar diversas facetas de su trabajo
creativo, que a pesar de contar con poca promoción entre nosotros,
se define por su alta sensibilidad y su excelente elaboración
conceptual.
Desde
hace años, Darias ha aprendido también a ser él mismo a través de
otros, descifrando el vasto universo poético de personalidades como
José Martí, Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí) y la puertorriqueña
Lola Rodríguez de Tió, para gestar producciones discográficas que,
sin duda, deberían beneficiarse de mayor divulgación e interés
mediático.
Por lo pronto, el músico llegó hace unos días hasta el Memorial
José Martí, junto a la otra integrante de su dúo, la cantante Ana
Irma Ruz, para retomar proyectos discográficos que mantienen
diferencias entre sí, pero responden a un mismo concepto sonoro.
Darias va despacio y se toma su tiempo. Explica el origen de sus
canciones como un profesor que quiere que nada se le quede en el
tintero y que el auditorio conozca de punta a cabo el entramado del
proceso de creación. Luego despliega varias de las canciones con las
que musicalizó los versos sencillos del Héroe Nacional, una labor
que saldrá en formato discográfico.
Darias también capta y reinterpreta la obra del Indio Naborí como
si fuera propia. Se identifica como un colegial con sus décimas de
amor y las cubre con una atmósfera muy singular diseñada, al
parecer, con una materia expresiva semejante a las experiencias
personales. Este trabajo, que salió publicado por la disquera
Colibrí bajo el nombre Desde mi ciudad, se inscribe en la
rica tradición de poner música a la obra de poetas del patio, una
vertiente retomada en los últimos tiempos por juglares de distintas
generaciones.
El músico, que tuvo como invitados a los trovadores Miguel Oliver
y Erick Cobas, aprovechó el concierto para adentrarse en otra muy
interesante zona de su creación sonora, esa que explora los textos
de la célebre poeta y periodista puertorriqueña Lola Rodríguez de
Tió (1843-1924). Frente a un auditorio integrado en su mayoría por
espectadores boricuas, dio muestras de su agudeza artística cuando
trajo al presente el extraordinario quehacer de la autora de Mis
cantares, con canciones que no responden a ninguna labor de
arqueología musical, sino a su identificación con la mejor tradición
de la cultura latinoamericana.