Fue una guerra atroz. Los argelinos que lucharon bravamente
dentro de las tropas francesas en la segunda guerra mundial vieron
que al final de aquella hecatombe los ideales de paz, democracia y
libertad enarbolados en la lucha contra el nazismo, les estaban
vedados. El colonialismo francés reprimió con saña sus sueños. La
victoria vietnamita en Diem Bien Phu les demostró que era posible,
mediante la lucha armada, conquistar su independencia derrotando al
colonialismo francés y dos años después iniciaron su guerra de
liberación.
Aquella no fue una victoria completa pues Francia continuó, hasta
1968, ejerciendo el control y la propiedad de sus enormes riquezas
de gas y petróleo.
En el Congreso del Frente de Liberación Nacional (FLN) celebrado
en Túnez poco después de la reunión con las autoridades francesas en
Evián el 19 de marzo de 1962, donde se acordó la celebración de un
referendo que confirmara la voluntad del pueblo a ser independiente,
el entonces jefe del Ejército de Liberación Nacional, coronel Hoari
Boumediene, anticipó que no habría tal independencia sin
independencia económica, cuestión que definitivamente lograron al
nacionalizar los hidrocarburos, casi una década después.
El resultado del referendo del 1ro. de julio de aquel año fue
categórico. Solo 16 534 personas de los seis millones de argelinos
votaron en contra de que Argelia se convirtiera en un Estado
independiente. Ahmed Ben Bella, gran amigo de Cuba recientemente
fallecido, fue su primer presidente.
En Cuba, a miles de kilómetros, en medio de los combates por la
definitiva independencia, antes de nuestra victoria en enero de
1959, los revolucionarios de la sierra y del llano seguíamos con
admiración y simpatía solidaria las informaciones de una lucha en
montañas y ciudades tan parecida a la nuestra.
Fue necesario que aprendiéramos a leer entre líneas los despachos
de prensa de las agencias francesas y occidentales, que al igual que
aquí, deformaban la verdad del desarrollo de aquella epopeya,
otorgando siempre resultados victoriosos a su ejército colonial.
Recibimos en 1960 una delegación del Gobierno Provisional de la
República Argelina (GPRA) y dos meses después de la victoria de
Playa Girón, el 27 de junio de 1961, fuimos el único país del
hemisferio occidental que lo reconoció, cuestión que concitó
represalias del Gobierno francés, que se aunaba a la hostilidad
creciente del imperialismo norteamericano.
Pero la solidaridad de los cubanos con ese pueblo llegó mucho más
lejos y fue, además, el inicio de la desinteresada ayuda prestada a
muchos países del Tercer Mundo, tanto en lo civil, con el envío de
médicos, constructores y maestros, como en lo militar en el Congo,
Angola, Guinea Bissau, Siria y Etiopía.
Jorge Ricardo Masetti, argentino que fundara luego la agencia
Prensa Latina y que cayera más tarde al iniciar un movimiento
guerrillero en el norte de Argentina, fue enviado por Cuba, en
octubre de 1961, a contactar al Frente de Liberación Nacional (FLN)
y ofrecerles nuestra disposición de ayudarlos. En ese encuentro se
convino enviarles armas. Ese mismo año zarpó el barco cubano Bahía
de Nipe con un abundante alijo de armas y municiones y arribó en
enero de 1962 a Casablanca, en Marruecos, con destino al campamento
del FLN, próximo a Oujda, cerca de la frontera argelina. De regreso
a La Habana, el buque trajo 78 guerrilleros heridos de gravedad para
ser atendidos en Cuba y 20 niños de campamentos de refugiados,
huérfanos en su mayoría, para brindarles atención y educación, tarea
que se le encargó al Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP).
Conquistada la independencia, Ben Bella, después de asistir a la
incorporación de Argelia a las Naciones Unidas en 1962, visitó Cuba
en vísperas de la Crisis de Octubre y manifestó desde entonces su
solidaridad con la Revolución cubana.
No es posible hacer un recuento de los lazos entre nuestros
pueblos sin mencionar la activa presencia del Che en Argelia y su
contribución al fortalecimiento de esos vínculos indisolubles
forjados en la lucha común contra el imperialismo, el colonialismo y
neo-colonialismo. Lo testimonia el propio Ben Bella, quien a fines
de los años noventa escribió como semblanza del comandante Guevara:
"Sí, solo la Revolución puede a veces hacer del hombre un ser
luminoso".
No mucho tiempo después de esta visita, el 24 de mayo de 1963
llegó a Argelia la primera misión médica internacionalista cubana
integrada por 45 hombres y diez mujeres, pues los escasos médicos
que había en su territorio la mayoría eran franceses y muchos se
fueron recién lograda la independencia.
No fue muy grande nuestro aporte entonces porque en aquel momento
Cuba tampoco contaba con muchos médicos, pues de los 6 000 que
habían antes del triunfo revolucionario, 3 000 abandonaron la Isla,
pero, como otras veces, no dábamos lo que nos sobraba sino
compartíamos lo poco que teníamos con nuestros hermanos del Tercer
Mundo.
Ocurrió que durante el verano de 1963, Marruecos, aprovechando
que las columnas guerrilleras argelinas aún no se habían convertido
en un ejército regular moderno, pretendió modificar la frontera con
Argelia para apoderarse de las ricas minas de hierro de Gara Yebilet,
algo que durante la ocupación francesa de ese territorio nunca
reivindicó. Comenzó así la denominada Guerra del Desierto.
Militarmente, Marruecos era superior a Argelia pues su ejército
estaba mejor equipado y entrenado. El Gobierno argelino de Ben Bella
solicitó ayuda a Cuba, y de inmediato, en octubre de 1963, en medio
de la devastación del ciclón Flora, 686 combatientes encabezados por
el comandante Efigenio Ameijeiras, con su armamento y equipos,
partieron a través de un mar bravío a ofrecer su ayuda solidaria.
La presencia de los internacionalistas avalada por la gesta
victoriosa de Girón y la firmeza de nuestros combatientes en la
Crisis de Octubre, contribuyó a persuadir a las autoridades
marroquíes a firmar el alto al fuego y reconocer las fronteras
existentes.
Tampoco es posible hablar de esos vínculos sin mencionar las
numerosas visitas del Comandante en Jefe a Argelia, que fortalecían
cada vez más nuestras relaciones; la primera en 1972 con su extenso
recorrido por el país, testimoniando esa amistad imperecedera y
luego en 1973, para participar en la IV Cumbre de los Países No
Alineados, donde nos sumamos al reclamo de la Cumbre y rompimos
relaciones con el estado sionista de Israel. Después en otras cinco
ocasiones visitó aquel país.
Igualmente la visita de Boumediene a Cuba en 1974 y las varias
también del hoy presidente Raúl Castro Ruz, continuaron cimentando
esos vínculos.
No nos sorprende por tanto, a partir de una amistad forjada en
una solidaridad recíproca, que Fidel en una de sus Reflexiones
dijera algo conmovedor del actual presidente argelino Abdelaziz
Bouteflika: "Corría el año 2006. Yo estaba en realidad muy grave
pero a la vez muy consciente de lo que ocurría. La XIV Cumbre del
Movimiento de Países No Alineados, donde se eligió a Cuba como
Presidente, finalizaba por esos días a mediados de septiembre. A
duras penas podía incorporarme y sentarme en torno a una mesa.
Recibí así a importantes Jefes de Estado o de Gobierno.
Abdelaziz Bouteflika, Presidente de Argelia, una de las
personalidades con las que me reuní, mirándome fijamente a los ojos
me dijo: ‘Fidel si necesitas mi sangre, la tendrás’.
Yo lo apreciaba mucho. Fue ministro de Relaciones Exteriores del
Gobierno de nuestro amigo Houari Boumediene.
Sus palabras constituyeron un noble y desinteresado apoyo a
nuestra causa, que no se esperaba, por nuestro espíritu
internacionalista que nunca se ejerció a cambio de algo".
Ni tampoco nos sorprende que el propio Bouteflika declarara años
antes: "Hemos tenido el inmenso privilegio de tener como amigo al
compañero Fidel, que nunca nos ha fallado. Fidel viaja al futuro,
regresa y lo explica".
Es, por tanto, genuinamente comprensible afirmar que los cubanos
sentimos como propio el aniversario 50 de la definitiva
independencia del pueblo argelino y al felicitarlo nos felicitemos
también.