El hecho de conmemorarse por estos días el aniversario 50 del
inicio de las Series Nacionales de Béisbol, constituyó motivo
suficiente para dialogar una vez más con este legendario pelotero, a
quien justamente el desaparecido comentarista deportivo Bobby
Salamanca bautizara como Don Miguel Cuevas.
¿Qué recuerda de aquel 14 de enero de 1962?
Fue el comienzo de una pelota realmente popular, genuino derecho
de todo un pueblo. Yo llegué a estos torneos con 26 años y cierta
experiencia. Recuerdo que en mi primera vez al bate con Azucareros
conecté doblete y luego robé la tercera, para anotar la primera
carrera en series nacionales frente al equipo de Orientales.
Comenzó así una trayectoria marcada por sucesivos liderazgos en
el orden ofensivo.
Tomé parte en 13 contiendas, en las que representé en momentos
diferentes a Azucareros, Orientales, Camagüey y Granjeros. En esos
años integré también el equipo Cuba a dos Centroamericanos, dos
Panamericanos y varios topes amistosos.
¿Qué momento recuerda con mayor satisfacción?
Podría mencionarte dos: uno en 1963, cuando conecté tres jonrones
en un juego durante los Panamericanos en Sao Paulo, Brasil, y luego,
en 1966, al decidir un partido clave frente a México en los
Centroamericanos de Puerto Rico, victoria que abrió el camino hacia
la medalla de oro en el certamen beisbolero.
¿Su poder ofensivo tenía algo que ver con la forma peculiar de
batear?
No creo que haya un estilo para batear jonrones. El jonronero
sale de la fuerza, de la habilidad que alcanza. El quid no está
tanto en hacer un swing rápido o tirarle duro a la pelota, sino en
saberle dar en el tiempo preciso.
¿Es cierto que usted llevaba una libreta de incidencias sobre
cada turno suyo al bate?
Sí. Yo anotaba todo lo que me pasaba en el cajón de bateo y
después lo estudiaba para tener referencias de mi enemigo, que era
el pitcheo. Eso me permitió conocer la manera de lanzar de cada uno.
A algunos llegué a batearles prácticamente avisado.
A pesar de ello, ¿cuál o cuáles fueron los pitchers que más daño
le hicieron?
Roberto Valdés y Aquino Abreu. Ambos eran especialistas en los
lanzamientos laterales.
¿Alguna vez fue expulsado del terreno de juego?
Jamás. Uno viene a jugar pelota, no a protestar por cualquier
cosa. ¿Qué yo hago con protestar una jugada, si la decisión es
irrevocable? Si es una jugada de regla, que la discuta el manager
del equipo. Lo importante para el atleta es hacer bien las cosas,
ser disciplinado y dar un buen espectáculo.
Luego de retirarse oficialmente en 1974, ¿ha mantenido algún
vínculo con el deporte?
Por supuesto. En todos estos años presté colaboración como
entrenador en Venezuela, Perú y Nicaragua. Ahora mismo soy
vicepresidente de la Comisión Provincial de Atención a Atletas y
entre otras funciones, ayudo a promover la práctica del béisbol
entre los jóvenes y chicos.
¿Trataron alguna vez de comprarlo en el exterior?
Claro. Cada vez que salíamos sucedía lo mismo. Lo que pasa es que
hay cosas en la vida que son sagradas y no se cambian por nada.