Patricia Pillar en el vórtice de la pantalla

La popular actriz brasileña integra el jurado del 33 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, presentado ayer en el Hotel Nacional de Cuba

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu

Va a ser muy difícil que durante su actual estancia habanera Patricia Pillar deje de ser reconocida como la villana Flora; tanto impacto causó su papel antagónico en la telenovela La favorita, que ocupó en tiempos cercanos el horario estelar de la programación dramática de la TV Cubana.

Foto: Yander ZamoraPatricia Pillar de paso ayer por la terraza del Hotel Nacional de Cuba.

A la actriz brasileña no le toma por sorpresa. Presentada ayer como integrante del jurado de películas de ficción del 33 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, acotó: "Vengo aquí a ver cine, a estar en un lugar que es el punto de encuentro de la producción de nuestros países. Creo que el cine debe aportar reflexión y tener un sentido poético muy cerca de nuestras realidades".

Ciertamente a la Pillar le es imposible desprenderse de lo que ha representado la telenovela en su carrera artística. También habría que decir que con su talento ha dignificado más de un papel en la pequeña pantalla. No solo fue el caso de la aludida Flora Pereira da Silva (alias Espoleta), sino también, como recordarán los telespectadores de la capital, de su memorable Baronesa Cándida en Niña Moza y la Ciana de Cabocla, y los de todo el país que supieron de su facultad para penetrar a fondo en la psicología de los personajes cuando pasó aquí El rey del ganado, donde encarnó a Luana.

Quizás a estas alturas no vendría mal que un espacio televisivo como Contra el olvido rescatara escenas de la primera telenovela en la que vimos aquí a la Pillar, la antológica Roque Santeiro, con ella bajo la piel de Linda Bastos, estrella de cine que viajó al mítico poblado de Asa Branca para filmar los milagros del santón, interpretación con la cual ella, que es muy exigente consigo misma, no se siente muy a gusto.

Pero conviene asumir a esta mujer de rostro luminoso y maneras cordiales como gente de cine. Es más, llegó a la televisión en 1985 luego de haber protagonizado una película que hizo época en Brasil, Para vivir un gran amor, nada menos que un musical dirigido por Miguel Faría Jr. sobre un guión compartido por Chico Buarque. Allí alternó el protagonismo con otro grande de la canción, Djavan.

Posiblemente el más gratificante papel suyo para la sala oscura haya sido el de Zuzu Angel en la cinta homónima rodada en el 2006 por Sergio Rezende. Fue todo un reto abordar el drama de una mujer de existencia real, reconocida estilista que sufrió la pérdida de un hijo torturado y desaparecido durante los años de la dictadura militar y ella misma muerta en un accidente de tránsito, que para muchos resultó simulado para acallar su lucha contra el régimen de facto.

No estaría mal tampoco contar con la Pillar detrás de la cámara, que cosechó éxitos al dirigir en el 2007 el documental Waldick, siempre en mi corazón, registro testimonial del crecimiento de la vocación artística de uno de los ídolos de la canción romántica brasileña, desde los días en que cultivaba la tierra o se aventuraba como garimpeiro a la caza de pepitas de oro.

De modo que mientras intercambiaba las primeras impresiones con sus compañeros de jurado —el realizador argentino Eduardo Calcagno, el productor puertorriqueño Ramón Almodóvar y el guionista y narrador cubano Senel Paz (aún no había llegado a La Habana el director chileno Orlando Lubbert), Patricia Pillar dejaba sentado: "Sí, soy una mujer de cine".

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Comentarios | Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir