Un caso aleccionador sobre el daño que produce
el descontrol
Freddy Pérez Cabrera
La
sustracción de cables eléctricos y telefónicos, angulares de las
torres de alta tensión y otros elementos vitales para garantizar las
comunicaciones y una adecuada generación eléctrica, no es un
problema resuelto en el país, pese a las medidas adoptadas.
Tales fenómenos son favorecidos, en la mayoría de los casos, por
el descontrol reinante en entidades estatales, que facilita el robo
de esos recursos, así como la baja catadura moral de quienes
incurren en ese delito y, desgraciadamente, el hecho real de que los
responsables de su custodia no tienen ninguna afectación económica
personal por su conducta.
Lo demuestra el hurto reciente en un establecimiento de la
capital, y el posterior traslado a Villa Clara, de una gran cantidad
de bobinas de alambres y láminas de cobre, empleadas en el enrollado
de motores y transformadores de fuerza del servicio eléctrico;
cables de igual metal usados como conductores de alta tensión e
hilos de tendido telefónico, los que en su conjunto superaban las
seis toneladas de peso.
La falta de vigilancia de las administraciones y los cuerpos de
seguridad y protección, y de todos aquellos responsabilizados con el
freno a esas actividades delictivas, provocó los hechos descritos,
lo cual se apreció en la vista del juicio oral y público ante la
Sala de lo Penal del Tribunal Provincial Popular de Villa Clara, que
se profundizó en una nueva investigación a partir de otras
evidencias encontradas por la Fiscalía y el MININT en la ciudad de
La Habana.

El camión y los rollos
de alambre incautados.
Varias preguntas se derivan del juicio en el que resultaron
sancionados por los delitos de Receptación, Falsificación de
documentos privados y Cohecho, dos ciudadanos de La Habana y otro
residente en Aguada de Pasajeros, provincia de Cienfuegos.
¿Cómo es posible que alguien pueda sustraer esa enorme cantidad
de materiales, para luego revenderlos en la bolsa negra, sin que
nadie en la empresa se percate de tal faltante?
¿Dónde estaban los encargados de velar por esos bienes, que no
observaron el movimiento de más de seis toneladas de cobre? ¿Es que
acaso debía venir una auditoría o una inspección al control interno
para detectar esas irregularidades?
¿Cuán vulnerable es nuestro sistema de verificación de las
autoridades en las carreteras, que posibilitó a los delincuentes
burlar dos controles y, solo en el tercero, ser sorprendidos?
¿Puede alguien atribuirse el derecho de emitir documentos en una
entidad, sin que nadie verifique la autenticidad y validez de los
mismos, como sucedió en la Empresa Comercial ABRAXAS?
¿Es tan ingenua la administración de esa entidad que ha permitido
a una trabajadora permanecer en su puesto hasta hoy, a pesar de
conocer la gravedad de la falta cometida?
¿Qué vigilancia tienen, qué rol desempeñan las organizaciones
políticas y de masas en esos lugares, que no exigen rendición de
cuenta en sus reuniones y asambleas sobre esas pérdidas y
descontroles?
Gato
encerrado
Según ha referido uno de los principales encartados, elemento que
hizo fortuna gracias a la compraventa de materias primas en la zona
donde reside en el Reparto Mulgoba, del municipio de Boyeros, él
adquirió esa mercancía de manos de unos desconocidos.
En su afán de lucro, el llamado rey de la materia prima, como se
le conoce, contactó a otro involucrado, vendiéndole la mercancía en
18 mil pesos, sin detallar en la dudosa procedencia del valioso
cargamento y que tales artículos eran empleados por el Estado para
impulsar la Revolución Energética y otros programas vitales para la
nación,
Ansioso por obtener dinero mal habido, un receptador llamó a su
compinche en ese tipo de fechorías, quien había colaborado con él en
otras acciones, para que llevara la preciosa carga hasta el
municipio villaclareño de Placetas, con el objetivo de vendérsela a
alguno de los fundidores particulares radicados en ese territorio.
Contra toda lógica, este acusado, quien se de-sempeñaba como
chofer B, en la Base de Transporte de la Empresa Comercial ABRAXAS,
en el municipio de Guanabacoa, utilizó un camión de esa entidad en
el cual trasladó los bienes usurpados hacia Villa Clara.
Y aunque parezca increíble, el mencionado chofer llevaba toda la
documentación en regla —hoja de ruta, cartas de porte automotor y
las facturas con los datos necesarios, facilitados por una
trabajadora que se de-sempeña como Técnico A en Gestión Económica en
la mencionada Base de Transporte.
Al parecer, nadie controlaba allí la emisión de esos documentos
oficiales, resquicio que facilitó la acción cómplice de la acusada,
de lo contrario, no hubiera sido tan fácil mover la mercancía
robada.
Listos la carga y todos los instrumentos que supuestamente
justificaban su traslado, varios acusados iniciaron viaje por la
Autopista Nacional en el susodicho camión MAZ 500, matrícula HUC
116. Tras burlar dos controles, lograron llegar hasta el tramo
perteneciente al municipio de Ranchuelo, en territorio villaclareño,
donde los detuvo un agente del Ministerio del Interior, quien, ante
la sospecha del delito, retuvo a quienes se consideraban impunes.
Iraisys Pérez García es el nombre del combatiente que labora en
la Unidad de Patrullas de Carretera, quien al revisar la mercancía y
los datos de los documentos, se dijo: "aquí hay gato encerrado",
conminando a los detenidos a acompañarlo hasta la Estación de
Policía más cercana, no sin antes recibir otra sorpresa.
La baja catadura moral de estos delincuentes llevó a que uno de
ellos tratara de sobornar al joven policía, ofreciéndole
cuatrocientos pesos y una cadena de oro que traían consigo, a cambio
de dejarlos continuar viaje, oferta que desde luego resultó
rechazada.
Realizado el juicio, los acusados fueron sentenciados a cumplir
diferentes condenas, sobre las cuales establecieron recursos de
casación.
Sin
espacio a la impunidad
Con el objetivo de llevar el proceso investigativo hasta sus
últimas consecuencias, los órganos del Ministerio del Interior y la
Fiscalía en La Habana se dieron a la tarea de determinar la
procedencia de las 16 bobinas de alambre de cobre calibre 17, de las
24 bobinas, los dos rollos de láminas eléctricas, además de varios
sacos que contenían cable eléctrico de alta tensión.
Como resultado de la exhaustiva indagación, aún en marcha, se ha
podido determinar el buen estado del cargamento ocupado y su
utilidad en el enrollado de transformadores, cuyo valor aproximado
se calcula en más de 65 mil pesos.
Además, según reconocieron especialistas en el tema, con el
material ocupado podían fabricarse 78 transformadores, cada uno de
los cuales tiene un precio cercano a los 2 mil CUP, cifras que
evidencian el daño económico causado por estas personas.
También fue localizado y se encuentra detenido para su
investigación otro ciudadano, sin identificar en el anterior
proceso, quien reconoció su participación en los hechos narrados, al
cual se le ocuparon en su vivienda 156 kilogramos de alambre de
cobre.
En estos momentos continúan las pesquisas para determinar otros
hechos y las implicaciones de otras personas. |