La Cenicienta: una oda a la alegría

TONI PIÑERA

Si algo nos deja cada puesta de la versión de La Cenicienta del BNC, firmada por Pedro Consuegra —e inspirada en el famoso cuento de Charles Perrault— es una gran carga de optimismo, de alegría de vivir. No solo por la historia del triunfo del bien sobre el mal, sino por la conjunción de la vibrante música de Johann Strauss (hijo), los diseños de Armin Heinemann y, por supuesto, la coreografía (comedia-ballet) de Consuegra, que se ha enriquecido con el tiempo.

Foto: Nancy ReyesLas cortinas de La Cenicienta se descorrieron con Viengsay Valdés (Greta) y Alejandro Virreyes (Gustav, el príncipe heredero), en los protagónicos. Noche especial que vibró, en primer lugar, por el desempeño maduro, cuajado de sutilezas y el buen baile de la bailarina que no desaprovechó oportunidad para demostrar que es un papel que tiene muy cerrado en las manos. Largos balances, giros, grand-jettés... , y ese "empuje-coraje" para enfrentarlo y sobrepasarlo todo en la escena, a pesar de cualquier dificultad que la vida nos ponga enfrente. A su lado, motivando su quehacer, estuvo un Alejandro Virelles que se acomoda, cada día, con más fuerza en la compañía.

El binomio Anette Delgado - Dani Hernández en los protagónicos en la segunda entrega motivó, por la elegancia en la ejecución de sus pasos, la limpieza de los movimientos y un fraseo armónico que dejó en claro la buena química que los une en escena, un perfecto diálogo que alcanzó su éxtasis en un pas de deux (segundo acto) especialmente virtuoso.

La última función del clásico propuso en los roles principales, más que promesas, jóvenes realidades de la compañía: Yanela Piñera y Osiel Gounod. Ella sorteó los "obstáculos" de sus variaciones, hermosas poses, giros, extensiones y una caracterización singular a pesar de su juventud, y él, impresionante, sacó a flote su conocido arsenal danzario, y sus dotes como acompañante. La coda cerró a un alto nivel. Sadaise Arencibia, volvió a poner de relieve sus excelentes cualidades técnicas, combinando mesura, inteligencia y elegancia, en el Hada Rava, a la que ha entregado lo mejor de sí, y eso, que en esta ocasión se observó algo contenida, especialmente en los finales de los fraseos coreográficos; Marizé Fumero, en el debut en este rol, tiene condiciones físicas ideales que mostró en las tablas, pero debe trabajar más la interpretación para acercarse al bondadoso personaje, algo que sí entendió la también debutante Estheysis Menéndez, quien con su hermosa línea y quehacer escénico convenció.

Un hermoso regalo fue ver de nuevo a Víctor Gilí entregando su piel a Leontyne (la madrastra), donde su interpretación es ya antológica. Armado de sus dones histriónicos y mucha cultura escénica bordó con buen gusto y humor este personaje femenino. En el pasearon con buen tino y soltura también Ernesto Díaz y Leandro Pérez.

El cuerpo de baile, al margen de algunos desajustes, se confirma como elemento básico a la hora de estructurar el espectáculo.

 

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