Brindar
información sistemática, veraz, diversa, que permita abordar la
realidad desde todas las complejas aristas que pueda ofrecer, no
constituye un favor, sino un derecho del pueblo.
Quizás en este minuto, lectores frecuentes y fuentes habituales
de los medios de comunicación, puedan estar asintiendo y concordando
en que sí, la información no es propiedad privada. Pero resulta que
en el diario recabar periodístico en aras de obtenerla, se presentan
innumerables e ilógicos escollos, en esferas muy distantes a los
asuntos de secreto estatal, que obviamente precisan de un
tratamiento diferenciado.
Cuestiones económicas de comprensible interés público, y que
mucho ayudarían si fueran de conocimiento mayoritario —al
argumentar, por ejemplo, la necesidad de ahorro, o de obtener en
nuestro país lo que tan caro cuesta salir a comprar—, son todo el
tiempo saeteadas por la incomprensión de muchos funcionarios
administrativos, quienes parecen vivir ajenos al derecho de los
ciudadanos y a la irritación que en la población causa el no
explicar a tiempo los porqués de un fenómeno o medida.
"Es preciso poner sobre la mesa toda la información y los
argumentos que fundamentan cada decisión y de paso, suprimir el
exceso de secretismo a que nos habituamos durante más de 50 años de
cerco enemigo", expuso Raúl en su discurso de clausura del periodo
de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, de diciembre
del 2010.
Más allá de las inconformidades que provoca, la obstrucción de
los canales de acceso a la información viola los principios
democráticos propugnados por nuestra legalidad, establecidos en la
Constitución de la República, y la voluntad política de nuestro
Partido, que en sus documentos rectores viene subrayando la
importancia de este tema, cuando desde su Primer Congreso en 1975,
definió que "en el socialismo, forma superior de democracia,
la información constituye un derecho del pueblo trabajador".
Por ello resulta increíble, y hasta enervante que, para
entrevistar en su escuela a un pionero se reclame como algo
imprescindible la autorización de un viceministro. O peor, que en un
acto de inicio de curso, donde muchas familias van con sus propias
cámaras fotográficas, el órgano oficial del Partido no pueda hacer
fotos porque en algunas escuelas aducen la necesidad de un permiso
ministerial.
¿Qué secreto estatal puede entrañar un reportaje sobre el
cumplimiento de los planes de recape de neumáticos —de tan
importante conocimiento público para demandar ahorro a las entidades
y a los ciudadanos—, que su realización debe tardar días en el
trajín burocrático de una aprobación, porque el director dice que
debe ser autorizado y después la divulgadora señala que hace falta
el asentimiento del máximo responsable de esta esfera?
¿Por qué un grupo empresarial se arroga el derecho de decidir si
es interés de la entidad facilitarle a la prensa datos sobre un
programa de remotorización de vehículos? Más terrible es que, tras
"acceder", acotan la necesidad de consultarle sobre la realización
de este trabajo al departamento de divulgación de su organismo
superior, de donde la cuestión sigue saltando hacia arriba¼ , o
hacia atrás.
Así, muchas solicitudes de trabajos periodísticos van a parar a
la cargada mesa de directivos, porque no pocas veces fungen como
todo lo contrario los supuestos viabilizadores o facilitadores
comunicacionales de entidades estatales, incluyendo a los Organismos
de la Administración Central y estructuras de Gobierno locales, y da
la impresión de que están allí para entorpecer el flujo de la
información y hasta de la comunicación.
Mientras tanto, ¿a qué se dedican nuestros medios? A "la
difusión, en no pocas ocasiones, de materiales aburridos,
improvisados y superficiales", como dijo Raúl en su Informe Central
al Sexto Congreso del Partido donde, sin desconocer la
responsabilidad profesional que a cada periodista entraña, acotó que
"a pesar de los acuerdos adoptados por el Partido sobre la política
informativa, en la mayoría de las veces ellos [los periodistas] no
cuentan con el acceso oportuno a la información ni el contacto
frecuente con los cuadros y especialistas responsabilizados en la
temática en cuestión."
"Los cuadros administrativos y políticos deben estar preparados y
es útil, cuando la prensa les solicita información, que la brinden
de manera responsable" estipula el Buró Político del Partido en una
Resolución de febrero del 2007 "para incrementar la eficacia
informativa de los medios de comunicación masiva".
Tristemente, muchos militantes son los primeros en incumplir la
esencia de tal Resolución. En tanto estas letras no ganen vida en el
actuar diario, y no se respete en su justa dimensión el papel de la
prensa —que en la misma medida debe incrementar su responsabilidad
profesional—, el acceso a la información para el pueblo seguirá
transitando por un agonizante vía crucis.