No es poca cosa ganar el premio Herralde de novela. Para unos se
trata de un indicador de calidad; para otros, de una especie de
Operación Triunfo. Pero Martín Kohan lo tiene todo bien claro: no
escribe para el mercado, lo hace desde un compromiso con la
escritura, con su realidad, con sus convicciones más profundas.
El exitoso novelista de Ciencias Morales (2007) ha
deslindado el campo de la creación del ámbito editorial. Sobre eso
conversa con Granma en medio de sus afanes como jurado del
Premio Literario Casa de las Américas 2011:
"Cuando escribo, pienso en el texto. Otra cosa es el libro; es el
texto publicado. Puedo entender que un editor saque cálculos acerca
de la rentabilidad de una publicación. Pero ningún editor me ha
pedido concesión alguna. Creo es así porque nadie me lo pediría, no
porque me considero un virtuoso sino porque conocen mi posición".
¿Acaso escribe de espaldas a los lectores?
"De ningún modo. Sucede que en el momento de escribir pienso en
la literatura, en el peso de una frase, en la atmósfera. Luego,
cuando sale el libro, pienso en los lectores. Si me leen 400
personas, qué bien. Si son 2000, mejor todavía. Por cierto, aprecio
mucho la opinión de los lectores. Me he encontrado con cierta
frecuencia entre jóvenes que leen mis libros; a veces el diálogo
comienza por un equívoco: me preguntan qué quiero decir con tal
cosa, pero pronto esa interrogante se desvanece, cuando se dan
cuenta de que lo importante no es lo que yo diga, sino lo que
reciben e interpretan de lo que he escrito. Entonces agradezco mucho
esta opinión, porque siempre me enriquece".
Kohan es reconocido en su país por la publicación de los ensayos
Imágenes de vida, relatos de muerte. Eva Perón:
cuerpo y política (1998, en coautoría con Paola Cortés Rocca).
Zona urbana: Ensayo de Lectura sobre Walter Benjamín (2004) y
las novelas La pérdida de Laura (1990), El informe
(1997), Los cautivos (2000), Dos veces junio (2002) y
Segundos afuera (2005).
Cuando se observa su producción ensayística salta la pregunta
¿Existe alguna paradoja entre la obra de ficción y la investigación
académica?
"Esto no tiene por qué ser una paradoja. Al menos yo entiendo la
actividad académica desde la creación tanto como la narrativa. Se
puede ser un novelista aburrido y un académico brillante o
viceversa".
¿Y cuál es la filiación literaria de Kohan?
"Muchos venimos de Borges. Incluso los novelistas, aunque Borges
no haya escrito novelas; hablo de su marca en la creación textual,
no de su ideología que es asunto aparte; en este aspecto lo veo como
alguien desconcertado, que no supo ver, aparte de su ceguera, lo que
sucedía en nuestro mundo. Quizás por todo esto me siento más cercano
a Ricardo Piglia. Pero en fin, cada escritor se tiene que asumir a
sí mismo."