Entrevista con Fidel Castro (II Parte):
“El mundo del futuro tiene que ser común para
todos”
(Tomado del periódico La Jornada, de México)
Fidel responde preguntas de la directora del diario, Carmen
Lira Saade
La Habana.—Aunque no hay nada que denote en él malestar alguno,
creo que a Fidel no le va a gustar lo que voy a decirle:
—Comandante, todo el encanto de la Revolución Cubana, el
reconocimiento, la solidaridad de una buena parte de la
intelectualidad universal, los grandes logros del pueblo frente al
bloqueo, en fin, todo, todo se fue al caño por causa de la
persecución a homosexuales en Cuba.
Fidel no rehúye el tema. Ni niega ni rechaza la aseveración. Sólo
pide tiempo para recordar, dice, cómo y cuándo se desató el
prejuicio en las filas revolucionarias.
Hace cinco décadas, y a causa de la homofobia, se marginó a los
homosexuales en Cuba y a muchos se les envió a campos de trabajo
militar-agrícola, acusándolos de "contrarrevolucionarios".
—Sí —recuerda—, fueron momentos de una gran injusticia, ¡una gran
injusticia! —repite enfático—, la haya hecho quien sea. Si la
hicimos nosotros, nosotros¼ Estoy
tratando de delimitar mi responsabilidad en todo eso porque, desde
luego, personalmente, yo no tengo ese tipo de prejuicios.
Se sabe que entre sus mejores y más antiguos amigos hay
homosexuales.
—Pero, entonces, ¿cómo se conformó ese odio al "diferente"?
Él piensa que todo se fue produciendo como una reacción
espontánea en las filas revolucionarias, que venía de las
tradiciones. En la Cuba anterior no solo se discriminaba a los
negros: también se discriminaba a las mujeres y, desde luego, a los
homosexuales¼
—Sí, sí. Pero no en la Cuba de la "nueva" moral, de la que tan
orgullosos estaban los revolucionarios de dentro y de fuera¼
—¿Quién fue, por tanto, el responsable, directo o indirecto, de
que no se pusiera un alto a lo que estaba sucediendo en la sociedad
cubana? ¿El Partido? Porque ésta es la hora en que el Partido
Comunista de Cuba no "explicita" en sus estatutos la prohibición a
discriminar por orientación sexual.
—No —dice Fidel—. Si alguien es responsable, soy yo...
"Es cierto que en esos momentos no me podía ocupar de ese asunto¼
Me encontraba inmerso, principalmente, en la Crisis de Octubre, en
la guerra, en las cuestiones políticas¼
".
—Pero esto se convirtió en un serio y grave problema político,
Comandante.
—Comprendo, comprendo¼ Nosotros no lo
supimos valorar¼ sabotajes sistemáticos,
ataques armados, se sucedían todo el tiempo: teníamos tantos y tan
terribles problemas, problemas de vida o muerte, ¿sabes?, que no le
prestamos suficiente atención.
—Después de todo aquello, se hizo muy difícil la defensa de la
Revolución en el exterior¼ La imagen se
había deteriorado para siempre en algunos sectores, sobre todo de
Europa.
—Comprendo, comprendo —repite—: era justo¼
—La persecución a homosexuales podía darse con menor o mayor
protesta, en cualquier parte. No en la Cuba revolucionaria —le digo.
—Comprendo: es como cuando el santo peca, ¿verdad?¼
No es lo mismo que peque el pecador, ¿no?
Fidel esboza una tenue sonrisa, para luego volver a ponerse
serio:
—Mira: piensa tú cómo eran los días nuestros en aquellos primeros
meses de la Revolución: la guerra con los yankis, el asunto de las
armas y, casi simultáneamente a ellos, los planes de atentados
contra mi persona¼
Fidel revela lo "tremendamente" que influyeron en él y lo que
alteraron su vida las amenazas de atentados y los atentados mismos
de que fuese víctima:
"No podía estar en ninguna parte, no tenía ni dónde vivir¼
". Las traiciones estaban a la orden del día, y él tenía que andar a
salto de mata¼
"Escapar a la CIA, que compraba tantos traidores, a veces entre
la misma gente de uno, no era cosa sencilla; pero en fin, de todas
maneras, si hay que asumir responsabilidad, asumo la mía. Yo no voy
a echarle la culpa a otros¼ ", sostiene
el dirigente revolucionario.
Solo lamenta no haber corregido entonces¼
Hoy, sin embargo, el problema se está enfrentando:
Bajo el lema "La homosexualidad no es un peligro, la homofobia
sí", se celebró recientemente en muchas ciudades del país la Tercera
Jornada Cubana por el Día Mundial Contra la Homofobia. Gerardo
Arreola, corresponsal de La Jornada en Cuba, da cuenta
puntual del debate y la lucha que se lleva adelante en la Isla por
el respeto a los derechos de las minorías sexuales.
Arreola refiere que es Mariela Castro, una socióloga de 47 años
—hija del presidente cubano Raúl Castro—, quien lidera el Centro
Nacional de Educación Sexual (Cenesex), institución que —dice ella—
ha conseguido mejorar la imagen de Cuba después de la marginación de
los años 60.
"Aquí estamos las cubanas y los cubanos, para seguir luchando por
la inclusión, para que esta sea la lucha por todas y todos, por el
bien de todas y todos", dijo Mariela Castro al inaugurar la jornada,
escoltada por transexuales que sostenían una bandera cubana y otra
multicolor del movimiento gay.
Hoy en Cuba, los esfuerzos por los homosexuales incluyen
iniciativas como cambio de identidad de transexuales o las uniones
de civiles entre personas del mismo sexo.
Desde los años 90, la homosexualidad en la Isla está
despenalizada, aunque no deja de haber del todo casos de asedio
policíaco. Y desde el 2008 se practican operaciones gratuitas de
cambio de sexo.
El
bloqueo
En 1962 Estados Unidos decretó el bloqueo contra Cuba. Se trató
de "una feroz tentativa de genocidio"¼
como le ha llamado Gabriel García Márquez, el escritor que mejor ha
cronicado el periodo.
—Periodo que dura hasta nuestros días —me advierte Fidel.
"El bloqueo está vigente hoy más que nunca, y con el agravante,
en estos momentos, de que es ley constitucional en Estados Unidos
por el hecho de que la vota el presidente, la vota el Senado, la
vota la Cámara de Representantes¼ ".
El número de votos y su aplicación pueden aliviar
considerablemente, o no, la situación. Pero ahí está¼
—Sí, ahí está la ley Helms-Burton, injerencista y anexionista¼
y la ley Torricelli, debidamente aprobadas por el Congreso de
Estados Unidos.
Recuerdo bien al senador Helms el día de 1996 en que le fue
aprobada su iniciativa. Estaba exultante y repetía ante los
periodistas lo central de sus pretensiones:
"Castro se tiene que ir de Cuba. No me importa cómo Castro deje
el país: si es en forma vertical, o en forma horizontal, eso es
asunto de ellos¼ Pero Castro debe dejar
Cuba".
Comienza el cerco
"En 1962, cuando Estados Unidos decretó el bloqueo, Cuba se
encontró de pronto con la evidencia de que no tenía nada más que
seis millones de cubanos resueltos, en una isla luminosa y
desguarnecida¼ "
Nadie, ningún país, podía comerciar con Cuba; con nadie se podía
comprar o vender, ¡ay de aquel país o empresa que no se sujetara al
asedio comercial decretado por Estados Unidos! Siempre me llamó la
atención aquel barco de la CIA que patrulló las aguas territoriales
hasta hace unos pocos años, para interceptar los barcos que llevaran
mercancías a la Isla.
El problema mayor, sin embargo, fue siempre el de las medicinas y
los alimentos, que se mantiene hasta nuestros días. Todavía hoy no
se permite a ninguna empresa alimentaria comerciar con Cuba, ni
siquiera por la importancia de los volúmenes que la Isla adquiriría
o porque ésta siempre está obligada a pagar por adelantado.
Condenados a morir de hambre, los cubanos tuvieron que "inventar
la vida otra vez desde el principio", dice García Márquez.
Desarrollaron una "tecnología de la necesidad" y una "economía de
la escasez", relata: toda una "cultura de la soledad".
No hay gesto de pesar, menos de amargura, cuando Fidel Castro
admite el abandono en que dejó a la Isla gran parte del mundo. Al
contrario¼
—La lucha, la batalla que tuvimos que dar nos llevó a hacer
esfuerzos superiores a los que tal vez habríamos hecho sin bloqueo
—dice Fidel.
Recuerda con una suerte de orgullo, por ejemplo, la gigantesca
operación de masas que llevaron adelante cinco millones de
muchachos, agrupados en los CDR. Tan solo en una jornada de ocho
horas lograron una vacunación masiva en todo el país, con la que
erradicaron enfermedades como la polio o el paludismo.
O cuando más de un cuarto de millón de alfabetizadores —cien mil
de ellos niños se echó a cuestas la alfabetización de la mayor parte
de la población adulta del país que no sabía leer ni escribir.
Pero el "gran salto" se da, sin duda, en la medicina y en la
biotecnología:
—Se habla de que Fidel mismo mandó a formar en Finlandia a un
equipo de científicos y médicos que habrían de encargarse de la
producción de medicamentos.
—El enemigo usó contra nosotros la guerra bacteriológica. Trajo
aquí el virus II del Dengue. En la Cuba pre revolucionaria no se
conocía ni el I. Aquí nos apareció el II, que es mucho más peligroso
porque produce un dengue hemorrágico que ataca sobre todo a los
niños.
"Entró por Boyeros. Lo trajeron los contrarrevolucionarios, esos
mismos que andaban con Posada Carriles, esos mismos que indultó Bush,
esos mismos que dieron lugar al sabotaje del avión de Barbados...
Esa misma gente recibió la tarea de introducir el virus", denuncia
Fidel.
—Culpaban a Cuba porque, decían, había mucho mosquito en la Isla
—le digo.
—¿Cómo no iba a haberlos si para combatirlos hace falta el abate,
y el abate no lo podíamos obtener: nada más lo producían en Estados
Unidos? —revela.
El rostro del Comandante se ensombrece:
"Se nos empezaron a morir los niños", recuerda. "No teníamos con
qué atacar la enfermedad. Nadie nos quería vender las medicinas y
los equipos con los que se erradica el virus. Ciento cincuenta
personas murieron víctimas de la enfermedad. Casi todos eran niños¼
".
"Tuvimos que acudir a las compras por contrabando, aunque era
carísimo. Dondequiera prohibieron hasta traerlo. Una vez, por
misericordia, dejaron traer un poco".
Por "misericordia", ha dicho el hombre fuerte de la Revolución.
Confieso mi turbación¼
No precisamente por misericordia, sino por solidaridad, acudieron
algunos amigos de Cuba. Fidel menciona, por México, a los
Echeverría: Luis y María Esther que, aunque ya no estaban en el
Gobierno, pudieron conseguir algunos equipos que permitieron paliar
de alguna forma la epidemia.
—No los olvidaremos nunca —dice conmovido.
—¿Ya ve? —le digo. No todo han sido malas o desafortunadas
relaciones con personajes del poder mexicano¼
—Desde luego que no —dice antes de que concluyamos la
plática-entrevista y pasemos al almuerzo que compartimos con su
esposa, Dalia Soto del Valle.
Desde esa terraza sideral donde se coloca para mirar y analizar
el mundo, la vida¼ Fidel hace un brindis
por que "en el mundo del futuro tengamos una sola Patria".
"¿Qué es eso de que unos son españoles, otros ingleses, otros
africanos? ¿Y de que unos tienen más que otros¼
?
"El mundo del futuro tiene que ser común, y los derechos de los
seres humanos tienen que estar por encima de los derechos
individuales¼ Y va a ser un mundo rico,
donde los derechos sean igualitos para todos¼
".
—¿Cómo se va a conseguir eso, Comandante?
—Educando¼ educando y creando amor y
confianza.
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