TRAVERSE CITY, Michigan.— Los asistentes a un conversatorio sobre
el arte fílmico cubano convocado por el Festival de Cine de Traverse
City, en el estado de Michigan, se mostraron conmovidos al saber que
Estados Unidos protege a dos terroristas confesos que gozan de
libertad en la Florida.
Al intervenir en el coloquio, Juan Carlos Cremata, que trajo aquí
su filme Viva Cuba, codirigido por Iraida Malberti, contó
cómo "mi padre fue cruelmente asesinado en la flor de su vida en un
atentado contra un avión de Cubana de Aviación en 1976 y sin embargo
dos de los asesinos confesos de mi padre (Orlando Bosch y Luis
Posada Carriles) caminan impunemente por Miami".
Carlos Cremata Trujillo, trabajador de la aerolínea cubana,
falleció el 6 de octubre de 1976 a los 41 años de edad, junto a
otros 72 pasajeros y tripulantes, al detonar en el aire la nave
cubana cerca de las costas de Barbados.
Michael Moore, célebre documentalista y principal promotor del
festival, inició el diálogo con una pregunta a la audiencia: "¿Qué
nos han hecho los cubanos al pueblo norteamericano para que se
desate un bloqueo tan feroz durante ya más de 50 años y que ha
mantenido no solamente alejados sino casi desconocidos a dos países
tan cercanos geográfica, social, cultural e históricamente?"
Fue entonces cuando Cremata, además de hablar de su experiencia
como familiar de una víctima del terrorismo, se refirió a las trabas
interpuestas por sucesivas administraciones de la Casa Blanca al
libre intercambio entre EE.UU. y Cuba.
Moore indagó en la audiencia si alguien conocía algo sobre la
voladura del avión cubano y de la presencia y vida pública de Bosch
y Posada en Miami. El silencio fue sepulcral, pero respetuoso. De
ello no se habla en los grandes medios de un país que blasona el
liderazgo de una cruzada antiterrorista en el mundo e invade lejanos
países bajo ese pretexto.
Entonces empezaron a llover las preguntas e intervenciones en una
sala repleta de personas queriendo saber más. Y, por supuesto, se
habló de cómo se hace cine en Cuba, se vive y crea en una pequeña
isla que aún teniendo serios problemas económicos no deja de
producir artistas.
Mirtha Ibarra contó sus experiencias como actriz y al lado de su
esposo Tomás Gutiérrez Alea (Titón). Rosa María Rovira, de la
Dirección de Relaciones Internacionales del ICAIC, ofreció un
panorama de nuestra producción cinematográfica, dentro y fuera de la
institución, destacando la fuerte presencia del Festival del Nuevo
Cine Latinoamericano que se celebra cada año en La Habana, así como
del apoyo que se ofrece a los noveles directores, a través de la
Muestra de Jóvenes Realizadores, y a la creación con modelos
alternativos de producción.
Ian Padrón, por su parte, relató su formación en el ICAIC y la
carrera que ha venido desarrollando al margen de la institución, la
cual ha contado con el respaldo de la crítica y el público.
La amistosa conversación derivó en una pregunta lanzada desde la
audiencia: ¿Cómo puede educarse al público norteamericano para que
vea más películas diferentes, de culturas diferentes y en especial,
las películas cubanas? (SE)