NUESTRO PUEBLO lo conoce como "el compañero Pedro Ortiz Cabrera",
así, sencillamente, con toda la carga de cariño y de ternura que
encierran esas cinco palabras.
Hace treinta años, el primero de abril de 1980, Pedro Ortiz
Cabrera se hallaba prestando servicio como custodio en el exterior
de la embajada de Perú. Ese día, en horas de la tarde, elementos
antisociales proyectaron violentamente un ómnibus contra la cerca de
la misión con el propósito de penetrar en la sede diplomática.
Elementos
antisociales que odian el ejemplo alto y limpio de la Revolución
Cubana, delincuentes comunes que odian el trabajo honrado de los
obreros y campesinos, y lumpens que desprecian el porvenir de la
juventud, habían adoptado desde hacía varios meses el procedimiento
de introducirse por la fuerza en embajadas extranjeras. Los hechos
coincidían sospechosamente con la intensificación de la hostilidad y
amenazas de agresión del imperialismo norteamericano contra nuestro
país.
En los acontecimientos frente a la embajada de Perú hace treinta
años, Pedro Ortiz Cabrera perdió la vida en el tiroteo que se
produjo como consecuencia de los hechos.
El joven custodio, que fue ascendido póstumamente al grado de
subteniente, había ingresado en el Ministerio del Interior en 1973 y
destacado en la Unidad de Defensa de Embajadas, que cuida la
integridad territorial de las misiones diplomáticas acreditadas en
nuestro país.
Pedro Ortiz Cabrera había nacido en Chivirico, al sur de la
Sierra Maestra, en el seno de una humilde familia campesina, el 22
de febrero de 1953, cinco meses antes del asalto al cuartel Moncada.
A las ocho de la mañana del 3 de abril de 1980 fue sepultado en el
cementerio de su pueblo natal. Todo el mundo fue al entierro.
La historia hermosa y breve de su vida es la fuente de donde
emana toda la admiración y todo el respeto que sentimos por él: su
abnegación, su sentido de responsabilidad, su madurez política, sus
días de machetero en la zafra de 1970, su integración a la Columna
Juvenil del Centenario, su militancia en la UJC, su ingreso en el
MININT, su participación en el XI Festival Mundial de la Juventud y
los Estudiantes.
Pedro Ortiz Cabrera era un digno representante de la juventud
cubana en la que arraiga tempranamente el sentido del deber, del
patriotismo y del trabajo, y para la cual la vida no es una simple
contingencia física, sino conciencia del destino humano, disposición
a defender nuestra Revolución socialista, saber que "morir por la
Patria es vivir".
A Pedro Ortiz Cabrera la Revolución no le había dado en vano
palabras para sus convicciones políticas y argumentos para su
certidumbre ideológica.
De él vivirá orgullosa Luisa Cabrera Lien, la madre buena, y
vivirán orgullosos sus hermanos, sus amigos de la infancia, sus
compañeros de trabajo; vivirá orgullosa su compañera y vivirá
orgullosa su hija Yaíma.
En nuestro pueblo, que lo respeta y lo quiere, que le ha hecho un
espacio en su corazón, que está orgulloso de él, está vivo el
recuerdo del valeroso combatiente Pedro Ortiz Cabrera.