Para el ingeniero eléctrico Manuel Sánchez Fernández,
especialista principal del Grupo en la Organización Básica Eléctrica
(OBE) avileña, llegó la hora de apretar las clavijas del ahorro,
porque existe un potencial energético oculto que es necesario buscar
para ponerlo a disposición de todos. "Se trata de no gastar más
electricidad de la planificada. Las reservas aparecen y tenemos el
deber de encontrarlas, con mejor organización del trabajo, y
disposición de aquellos que la derrochan", asevera.
Aclara que desde la década del ’70 del pasado siglo surgieron los
Manuales de acomodo de cargas, por el cual las entidades
debían regirse para determinar la política de ahorro. Sin embargo,
esos libros permanecieron en las gavetas y casi ningún directivo —y
mucho menos los trabajadores— los usaban.
En la actualidad, cuando la crisis mundial atenaza, solo en los
primeros cuatro meses del presente año el país gastó 40 000
toneladas de combustible más que las planificadas para la generación
eléctrica, se hace necesario —imprescindible diría yo— la acción de
estos grupos, capaces de poner al descubierto cualquier anomalía y,
también, de orientar cuando el momento lo requiera.
"Al principio —asevera Manuel—, en las empresas nos miraban con
cara de pocos amigos, sobre todo en las derrochadoras. Esa
percepción cambia, aunque tenemos que sensibilizar a muchos
directivos, pues todavía existen lugares que ni el plan de consumo
tienen, razón por la que hasta el pasado 19 les había sido retirado
el servicio a 42 entidades, la mayoría del MINAZ, el MINAGRI y
Comercio y Gastronomía."
En la provincia el Grupo lo integran cuatro especialistas
experimentados y, contrario a lo que algunos piensan, no andan de
francotiradores, pero sí son intransigentes con quienes incumplen
las indicaciones de la máxima dirección del país en el tema del
ahorro. No hay otra alternativa.
La realidad demuestra que existen escondrijos por donde se escapa
la corriente eléctrica, siempre aupados por el descontrol, la falta
de exigencia y la irresponsabilidad.
Entonces, ¿qué nombre ponerle a la no realización de los estudios
de cargas en las entidades, no leer el metrocontador, o el hecho de
que los llamados "energéticos" de las empresas hasta ahora se
preocuparan más por el gasto de combustible que por el de
electricidad?
Las inspecciones (más de 100 efectuadas en el territorio)
descubren anomalías por doquier. No es nada simpático, por ejemplo,
que en determinado establecimiento se desconozca el plan de consumo,
o que en una tienda perteneciente a Comercio Interior se haya
detectado un gasto excesivo, incluso con el freezer roto, y las
investigaciones revelaran la existencia de varios hogares conectados
a la acometida del establecimiento, sin que sus moradores pagaran la
energía.
En opinión del ingeniero termoenergético Francisco Ramírez Díaz,
otro de los integrantes del GSE, no existe ahorro sin exigencia
administrativa. Sobre el tapete pone otra arista del problema: los
análisis banales que muchas veces se realizan en los Consejos de
Dirección, los núcleos del Partido, los comités de base de la
Juventud y en el sindicato de las entidades.
En las indagaciones Granma conoció que por la manera de
enfocar el tema, en la mayoría de las ocasiones se torna aburrido,
repetitivo y, por ende, lastra las buenas intenciones de llegar a
conclusiones exactas en cuanto a los excesivos gastos.
El comportamiento de los portadores energéticos es un punto del
orden del día que no falta en la casi totalidad de las empresas
inspeccionadas. Eso es verdad. Sin embargo, las observaciones se
circunscriben a: "¿Cuánto se gastó de electricidad? No podemos
sobregirarnos en el consumo. Hay que trabajar en esa dirección... ",
cuando en verdad debiera haber más profundidad en los debates
colectivos.
No se trata de quitar el catao y poner el quinqué, como dice el
refranero popular. La ingeniera María Antonia Valdés Alfonso,
directora de la Unidad Empresarial de Base de Uso Racional de la
Energía en la OBE avileña, afirma que, de acuerdo con la disposición
de la máxima dirección del país, esa es la última opción.
Sin descuidar la parte residencial, por ahora el cerco se cierra
alrededor de la estatal, la mayor consumidora en la provincia. Los
incumplimientos de empresas y organismos obligan a retirarles el
servicio. "A quien se sobregire en el consumo se le corta la
corriente por 72 horas. Si es reincidente se aplican medidas más
severas con los directivos. El apretón ha dado sus resultados".
El ingeniero Aidel Suárez López, quien también anda con la agenda
controladora en ristre, es categórico: "La mayoría de los directivos
piensa que su empresa agotó todas las posibilidades de ahorro y con
apagar luces y motores está resuelto el problema. Relegan a un
segundo plano palabras bien importantes como balance energético,
acomodo de cargas, desviación del consumo real, eficiencia
energética..., pero esa batalla la ganamos. El objetivo final es
ponerle el corcho a la botella."
Al menos en Ciego de Ávila, el "corcho" comienza a impedir el
derroche. Desde el primero de junio en que comenzaron a aplicarse
las medidas de ahorro, hasta el pasado día 19, el territorio cumplió
el plan en los últimos 15 días, y en ese resultado los "malos de la
película" tienen su protagonismo. Nadie lo duda.
Pero su actuación no debe circunscribirse solo a momentos de
crisis. Deben ser sistemáticos y enfrentarse cada día al derroche y
al uso ineficiente de portadores energéticos.