El Sur metafísico

ROGELIO RIVERÓN

Y si dicen que un personaje (un relato) no pasa de ser una ristra de palabras, ¿qué elevada convención nos autoriza a ver en la literatura esos mundos paralelos que, en ciertas oportunidades, emulan con el real? Tenemos entendido que leer ficciones puede resultar una ocupación provechosa, aún cuando no siempre estén claros los grados de ese provecho. Pero así son las cosas. La literatura —para quien haya pactado con ella— es una experiencia que sobrepasa el acto momentáneo de leer.

Lo recuerdo a propósito de un libro infrecuente: Hombres y bestias del sur (editorial Letras Cubanas, 2008), cuyo autor apenas ahora deja atrás la condición de inédito. Tres relatos que dan cuerpo a un pequeño catálogo de seres y estares, para decirlo con palabras del pop hispano. Tres piezas en las cuales la intensidad —reconozco que es este un vocablo a la medida cuando al comentar una obra se necesita ser evasivo— se torna palpable y persistente.

Tal vez todo empiece por los contextos. Roberto Cid, que no es un estilista cabal, parece colocar sus escenografías con una intención que termina siendo irrevocable. Esas solas escenografías generan la certeza de que algo grandioso ocurrirá. La desdicha de sus personajes está en haberse encontrado allí. Después podremos simbolizar, acudir a las explicaciones de rigor: Los grandes naufragios de estos relatos comienzan con una decisión equivocada.

Y será medianamente cierto, un naufragio real en el primero y de jaez un tanto mitológico en los dos restantes. Pero de alguna forma nos hemos convencido de que la buena literatura va más allá de su propia simbología. Más allá, incluso, de los lapsos de un enunciado que —lo he apuntado ya— no se basa en el pulimento de la prosa, aunque obtiene de la acumulación verbal una resonancia muy "creíble". Supongo que ello pueda ser comprobado en los diálogos. Los personajes de Hombres y bestias del sur hablan como ellos solos pudieran hacerlo, y sin embargo, no dudamos de su hablar. Es lo que los manuales identifican como verosimilitud, una especie de uniformidad que —idealmente, claro— fluye de todo el personaje: de su verbo y de sus movimientos; de sus ideas y del lugar en el que le tocó ser sorprendido por el lector.

Una expedición por mar, una densa peripecia entre guerrilleros en la Guerra de los Diez Años y una pugna tribal en los alrededores del río Toa pueden derivar, según lo propone Roberto Cid, en tres versiones sobre la culpa, la impotencia, la tenacidad y el mandato del tiempo sobre las cosas. Tres relatos con el imán de la relectura.

 

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