10 de abril de 1869

La Asamblea de Guáimaro en la Revolución Cubana

Nuestro pueblo, de enraizadas convicciones democráticas y que transita seguro por los caminos de una nueva sociedad, conmemora hoy el aniversario 140 de un destacado acontecimiento en la historia, cuyo contenido y significación esenciales enriquecieron notablemente su herencia ideológica y revolucionaria: la Asamblea de Guáimaro.

Patriotas cubanos reunidos en el poblado de Guáimaro aprueban la Constitución de la República en Armas.

En aquella población camagüeyana, liberada por las nacientes fuerzas de la independencia, se reunieron los representantes de los patriotas de Oriente, Camagüey, Las Villas y La Habana, con el objetivo de organizar la República y dotar a la guerra de un programa: hacer una Constitución y establecer determinadas formas de gobierno. Se trataba, en fin, de fortalecer la Revolución iniciada el 10 de octubre de 1868.

Como consecuencia de la histórica asamblea celebrada en Guáimaro, la guerra revolucionaria —que brotó, a partir del estallido de la Demajagua, en fechas distintas y sucesivas en territorios orientales, camagüeyanos y villareños, con criterios tácticos diversos—, se transformó en un solo movimiento.

El 10 de abril de 1869 se realizó la inaplazable unidad de los patriotas cubanos que se enfrentaban, en circunstancias difíciles, a un enemigo poderoso y cohesionado: el colonialismo español.

Allí fue aprobada por los integrantes de la Asamblea Constituyente, entre los que se encontraban Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte, la Constitución de la República en Armas (conocida como la Constitución de Guáimaro), histórico documento que proclamó valientemente que "todos los habitantes de la República son enteramente libres", principio que constituyó la base de la realización social más importante de la Revolución de 1868: la liquidación del odioso sistema esclavista. La Carta Magna de Guáimaro fijó el derecho a la independencia del pueblo cubano y en uno de sus artículos expresó que "todos los ciudadanos de la república se consideran soldados del Ejército Libertador".

Los diferentes criterios relacionados con la forma en que se debía llevar a cabo la lucha —especialmente aquellos que enarbolaba Céspedes, partidario del mando único y del poder centralizado durante la contienda—, y otros aspectos en que se apreciaban discrepancias, se subordinaron al interés común y supremo de unir a la Revolución sobre la base del objetivo estratégico. Resaltó en particular el esfuerzo de unir.

La Constitución, la República en Armas nacida en Guáimaro —con su presidente, su general en jefe y su Cámara de Representantes—, fue al mismo tiempo una extraordinaria experiencia política que hasta entonces no había conocido el pueblo cubano. Con ella quedaron sembrados, tempranamente, principios e instituciones democráticas que germinaron convertidas en tradiciones inseparables del quehacer político de las sucesivas generaciones de revolucionarios cubanos.

El hecho de que las circunstancias complejas de la guerra revolucionaria desarrollada por nuestros mambises del 68 no permitieran que las instituciones republicanas pudieran funcionar adecuadamente, de manera alguna debe llevarnos a dejar de reconocer la influencia ideológica y política del acontecimiento del 10 de abril de 1869. Sobre esto ha dicho Fidel: "Es admirable aquel empeño, aquel esfuerzo de constituir una república en plena manigua, aquel esfuerzo por dotar a la república en plena guerra de sus instituciones y de sus leyes. Cuales- quiera que hayan sido los inconvenientes, las dificultades y los resultados, el esfuerzo fue admirable".

José Martí —que también apreció en su completa dimensión aquel esfuerzo—, mediante el análisis de la experiencia histórica conjugó en su obra política y revolucionaria los dos polos de los criterios enfrentados en Guáimaro. El Maestro decía que orientales y camagüeyanos tenían razón, solo que unos contemplaban exclusivamente la guerra inmediata y otros la República futura. Así, logró que el Partido Revolucionario cubano sintetizara, de manera práctica y operativa, la guerra inmediata y la república futura.

Significativamente el 10 de abril del año 1892, en proclamación del Partido Revolucionario Cubano, José Martí anunciaba que los patriotas cubanos y puertorriqueños se unen en esa agrupación política para acordar en ella el medio de salvar al país "de modo que en la conquista de la independencia de hoy vayan los gérmenes de la independencia definitiva de mañana", y calificaba al PRC como "una organización en que se combinan la república democrática y la acción enérgica".

En Patria, con motivo de un aniversario de la Asamblea de Guáimaro, Martí analizaba de esta manera el histórico acontecimiento: "En los modos y en el ejercicio de la Carta se enredó, y cayó tal vez, el caballo libertador; y hubo yerro acaso en ponerles pesas a las alas, en cuanto a formas y regulaciones, pero nunca en escribir en ellas la palabra de luz".

Y la luz de las palabras de Guáimaro, con su extraordinario contenido ideológico y político, alimentó la conciencia y la acción de las generaciones que siguieron en el combate hasta que los ideales de independencia, libertad e igualdad proclamados aquel 10 de abril, sobre nuevas condiciones sociales e históricas, alcanzaron plena realización en la victoria revolucionaria y popular del Primero de enero de 1959.

Los cubanos de hoy, herederos de los héroes del 68 y del 95, con patriótica emoción recuerdan a quienes abrieron y nos enseñaron el camino de la Revolución, anunciaron al mundo la existencia de la nación cubana, nos legaron los mayores ejemplos de sacrificio y desinteresada entrega en aras de la causa justa del pueblo, e hicieron acompañar —de manera definitiva—, el machete mambí con la palabra de luz.

 

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