Es septiembre de 1874, en San Antonio de Bajá, camino real entre
Manzanillo y Bayamo, tropas cubanas del Ejército Libertador son
sorprendidas por los españoles. En desigual acción se baten los
insurrectos, y, ante su inminente captura, Calixto García decide, en
acto de impresionante heroísmo, dispararse bajo el mentón para
privarse de su vida antes que caer prisionero.
Por fortuna, la bala no siguió el curso esperado y, a pesar del
grave estado que le originó, el jefe mambí pudo sobrevivir. Solo le
quedó en la frente la indeleble marca de su firme decisión de vencer
o morir. De ese valor patriótico la historiografía atesora también
la exclamación de su madre, Lucía Íñiguez, cuando conoció de la
acción: "¡Ese es mi hijo Calixto, muerto antes que rendido!".
El intrépido guerrero nace el 4 de agosto de 1839, en la ciudad
de Holguín. En plena juventud, con 29 años de edad, no vacila en
incorporarse al estallido insurreccional del 10 de octubre de 1868.
Fueron precisamente las exigencias de las contiendas libertadoras
las que condicionaron su sólida formación militar.
La ruda vida en campaña no hizo mella en el carácter modesto,
sencillo y jovial de este criollo que fue un verdadero jefe. La
valentía que lo caracterizó, unida a su inteligencia y otras
cualidades personales puestas al servicio de la independencia, lo
hicieron merecedor de los grados de Mayor General del Ejército
Libertador y más tarde el de Lugarteniente General.
El desempeño de tan alta responsabilidad sirvió para probar su
capacidad de estratega. Libró múltiples combates y sobresalió por
una sólida formación militar, adquirida de forma autodidacta. Su
amplio dominio de la balística de la época le permitió convertirse
en el primer jefe mambí en utilizar la artillería, contribuyendo así
al desarrollo del arte militar cubano.
También en la emigración cubana, Calixto García se movía con brío
insurrecto, que lo hacía mantener su ardiente aspiración de
contribuir a lograr la independencia de la patria colonizada.
La participación de sus tropas en Santiago de Cuba fue decisiva
para el desenlace de la guerra hispano-cubano-norteamericana. Luego
de la rendición de Santiago mantuvo la firmeza ante la arrogancia de
los jefes militares yanquis, quienes no permitieron la entrada del
Ejército Libertador a la rendida capital de Oriente.
Calixto García, en histórica carta al general William R. Shafter,
expresa su intransigencia y patriotismo al ser ofendido por el
oficial norteamericano. Tal injusticia llevó la amargura al ánimo de
quien, hasta ese momento, jamás se había desalentado. El optimismo
cedió ante la afrenta que auguraba males mayores.
Un día como hoy, hace 110 años, le sorprendió la muerte como
consecuencia de una pulmonía.
El Mayor General Calixto García Íñiguez es símbolo de patriotismo
para los cubanos y su ejemplo de rebeldía mambisa se inserta en las
más firmes raíces de la Revolución cubana.