Hasta esta localidad del municipio de Cabaiguán llegaron ofrendas
florales de Fidel y Raúl, así como el homenaje del Partido, el
Gobierno, la UNEAC, la UPEC, la Asociación de Combatientes de la
Revolución Cubana, las demás organizaciones políticas y de masas y
cientos de familiares, amigos y compañeros de lucha que acudieron a
dar su último adiós al veterano luchador, al escritor, al
periodista, al delegado¼
Tomás nació el 28 de julio de 1918 en el poblado de Guayos, donde
apenas tuvo la oportunidad de cursar estudios hasta el cuarto grado
en tanto las urgencias familiares lo obligaron a hacerse cortador de
caña, herrero, despalillador y lector de tabaquería, oficios que le
garantizaron el sustento por aquellos años y a la postre signaron su
obra literaria, de profundas raíces populares.
Sus inquietudes políticas lo llevaron a escribir en periódicos
locales, a militar en las filas del Movimiento 26 de Julio a las
órdenes de Faustino Pérez, a la cárcel y finalmente hasta el exilio
en la patria de Bolívar, donde se encontraba el primero de enero de
1959, llegado el triunfo de la Revolución.
A su regreso a Cuba fue fundador de las primeras organizaciones
revolucionarias en el país, se vinculó al sector de la cultura y
comenzó a cultivar una obra literaria en la que sobresalen sus
novelas Las Farfanes, Candelaria, Los triángulos
del amor, Tronco, ramas y raíces, Esos carreteros
y Diálogo entre la palma real y la ceiba, publicadas a lo
largo de estos años en Cuba y en España. Aunque menos frecuente,
también incursionó en el cuento y el testimonio.
Tomás se mantuvo durante décadas como delegado a la Asamblea
Provincial del Poder Popular, escenario donde igualmente batalló en
defensa del humanismo, la educación, el patrimonio y la cultura
espirituanos.
Además de su obra literaria y de la originalidad de su
existencia, de Tomás Álvarez de los Ríos las presentes y futuras
generaciones heredan una suerte de casa museo en la que el escritor
ha preservado con celo de guardián valiosos objetos del universo
campesino que bien vale mantener a buen recaudo.